
Fotografía de Chema Madoz
Algodón. Del ár. hisp. alquṭún, y este del ár. clás. quṭn.
- m. Planta vivaz de la familia de las malváceas, con tallos verdes al principio y rojos al tiempo de florecer, hojas alternas casi acorazonadas y de cinco lóbulos, flores amarillas con manchas encarnadas, y cuyo fruto es una cápsula que contiene de 15 a 20 semillas, envueltas en una borra muy larga y blanca, que se desenrolla y sale al abrirse la cápsula.
- m. Borra blanca que envuelve las semillas del algodón.
- m. Borra del algodón, limpia y esterilizada, presentada en el comercio de formas distintas, como franjas, bolas, etc., para diversos usos.
- m. Hilado o tejido hecho de borra de algodón.
entre algodones
- loc. adv. Con cuidado y delicadeza.
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Adivina adivinanza que hasta los campos de algodón tienen pasado.
Un pasado nada ligero como podríamos creer en el que ni griegos ni árabes contaron con él hasta que en la época de Alejandro Magno, Megástanes, coetáneo del primero, observó “árboles en los que crecía lana”.
La creencia popular se alimentó de dichas similitudes y a finales de la Edad Media, el libro de viajes de Juan de Mandeville cebó la creencia ya que en la India crecía un árbol maravilloso que, decían, criaba pequeños corderos en el extremo de sus ramas.
Y de la planta de ovejas, de la que el algodón recibió su nombre en algunas lenguas como en alemán: Baumwolle, (Baum: árbol y Wolle: lana) tuvo que esperar hasta la industrialización británica a partir del siglo XVIII en la que se apodó a Manchester como Cottonpolis debido a la importancia de su industria algodonera a nivel mundial.
La materia prima india comenzó a tener competencia con las plantaciones estadounidenses, cuya relevancia estaba sustentada por el ahorro de la mano de obra esclava y la mejor calidad de la materia prima.
Así, el cultivo del algodón esclavo enriqueció a Estados Unidos convirtiéndose a mediados del siglo XIX en la base de la economía del sur y desarrolló la labor de comerciantes del norte por la industria de los transportes.
Hasta 1865 no llegó la total y relativa emancipación de los esclavos estadounidenses, que hicieron prosperar “entre algodones” al país de la libertad.
If you miss me in the cotton fields
You can’t find me nowhere
Come on over to the courthouse
I’ll be voting right there.
Pete Seeger, If you miss me.
Y de aquel pasado cercano, ese que no es estudia ni reivindica, el de un apartheid donde los odios siguen vivos, ése, convive con un presente bio, orgánico y sostenible con demasiado silencio, demasiadas canciones y olvido entre ambos.
Hoy que las plantaciones algodoneras de Estados Unidos están obligadas a respetar el National Organic Program (NOP) que define las prácticas permitidas para su gestión así como no usar plantas modificadas o transgénicas ni químicos sintéticos para mejorar la biodiversidad.
Hoy que las histerias hacen de nuestros oficios, nidos de microbios sostenibles en este mundo donde ni las camisetas nacen de los árboles ni los derechos crecen de la tierra, haya que seguir reivindicando crean o no, que vivimos entre algodones.
Un texto precioso. Curiosamente el algodón es uno de mis tejidos preferidos y no conocía la forma en la que sale de la planta.
Muchas gracias Ignacio. Quizás lo más bonito de este oficio es seguir aprendiendo y aprehendiendo nuevas historias 😉
Todo un tratado de Economía Política, muy resumido:
Delta del Nilo… trabajo esclavo.
India, …. trabajo eslalvo
delta del Mississipi,… trabajo esclavo.
Manchester s. XVIII- XIX, trabajo semi-esclavo.
Bangladesh y vecinos S. XX y XXI, trabajo semi-esclavo.
El algodón no sale del circulo vicioso de la dominación, el racismo, y la esclavitud.
Muy bien elegida la canción.
Pero había más.
Menos mal que has citado al maestro.
Rev. Martín Lutero Rey.
Arturito al maestro se le cita, se le piensa, se le recuerda ¿cómo no? Tantos años, toda mi infancia, pero también hay que dejar paso a otros 🙂
Que el algodón no salga de ese círculo forma parte de la perversión del ensombrecido ser humano, capaz de lo mejor y de lo peor.
Estupendo texto Laura…como siempre!
Al hilo -nunca mejor dicho- no os perdáis el artículo publicado acerca de la fibra de poliéster y la fast fashion en el suplemento Semanal XL hace dos semanas… espeluzna saber la huella ecológica del tejido que es el pan nuestro de cada día!
Gracias como siempre Arturo.
La huella no ecológica (en lo material e ideológico) era justo el objeto de este texto que espero deje de ser tan habitual con artículos de algodón bio y demás procesos que vamos viendo en nuestros proveedores 😉