capicúa
Del cat. capicua, y este de cap i cua ‘cabeza y cola’.
- m. Número que es igual leído de izquierda a derecha que de derecha a izquierda; p. ej., el 1331. U. t. c. adj.
- m. Billete, boleto, etc., cuyo número es capicúa. U. t. c. adj.
- m. En el juego del dominó, modo de ganar con una ficha que puede colocarse en cualquiera de los dos extremos.
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No sería la primera vez que pisamos la moqueta de color gris en Première Vision, y, sin embargo, fue la primera vez que me fijé. Entré en como salí, mirando al suelo. Y así, descifré la incógnita que trazaría diseños de la ecuación matemática.
Existen las fieras y ferias capicúas. Aquellas que se escriben igual del derecho que del revés, las que dibujan patrones. Y lo hacen. Coordinándolos como los estampados, por familia de color, de ambiente, de motivos. Porque motivos, nunca faltan. Como ocurre con muchas preguntas sin respuestas.
Otras, arañan salvajemente, haciendo del animal print, una tendencia que ya es un clásico, dándose la vuelta como un calcetín. Porque, en el fondo, las ferias no dejaron nunca de ser espejismos, algunos de vanidades, otros de deseos que después, incluso se convierten en anhelos.
Y ya se sabe, lo que empieza, tiene un final.
Todo depende, claro, de los ciclos de las modas, del lugar, de las estaciones, pero también de la resistencia de las fibras, porque a veces, -oh, sorpresa- los mejores tejidos también se rompen. Pero schhh, guarden el secreto, que el espectáculo debe continuar. Y lo hace. Aunque no fuéramos los mismos quienes salimos de allí de quienes entramos.
Quizás porque a veces las direcciones acaban por dispersarse y no se vuelve a pisar por el mismo lugar que, ya se elige no transitar, tuviera o no que ver entrar por la trasera y salir por la entrada.
Así, se cierran puertas que nos hicieron crecer, descubriendo cómo, a veces, por mucho que guste un lugar, un tejido, o una idea, también puede tener final, por capicúa que sea.
Y así, se celebran aniversarios, también años en el textil, aventura que arrancó un 25 de febrero tiempo atrás.
BSO. The End. The DOORS.
De ahí la importancia de vivir los buenos momentos con toda la intensidad posible y sin miramientos. Llenarse de posibilidad y llevarla a cabo, ejercer el «carpe diem» y pensar en toda situación pasada como pasado sin más donde se exprimió la oportunidad hasta dejarla seca.
Que no nos asalten los «tuve que …» o los «me hubiera gustado….»
Buen texto, aunque triste, positivo, esperanzador y racional. Que vislumbra el duelo como lo que es; montaña rusa, aprendizaje.
Los duelos, escritos, saben -y sanan- mejor.
Vamos a dejar los quebrantos sólo para el paladar y aprender de las experiencias.
Gracias por tu lectura 🙂
y los quebrantos darán paso a las nanas que nos llevarán a noches tranquilas de abrazos sin descafeinar, de abrazos sentidos, puros y llenos de sentimiento. Y habrá refugio siendo el duelo recuerdo de un tiempo que fué y ya no será.
Duelo de puertas que se cierras, pero sobre todo un saber hacer de puertas que se abren
La palabra a veces, consigue hacer sanar los duelos para que no se nos atraganten.
Gracias por estar, siempre.