
cuentacuentos
1. m. y f. Persona que narra cuentos en público.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados
Todos los cuentos de mi infancia tienen su voz.
Éranse muchas veces. Ni todas fueron un principio, ni un final.
Ella llegó a este mundo un día de tormenta. Al menos, eso cuentan. Sin embargo, desde muy pequeñita, ya era fuego.
Podría haber cruzado al otro lado del río o de la laguna sin Caronte, pero aún no lo sabía. Y, de no haber sido por ellos, hubiera tardado mucho más en aprenderlo, o quizás, no lo hubiera hecho nunca.
Quizás llenaron su infancia de flores, de buenos alimentos y de risas. Quizás, tan sólo le dieron algo tan pequeño y tan enorme como un lugar.
Y así fue creciendo, a los dos lados de la magia. Pero es cansado nadar contracorriente. Escondía sus alitas doradas de un mundo gris. El que la dibujaba en blanco y negro. El que la escribía con ideas que no eran las suyas. Pero el fuego no se apaga con cualquier tormenta. Eso también lo supo, aunque no dijera nada.


Los cuidados y afectos fueron revolucionarios en un mundo áspero. Cada una tuvimos nuestra propia suerte: hubo familias sin sangre y otras desmembradas, amistades incondicionales y amores improbables. También, todo lo contrario. Y como en un río, no dejó de resonar otra verdad verdadera: lo importante es la salud. Porque salud también fueron las elecciones. Las de aquellos vuelos necesarios, las que hicieron camino. Y la risa también alimenta. Aristóteles lo sabía, presuntamente dedicó su segundo libro de poética al humor, como instrumento de la verdad. La risa destruye al miedo, y sin él, la libertad está más cerca.

Y ella reía. Lo hacía con la supervivencia de un brote a destiempo. Trayendo siempre la primavera. Con cada carcajada le fueron creciendo sus alas de un oro tenue. Ésas que, algún día, la harían volar alto. Pero entonces, aún no lo sabía. Se le caían las plumas por no poder agitarlas. Por no darles el vuelo que necesitaban para no oxidarse. Y pintó en sus alas pequeños laberintos como si fueran un plan de huida. Igual que en las nubes, o las formas del agua. El mundo se llenó de patrones. Como si se tratara de un estampado gigante. Como si no se hubieran perdido los campos de amapolas, margaritas o girasoles.
Cuentan que incluso, le crecieron flores de un pasado que ya no existe. Otras, llenándose de silencio, se ahogaron en el olvido. Las que no pasaron a otro tiempo, quedaron a este lado y, es posible, que, a pesar de los pesares, aún la acompañen. Aún respiren con ella. Con cada uno de los cuentos que contó. Los que quedan por soñarse.
A mi madre.
pd. Estampados de la colección de LEV.
BSO. Birds On a Wire. Sur la place.
De la tierra del buen cordero, el mundo dentro y las procesiones serias.
Castilla la Vieja repleta de majestuosos castillos, reconquistas, luchas, baluartes de defensa y palacetes que nada tienen que envidiar lo parisino.
Tienes un genial antecedente a quien parecerte.
Antecedente y referente. Mi madre me enseñó la importancia de romper techos de cristal y soñar muy alto y muy fuerte.
Que maravilloso y acertado homenaje a tu madre, mi amiga del alma y unidas por esos lazos de no sangre pero si de cariño, respeto y amistad de verdad. Un lujo
Un lujo y un gusto saber que tiene una preciosa familia con sus amigas. Gracias por cuidarla y quererla bonito. (Envidia sana, pero envidia al fin y al cabo jeje). Un beso enorme.
Lo has conseguido me has hecho llorar, me has llevado a ese estado que me conmueve, que me atraviesa, estado de emocion, donde la palabra no alcanza, solo queda la música, esa música que tu consigues con tus palabras.
No puedo estar más orgullosa de la persona en la que te has convertido
La elección musical exquisita y demuestra que me escuchas
Gracias querida hija, me has hecho feliz
Lo más bonito del mundo es hacer felices a quienes se quiere. Gracias a ti por enseñarme a volar y por tener alas.
Pues a mí también me ha humedecido los ojos.
Me emociona el cuento, me emocionan los maravillosos collages, me emociona la música y lo que más me emociona es las personas que sois y que los lazos tramados y entramados que habéis conseguido entretejer entre vosotras.
Enhorabuena a las dos. Me siento afortunada por haber tenido la oportunidad de compartiros un poquito. Un auténtico lujo.
Ay, qué bonito, Resu. Muchas gracias por tu sensibilidad. Un abrazo enorme.
Una preciosa historia, es maravilloso como consigues encontrar las palabras exactas.
Saludos,
Ignacio.