Guardarropa.
- m. En un local público, habitación donde se depositan las prendas de abrigo.
- m. Conjunto de vestidos de una persona.
- m. Armario donde se guarda la ropa.
- f. En palacio, casas nobles y establecimientos públicos, oficina o almacén destinado a custodiar la ropa y otros enseres.
- m. y f. Persona destinada a cuidar de la oficina o almacén donde se guardan ropas.
- m. y f. Teatro. Persona encargada de la guardarropía.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados
¿Qué fue de aquel sobretodo?
El guardarropa pareció desnudo ante la posibilidad del extravío, sin embargo, el jolgorio seguía vívido en derredor. Pero ¿cuál era la rutina de aquel guardarropa? Pieles, gabardinas, enormes abrigos de noche, algún sombrero y una enorme ausencia.
La noche que comenzaba en Las Ramblas engalanadas de evidencias, a falta de misterios que no dejaban mucho a la imaginación, rodeados de quienes hacían por dejarse ver y ya no sabían ser sin mostrarse. Puro teatro se deshacía en cualquier rincón de aquella noche de reentré del Gran Teatro del Liceo donde el terciopelo rojo e ignífugo se llenó hasta la bandera.
Turandot hizo olvidar el olor a fruta que cerraba La Boquería al atardecer pero la falta del gabán seguía causando una ansiedad disimulada. Arriba, abajo, a un lado, a otro y no aparecía, simplemente se esfumó sin dejar rastro.
En el entreacto, era tal el nerviosismo que incluso las prendas que allí colgaban, sudaban, anticipando un final inevitable. Se cuenta que fue tanta la tensión que mientras Nessun dorma golpeaba puertas y paredes con la voz y la música infinitas, a punto de vencerlas, el guardarropa explosionó y se desintegró.
Creyó aparecerse todo él, en un rincón de un palco donde encontró el misterioso sobretodo con Puccini dentro, sobrecogido, escuchando la muerte Liù y dejándose morir de nuevo.
Y allí, donde nadie miraba, se agitó el maestro de saberse rendido con la poesía que llevó a Liù a la muerte, pero sus fantasmas se encontraron desvistiéndose de dramas inconclusos para, por fin, descansar sin tener que ir robando sobretodos a los mortales a cambio de un final para su ópera sin fin.
Los aplausos despertaron de la ensoñación al guardarropa que se quiso creer la magia por una noche descubriéndose arropado por el misterioso gabán extraviado.
Y así, con la mística de la música, supo el lenguaje que poesía no sería su último aliento si las modas se hacían barrocas en la exhibición y huecas de palabras, como en el textil, donde hay contextos que no lo son todo, pues como las historias, pueden jugar a ser tramposos, como los armarios de quienes se abanderan como el éxito social.
No es ni será lo mismo un poliéster que una seda, por mucho que se le parezca, aunque luzcan o suenen igual, como ocurre con el enorme mundo de las palabras, porque hay verdades que mutan pues la piel que vestimos allá por 1999 no sea la misma que nos habite años e historias después, con cada entramado, por pequeño que sea, que nos construye en cada reentré.
Que no sean los guardarropas los que marquen tramas ni nos sigan robando palabras que puedan ser tanto o tan poco, porque hay contextos que se borran, se pierden y, sobre todo, olvidan en este país de desmemoria endémica, pandémica y virtual.
(No fue Nessun dorma de aquella noche, pero dicen los expertos que fue la mayor y más grande interpretación, así que de lo bueno, lo mejor);
Hoy día 22 de noviembre hubiera sido el cumpleaños del responsable que mi señor padre y compañero de textil se dedique a ser un viajante de tramas y urdimbres, fino estilista de resolución de problemas, que por extensión y circunstancias hicieron lo propio conmigo años después.
Hoy 22 de noviembre es también el día de la patrona de la música y la poesía, y cómo no dedicar este texto nuevamente a mis queridas teatreras, músicas expertas, de mi cuentito de cuerda: un beso enorme Rosa, Isabel.
Salud.
A partir de ahora, cuando cruce del Raval al Gótico pasaré junto al Teatro del Terciopelo Ignífugo, sinónimo que contiene toda su carga dramática. También soy muy partidaria de tu teoría de que «Aunque la mona se vista de poliéster, poliéster se queda» 😀
Sobretodo, con amor, desde la ex-fábrica textil en la que vivo (hacían indianas: http://museuhistoria.bcn.cat/es/node/377)
Pauliña, lo nuestro es cruzar, ya sea del Raval al Gótico, del Mediterráneo al Atlántico y, a veces viceversa 😉
Y casa es un claro homenaje a los mares de aquí y de allá, dejando en medio el terciopelo que no arda, a ser posible.
Graciñas :*
Mi supina y declina ignorancia del mundo de la Ópera me impide decir algo ocurrente.
Parece que sabes, pero no se si sabes.
Así se las gastaba Belfegor «El fantasma del Louvre «.
Sólo un apunte,… porque explosionó, ….y no, explotó ???
Défago vs. » El Wendigo «.
Todo lo suple tu supina retórica replicante 😛
Las explosiones, aunque explotan, tienen mayor carga dramática y en el templo del drama, no podía ser menos (y si lo hacía para dentro, aún mejor) 😉
Entramado perfecto entre música y palabra, me ha encantado la musicalidad del texto.
Muchas gracias, la literatura de los cuentos que aprehendí de mi madre, la música de mi padre, y el resultado fui una pequeña entramada 😉
Qué bonito hubiera sido poder decir que…al final de la función todo el reparto se fue a cenar -con gabán o sin él-al magnífico Quo Vadis,como era de rigor…si lamentablemente no hubiera cerrado …sign o’ the times!😪
Y esa es la magia de la imaginación; que un texto acabe más allá de la última palabra y todos cenaron felices y fuera del tiempo donde quisieran 😉