108. Vergel

Diseños de Isabel Marant para verano 2021.

vergel

Del occit. vergier.

1. m. Huerto con variedad de flores y árboles frutales.

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Flores, árboles y plantas. Frutos y bulbos. Raíces aéreas y subterráneas. Lisonjeras. Coquetas. Engalanan primaveras. Selvas, bosques y jardines. Sobre la piel, sobre estampados, sobre papel, pero, también, sobre suelos y paredes. Campo abonado y terrenos fértiles. Como los primeros días de verano. Los mismos que, en unos meses, levantarán cosechas.

Fascinación. Como un embrujo.

Embrujo: Pócimas y ungüentos. Recetas. Las de la nostalgia, anhelos que no fueron, los que vendrán. También mucho mortero donde macerar hierba fresca, aceites y emulsiones.

Se untan como mantequilla. Regados. Sin embargo, también los hay que ni con abono crecerán más. Se extinguen las máscaras. ¿Tisana verde de verdades incómodas? Dos tazas.

El desencanto ya no da más de sí, engordó durante la distancia, y, ¿después?

Después se hizo grande. Mayor aún. Se hinchó, se expandió y a puntito está de reventarse a sí mismo. Pero la vida sigue, a pesar o precisamente la desilusión. Porque hubo jardines que siguieron ahí. Resistieron, y también se hicieron enormes. Palmo a palmo de tierra, sin que nadie la esquilmara. No más. A pesar de las grietas y de la sequía. Hubo semillas que encontraron rendijas donde sobrevivir. Sólo necesitaron agua y luz. Algo de atención. O simplemente un pequeño cambio, de sustrato, ubicación o alimento. Y estallaron plantas, y quien dice plantas, dice afectos, incluso personas.

¿Cómo crece tu jardín? Eso mismo se preguntó Agatha Christie en boca de Poirot. Pregunta ingenua, casi inofensiva, acicalándose entre venenos ocultos y medias verdades.

Sin embargo, como sucedieron hechizos, también lo hizo el embrujo plantil, y para que se desarrolle un vergel se necesita:

  • Hacer una infusión de meteoritos y enfriar.
  • Arrancar decepciones muertas, así como cortar hojas secas y puntas abiertas.
  • Mimo. A raudales, pero sin destrozos.
  • Una pizca magenta que tiña algunas hojas de rosa, otras las diluya de esperanza.
  • Dejar caer la primera lluvia de verano y enfriar.
  • Después de un buen abonado a base de música bien machada en el mortero y algo de paciencia, ya está listo para servir.

Entonces, el vergel estalla, reventón. Embruja como si fuera una sonrisa limpia, sincera y sin dobleces. Igual que lo hacen algunos deseos, y muy pocas personas.

Pero también se dice que, cuando aparecen, se sabe. Porque tienen aliento fresco a libertad, ese saber y sabor de estar donde, cuando y con quien se quiere estar. Incluso, se florece, sin crisantemos.

El atardecer incluso parece desteñir, porque un vergel, también puede ser de color rosa. Palabra de Vogue:

https://www.vogue.mx/moda/articulo/estampado-de-flores-tendencia-primavera-verano-2021

Para J. Mi vergel favorito.

Bso. Baiuca, Embruxo.

92. Sea autónoma, no sea usted original.

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Del gr. αὐτόνομος autónomos.

 

  1. adj. Que tiene autonomía.
  2. adj. Que trabaja por cuenta propia. U. t. c. s.

 

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Sea.

Sea ese lugar donde se tejen historias, o donde se narran tejidos.

Terreno de pago, peaje que no garantiza ingresos, que exige cuotas.

Y así, se alimenta el mito: trabajar por cuenta propia no necesariamente implica autonomía. La realidad se impone. Se convive con muchos rostros. Con muchas miradas. Empresas que producen réplicas, que no replicantes. Tener voz se paga con cuota propia. La que la censura negó, borrando sus nombres, su palabra. Lo que ocurre en el oficio textil, ocurrió también en el textual. Convergen en ese lugar común. Aún hoy sucede que la autoridad profesional varía en función del género. Escribo, claro, desde lo que conozco.

Ser hija de, esposa de, amiga de… en de vez de ayudar, eleva el listón. Las expectativas crecen porque se convierten en un tratado donde las contradicciones hacen reino: de la profesionalidad, de estereotipos, y también de impertinencias que, con otro nombre o apellido, no serían ni cuestionadas.

Aún pesa la firma masculina sobre la femenina en muchos ámbitos. Y no se trata de darle la vuelta, se trata que el nombre o no cuente, o lo haga en la misma dirección.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-46293652

No está tan lejos como cabría suponer. Y reivindicar un nombre puede continuar siendo revolucionario. Que nuestro trabajo no dependa de ponernos guapas o sonreír más.

El trabajo bien hecho, poco tiene que ver con adornos. Con agradar a la mirada del otro. No somos complementos, aunque podamos ser complementarios.

La autonomía no es una falsa conciliación, como tampoco muchas otras trampas que, sin querer, nos atrapan.

Pero también, forman parte de esa construcción que no debe satisfacerse nunca del todo, del mismo modo que una actitud crítica y de resistencia. De reclamar que se valore un sueldo, un trabajo, dejando a un lado las sonrisas y las minifaldas. Del mismo modo que, se suceden actitudes que perpetúan luchas de poder, rivalidades, y nos alejan, quizás de esa sororidad que también resulta utópica.

No, no necesitamos que nos salven. Necesitamos que no nos ensucien el camino.

No necesitamos que nos protejan. Necesitamos que el mundo no sea un lugar hostil del que cuidarse.

No necesito que me lleven las maletas. Necesito que no me hagan de menos por hacerlo yo, sola.

No necesito que me empujen por ser mujer y escribir. Necesito que no importe que lo sea.

BSO. Will the circle be unbroken. sufragistas.

Gracias a mis padres, y en especial a mi madre, que me hicieron el mejor regalo que podían hacerle a una niña como yo: no poner techo a mi imaginación.

Así se rompe la rueda.

77. Romper. (O la atracción del feísmo).

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Romper. Del lat. rumpĕre. Part. irreg. roto.

  1. tr. Separar con más o menos violencia las partes de un todo, deshaciendo su unión.
  2. tr. Quebrar o hacer pedazos algo.
  3. tr. Dividir o separar por breve tiempo la unión o continuidad de un cuerpo fluido, al atravesarlo. Romper el aire, las aguas.
  4. tr. Interrumpir la continuidad de algo no material. Romper la monotonía, el hilo del discurso, el silencio, la tregua, las negociaciones, el noviazgo.
  5. intr. Dicho de las olas: Deshacerse en espuma.
  6. intr. Tener principio, empezar, comenzar. Romper el día. Romper a hablar. Romper la marcha.
  7. intr. Manifestar a alguien la queja o el disgusto que de él se tiene, separándose de su trato y amistad. Romper CON un amigo.
  8. intr. Prorrumpir o brotar.
  9. intr. Dicho de una flor: abrirse (‖ separarse los pétalos).

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  1. loc. adj. coloq. De ánimo resuelto y gran desenfado.

 

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“Dicho de las olas: Deshacerse en espuma”.

Ojalá nos rompiéramos como las olas, deshechos en espuma.

Pero lo cierto es que solemos rompernos en una ciénaga. La misma que muchos habitan.

Convirtiendo en recuerdos lugares que sobreviven pero apenas existen como los descubrimos. Así como se cierran puertas para no regresarlas, se construyen nuevos caminos.

Se desgarra la lana vieja, se rasga la seda más delicada, se mueren las gardenias y se desangran las modas como se zurcieron mensajes en las costuras.

La realidad tiene mucho de ruptura, con el pasado, dicen, con la clase establecida, tal vez. Así, de vuelta y media, el feísmo se sube a sus plataformas, dentro y fuera de las pasarelas y se deja el pelo sucio -sí, como lo leen- para reafirmarse.

Quizás, como paradojas hay muchas, sea la exhibición de la imperfección, no de su arreglo, ni de remiendos que caen en el olvido; tal vez, metáfora de convivencia con la desidia haciendo jirones ideologías, o incluso la burla del sistema de quienes consumen, consumen y consumen hasta que quemen los bolsillos que se sean lo único que no se rompa ni deshaga en las tendencias.

¿Todo llegará?

OI 2018-2019 de Gucci

OI 2018-2019 de Gucci

Michael Kors sostiene que el estilo es lo contrario a la moda: “no tiene que ver con el vestir, es el reflejo de cómo piensas y cómo vives”.

Entonces ¿quiénes son aquellos que alimentan dicho feísmo?

¿Acaso el mal gusto nace como reacción al gusto de lo que se ha llamado históricamente clase dominante?

En el fondo, esta ruptura me lleva irremediablemente a preguntarme ¿qué es la belleza? ¿responde ese instinto de degradarla al mismo rincón del inconsciente en el que un adolescente busca “matar al padre”?

 

Umberto Eco en Historia de la fealdad suscribe que lo feo no es el infierno de lo bello. Ambos pertenecen a distintos registros estéticos, construcciones sociales y culturales que varían según el entorno y sus circunstancias. Ahora que vivimos inmersos en la constante exhibición de cada entorno, a través del espejo, que diría Lewis Carroll, nos asomamos a un abismo inesperado que convive con una realidad que poco tiene que ver con los cánones clásicos de belleza, seguramente.

Y así ocurre, que el feísmo no sólo estético, se instala en nuestra mirada, en nuestra realidad. Se expone aquello roto sin intención ni intento de arreglo, incluso como triunfo del que enorgullecerse.

 

Oscar Wilde definía a la moda como una forma de fealdad tan intolerable que se debe alterar cada seis meses, y así lo confirma el propio Demna Gvasalia “Mi ropa es fea, por eso gusta tanto», comentaba orgulloso.

 

Este año la estructura de unos tejanos, por llamarlos de algún modo, se venden por 140€ en Carmar. Leo con asombro artículos en los que se preguntan si alguien se pondría algo roto cuando llevamos años viendo cómo el desgastado y las roturas alcanzan lo que para muchos, quizás en otra época, serían las más altas cotas de la miseria.

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Pienso en quienes fueron sastres o costureras, en los milagros que hacían con zurcidos y costuras impecables para alargar a base de remiendos las vidas de prendas ajadas, incluso en la lucha contra polillas irreverentes (que parecen haberse dado un festín con dichos tejanos).

Pero no puedo evitar sonreír al imaginarme a un Banksy del textil detrás de esta gamberrada, a falta de performance, ya saben, que los convierta en El traje nuevo del emperador versión 2018.

 

¿Qué pensarían si regresaran y vieran el espectáculo en el que se ha convertido el oficio?

 

Prendas que ahora viven en esta vorágine de vida líquida, tan efímero como amores sin lucha que se deshacen sin la belleza de la espuma de las olas, donde habitar, a veces en los márgenes, donde el brillo no consiste en el efecto sorpresa, sino en el estilo del que hablaba Michael Kors, ahí donde una lentejuela a plena luz del día ilumine más que todas las noches de fiesta empapadas en feísmo, ahí donde se romperse en espuma.

 

 

Hoy una recomendación y un recuerdo.

La primera es contra el feísmo que nos rodea, alimentando una belleza natural, sostenible y respetuosa con los animales y el planeta. http://naib.es/

(Podría decir que siento cierta nostalgia del poso que los gnomos dejaron).

 

22 de noviembre es y será una fecha de un pasado que nos trajo hasta aquí.

Hubiera sido el cumpleaños del Botella original en el mundo del textil al que tanto mi padre como yo le debemos un oficio. Dos gardenias para él.

73. SOStenibles

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sostenible

  1. adj. Que se puede sostener. Opinión, situación sostenible.
  2. adj. Especialmente en ecología y economía, que se puede mantener durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente. Desarrollo, economía sostenible.

 

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Sostiene Pereira que lo conoció un día de verano*”.

Sostiene, incluso, que así comenzó un gran idilio textil, uno del que cuanto más sabía, más gustaba.

Sostiene que, como ocurre en la ficción, los amores textiles también se pueden convertir en textuales.

Y así, como suceden los flechazos, nació el amor por el Tencel, a través de un tacto ciego.

Llegó para anidar en mi armario…

Pero empecemos por el principio; TENCEL® es una marca registrada desarrollada por Lenzing cuya fibra procede de la pulpa de eucaliptos que crecen en granjas sostenibles certificadas por el Forest Stewardship Council (FSC) y la fibra lleva el sello de calidad Pan-European Forest Council (PEFC). Lyocell es su nombre genérico, que puede ser sostenible pero no está garantizado.

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Por tanto, es una fibra regenerada por la mano del hombre, pero no es sintético ni se usan químicos ni solventes tóxicos para su producción, sino orgánicos que después son o pueden ser reciclados. Además, se la considera una fibra de celulosa de alta tenacidad, es decir, de gran resistencia y biodegradable.

¡Cuántas maravillas! Pero, ¿dónde está la pega pensarán nuestras mentes ensombrecidas?

Pues aún hay más beneficios de su uso:

  1. El tejido absorbe y regula la humedad. 50% más que el algodón y que la lana.
  2. Resistente a los olores. Previene el crecimiento bacteriano a través del manejo de la humedad de la fibra, y por tanto libre de olores, lo que significa menos lavados -a mano o a máquina en frío- y ahorro en agua y energía, evitando además el desgaste en dicho proceso.
  3. Hipoalergénico. No es probable que este material cause una reacción alérgica. También es antiestático y antiadherente.

Cuestiones sostenibles respecto a otras fibras regeneradas:

  1. Cultivo sostenible: Obtenido de árboles de eucalipto cultivados en granjas, sin manipulación genética, riego o pesticidas.
  2. Químicos no tóxicos: Los químicos empleados para su producción no son tóxicos, evitando la contaminación de emisiones de aire y agua, así como el uso de agentes catalíticos ni lejía para su elaboración.
  3. Sistema de circuito cerrado: El tratamiento de la pulpa de madera usada para producir la fibra de Tencel (junto con Cupro y Modal), es decir, los productos químicos empleados pueden extraerse posteriormente y el 99% del agua y el solvente se reutilizan, mejorando la preservación de dicho recurso.

 

Mientras, hay muchos mundos textiles, los que sostienen teorías insospechadas, insostenibles como replicantes desintonizados y aquellos que convierten nuestros armarios en lugares mejores que habitar, respetando bosques y convirtiendo la causa textil en reivindicación desde ambos lados de la barricada, porque así debe hacerse, como responsabilidad común y compartida para que no quede todo en señales SOS de humo dispersas.

Special thanks to Gülipek, one textile company which do their best for a better world, company which develops new fabrics with sustainable fibres, company which I’m proud to work with. http://www.gulipek.com.tr/

 

Sostiene P. que los recursos no se agoten de puro cansancio…

*Comienzo de Sostiene Pereira, novela de Antonio Tabucchi.

70. De la diferencia -a la disidencia-.

Escher

Escher

diferente

Del lat. diffĕrens, -entis.

  1. adj. Diverso, distinto.
  2. adv. De manera diferente.

 

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Fui una niña poco convencional.

Disfruté tramando historias, viendo guisar a mi madre y aprendiendo a comer, escuchando las canciones que mi padre elegía para encontrar cuentos ocultos, nunca quise ser princesa, pero sí tener mi castillo. Crecí alimentando mis sueños sin compararlos con los de los demás, tampoco con los de otras niñas.

Fui asimilando lo que no quería ser a la vez que me inventaba una versión un poquito mejor de mí misma, o eso siempre intenté.

Y mientras, en los años 80, se ensayaba una tolerancia quizás idealizada en mi recuerdo, ya saben, a veces la memoria es infiel. Sin embargo, parecía que la libertad de expresión, gustara o no, existía, el humor podía ser lo negro que el cómico quisiera sin necesidad de pedir perdón.

Pero -siempre los hay- hubiera o no tolerancia, en las aulas y los patios de colegio, la realidad era distinta, la mía, al menos.

No, no fue fácil. Claro que no. Ser diferente nunca lo fue. Pero con la distancia y perspectiva que dan los años, es cierto que aquel fue uno de los mejores aprendizajes para lo que puerilmente se llama “edad adulta” sin convertirme en víctima de las circunstancias, porque, parafraseando a Simone de Beauvoir, no se nace víctima, se llega a serlo.

Observo con cierta perplejidad como la vida real sigue siendo un enorme patio de colegio con las inseguridades despiertas, hambrientas y perversas; con la falta de pensamiento crítico, cítrico, que acaba por escocer heridas abiertas, pero tanta incomprensión descubre un camino propio, no todo va a ser presión social, la coherencia es resistencia, lucha e ideología.

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Compren diferente, vivan diferente.

Atrévanse a ser diferentes.

¿Piensen diferente?

 

Y entonces, la publicidad, experta en exprimir la polémica y crear contenido, se hizo un hueco para explotar un término que genera más controversia que la piña en la pizza.

¿Cuándo la diferencia se convirtió en mainstream?

¿Acaso existe la diferencia aceptable?

Por mucho que el marketing aproveche lo diferente, vivimos en un mundo de im-pertenencia al grupo, que, desde lo ancestral, tiende a sentirse incómodo ante cuestionamientos ajenos a los suyos.

Pero no todos necesitamos ser manada. Encontramos por el camino con quienes compartir, de quienes aprender, a quienes escuchar. Desde nuestras similitudes, pero también, desde nuestras diferencias.

Las mismas que se construyen desde la mirada, objeto especular que deforma o redibuja la polémica, ahí donde la miopía distorsiona realidades ¿diferente respecto a qué, a quién?

¿Es necesario un posicionamiento constante?

Y así, entre palabras que alimentaran al pensamiento, llegó la disidencia, incluso, en los encuentros y en las diferencias.

 

Espejo mágico (1946), litografía de M. C. Escher

Dedico este texto a compañeras de viaje de estos siete años textiles,  queridas, sabéis quienes sois y que os habéis convertido en amigas.

 

Se dicen muchas cosas…

 

 

64. De pasarela: la delicadeza. (V15.09.2017 Ángel Schlesser)

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pasarela

Del it. passerella.

  1. f. Puente pequeño o provisional.
  2. f. Plataforma móvil por la que se accede a un barco.
  3. f. Puente para peatones, destinado a salvar carreteras, ferrocarriles, etc.
  4. f. Pasillo estrecho y algo elevado, destinado al desfile de artistas, modelos, etc., para que puedan ser contemplados por el público.
  5. f. En un aeropuerto, túnel articulado que comunica el edificio de la terminal con un avión para el embarque y desembarque de los pasajeros.

 

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Hay lugares donde ocurre la magia.

Pasarelas entre un mundo y otro, universos dentro y fuera del marco, del escenario, del barco. Y dejando de lado los ripios, allí, donde sucede todo, empiezan los viajes.

Hubo uno que partió con el batir de las alas hacia un amanecer de verano, limpio, como la ingenuidad donde el tiempo no existiera y la levedad de las plumas anunció lo que vendría después: la delicadeza.

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Allí donde las certezas se superpusieron como tejidos y prendas, claroscuros y transparencias donde poder ser una y muchas mujeres a la vez, fundiéndose la piel con los colores ¡ay los colores!

Aquellos que rebañaron desde la Provenza hasta Hendaya al atardecer: rosas casi lavanda rota y seca por el sol, verde agua después de la siesta, y los eternos binomios blanco y beige; luz y trigo.

 

 

 

Y entonces, cuando el viaje sabía a tostada con mantequilla, las nietas y bisnietas que hubieran tenido Scott Fitzgerald, Zelda y el gran Gatsby hicieron aparición engalanadas de trajes sastre como el escándalo que una vez, Gabrielle Chanel soñó: vestir a mujeres libres, hacer de sus movimientos, su emblema. Abanderada como el chic de lo francés que aún pervive y sin duda, hubiera vestido esta colección dual: delicada y fuerte; líneas limpias, masculinas y llenas de feminidad, amarradas a nudos marineros en los detalles y a zapatos planos de cestería, de comodidad, incluso de memoria.

 

 

Como si el atardecer anticipara la noche, asomó la intensidad de diva lorquiana, vestida de nit, de verde, que te quiero verde, sin que la muerte encontrara a las mujeres pájaro bailando junto a la hoguera, tan roja como un recuerdo, tan blanco y marino como la luz y el mar.  Marineras en tierra envueltas en arena, cuyas texturas y fluidez se revolvían como el viento agita el pelo junto a un acantilado, en esa danza entre el agua y el fuego, tan esencial, tan telúrica.

 

 

Y quizás, el viaje antes del fin, anunciara un nuevo amanecer en el lejano oriente cuyos fajines dejaron con hambre de más, apetitos de una despedida circular, donde el carrusel se movió con el saludo discreto de Carolina Menéndez, quien soñó con aquella colección llena de sensibilidad, que no sensiblería hasta la nueva temporada, entre dos mundos.

 

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Hasta aquí el viaje que resultó del desfile de los diseñadores Carolina Menéndez y Alexandre García dibujaron, colorearon e hicieron posible creer en una magia de verano justo cuando empezó el sabor del otoño.

Aquí un vídeo con un resumen: https://www.cosmopolitantv.es/cosmotube/videos/3167/

 

Gracias Carolina por hacernos soñar otros mundos, por tendernos esta pasarela llena de magia, de viajes, de aromas y de música. Enhorabuena.

62. No sólo pesan las maletas

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Pesante

Del ant. part. act. de pesar1.

  1. adj. Que pesa.
  2. adj. Entristecido o arrepentido de lo hecho.
  3. m. Pesa de medio adarme.

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  1. m. Moneda de oro de la Edad Media.

 

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A veces la realidad -laboral- pesa como maletas llenas de piedras; se dejan caer los párpados, pesados como juicios, como quien se salva inmóvil al borde del camino, quiere con desgana* en una verdad rocosa en este mundo de contradicciones volátiles lejos de las palabras de Benedetti.

 

Pesan prejuicios que acumulan polvo y crecen telarañas: la profesionalidad no tiene género, edad ni parentesco.

Se cantan muestrarios, se apuntan comentarios y se escuchan improperios a la voz del “¿te enteras, guapa?” cuyo decorado preconstitucional alimenta el silencio cual cri cri de los grillos.

 

Pesan realidades que confrontan mi ingenua creencia infantil: que la igualdad existe, es un cuento. Aún hay que reivindicarla, aunque moleste: a muchas se nos exige demostrar -incluso trabajar- más que a los compañeros, a quienes aún en muchos casos, se les presupone más. La innegable brecha salarial en la que nosotras cobramos en España un 14.9% (y 17% en la Unión Europea según Eurostat) menos que nuestros colegas que firman como un señor por la misma actividad, y en muchos casos el constante intento de silenciar nuestro trabajo, de sometimiento, de arañar a la mínima la comisión. Sí señores, esto ocurre, Europa, año 2017. No, no son casos tan aislados.

 

¿Qué ocurre cuando no quieres dominar ni ser dominada?

Entonces, en ese rincón improbable, casi invisible, se revuelve la supervivencia que para muchos se hace molesta.

No debería pesar el respeto ni la educación aunque vivamos en pieles y miradas distintas.

Agradezco que mis padres me lo enseñaran y me dieran las herramientas para no convertirme en una mujer presa, ni fácil, ni presa de mí misma.

Aprendí que también pesa tener voz, ser incómoda, cuestionada.

No soy ni seré el reflejo de nadie, lo que se espere de mí, porque en la espera, desesperen, se rompan o no verdades absolutas, certezas intocables.

No soy ni seré ni más ni menos mujer por elegir arreglarme o por no hacerlo, por querer verme guapa, o por engordar un par de kilos y no volverme loca, por elegir qué ropa ponerme y cuál descartar, no me justificaré ante quienes digan que ése es el marketing del patriarcado.

No soy ni quiero ser esa mujer, ni cliché, ni objeto, ni dominante, ni dominada.

No soy lo que me convierta la mirada de otro, ni dejaré de ser porque no me sigan mirando.

 

Pesan los odios que calcifican en el hueso durante siglos de reflejos distorsionados, espejos velados, miradas rotas.

 

Pesan más que el baúl de la Piquer.

Tanto que al final se desenfoca y se convierten elecciones en polémica fácil como ha sido el caso de la controvertida camiseta de Inditex de “Everybody should be feminist” (piensan que el señor Amancio Ortega quiere enriquecerse -más- con la lucha feminista). Sí señores, se acusa de cómplices e hipócritas a quienes la tienen y la visten en formar parte del patriarcado más capitalista.

Confieso públicamente: la tengo. Y no, no me arrepiento, no me avergüenzo, ni me siento cómplice. Cuando supe de la existencia de la camiseta original de la casa Dior -porque el mundo textil, lo crean o no, ni empieza ni acaba en Inditex, hay mucho trabajo previo y posterior- sentí esa tímida fascinación que se experimenta cuando las altas esferas aportan visibilidad a un movimiento social. Serán criticados, sin duda, pero considero que el gesto, aunque se desvirtúe, vale.

Y ocurrió lo esperado, se hicieron eco y tomaron el testigo del mensaje, porque este trabajo es así: reinterpretación.

DIOR PRESENTA SUS DISEÑOS EN LA SEMANA DE LA MODA DE PARIS

Pesan los ataques siempre, pero con cuestiones tan subjetivas como el mundo simbólico, con camiseta o sin ella, más.

No dejo de imaginar lo culpables que se sienten en el colectivo LGTBIQ, fustigándose incluso, por haber enriquecido quizás al heteropatriarcado que ha hecho negocio vendiendo banderitas por la semana del orgullo mundial estos días en Madrid. ¡Ah, no! Que eso era visibilizar…

 

En resumen, me sumo a las palabras de Emma Watson que también ha sido atacada por unas recientes fotografías en las que se intuía su pecho para Vanity Fair:

«El feminismo va sobre dar poder de elección a las mujeres. El feminismo no es un palo con el que golpear a otra mujer. Es libertad, liberación, igualdad. De verdad que no entiendo qué tienen que ver mis pechos con esto. Es muy confuso.”

 

¿Por qué pesa tanto el odio?

Engulle todo lo que no entiende, lo que no comprende y no acepta.

Pesan los discursos sin respeto, aquellos que nacen con “tienes que” seguramente no tengan buen final, ni siquiera merezca escribirlo, porque a fin de cuentas, tengamos sin pretensión, mala reputación.

 

En mi pueblo sin pretensión

Tengo mala reputación,

Haga lo que haga es igual

Todo lo consideran mal,

Yo no pienso pues hacer ningún daño

Queriendo vivir fuera del rebaño;

No, a la gente no gusta que

Uno tenga su propia fe

 

58. La dama de las camelias.

(la revolución Chanel, o el derecho de lo efímero).

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dama

Del fr. dame, y este del lat. domĭna.

  1. f. Mujer noble o distinguida.
  2. f. Mujer, señora, en tratamiento de respeto. Servir primero a las damas.
  3. f. irón. concubina.
  4. f. poét. Mujer galanteada o amada por un hombre.
  5. f. pl. Juego que se ejecuta en un tablero de 64 escaques, con dos conjuntos de fichas distinguidos por el color.

dama de noche. f. Planta de la familia de las solanáceas, de flores blancas, muy olorosas durante la noche.

dama secreta. f. p. us. En el juego de damas, autorización que se concede al otro jugador para que convierta en dama uno de sus peones cuando lo crea conveniente.

primera dama. f. En algunos países, esposa del presidente de la nación.

 

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Érase una vez una mujer que convirtió, puntada a puntada, un improbable en revolución.

La pequeña Gabrielle Chanel, quedó huérfana de madre a los seis años por una tuberculosis. Su padre, vendedor ambulante, de quien recibió el nombre Coco que después el cabaret consagraría -o tal vez viceversa-, la envió a un hospicio, donde aprendió el que sería su oficio; la costura.

Mademoiselle Chanel fue una mujer valiente no por querer lo que nadie se imaginaba, sino por llevarlo a cabo.

Empezó por la cabeza, sombrerera visionaria, se cortó el pelo y los bajos de los vestidos y no necesariamente en ese orden, y como a tantas otras mujeres libres, se le acusó de orgullosa.

Coco_Chanel,_1920

Lo que para muchos fue falta de clase y dinero, ella lo tradujo en sencillez, en estilo, y así fue generando el germen de su lucha, de las claves del armario de la mujer de hoy: la comodidad.

Y puntada a puntada, se consagró confirmó sus palabras:

«Para ser irremplazable, uno debe buscar siempre ser diferente.»

Y diferente fue todo lo que sus manos tocaron, el derecho de ser distinta, encabezaría el decálogo Chanel.

  1. Cambio de silueta y figura. Cansada arrastrar vestidos por suelos, adoquinados o no, y de la rigidez de corsés, frufrús… los arrancó y no dejó ni las plumas, recortó las faldas mostrando los tobillos hasta llegar a las rodillas, largo que se convirtió en emblema de la casa. Mademoiselle declaró en 1968 que las rodillas le parecían la parte más fea del cuerpo y no le parecía necesario descubrirlas.
  1. Afición por lo masculino y la funcionalidad. Así fue como creó el estilo deportivo o sportswear, con claras influencias del ropero deportivo masculino al cuerpo de la mujer. También incluyó prendas de punto y las emblemáticas camisetas marineras
  2. Pantalones. Durante su convivencia con Étienne Balsan, heredero textil francés con quien se aficionó a la equitación, comenzó a usar su guardarropa saltándose convencionalismos y omitiendo juicios a su femineidad. Los pantalones se convirtieron gracias a Chanel en el gran básico de hoy.
  3. Chaquetas. De nuevo, reinventó una prenda del vestuario masculino para adaptarla a su obsesión: la libertad de movimiento de la mujer. Así nació la chaqueta de líneas rectas, hacia el minimalismo que la convirtieron en el clásico que es. Su estructura se ha reinterpretado en la maison a lo largo de los años sin renunciar a su perfecta caída gracias a una cadenita que rematan el dobladillo en el interior.

  1. El traje sastre de tweed. El origen de este emblemático dos piezas también debe su origen al ropero masculino, el de Boy Capel y del duque de Westminster. Chanel se inspiró en su sencillez y la elegancia británicas.
  2. Bolso 2.55. El bolso emblemático de la maison nació para liberar las manos de la mujer frente a los bolsos de mano, incluyó una cadena para colgarlo del hombro el mes de febrero de 1955, de ahí su nombre.
  3. La bisutería. Quizá quede para siempre en el imaginario la imagen de Chanel engalanada con sus collares de perlas, lo que no muchos saben es que muchas eran falsas, y así convirtió en aceptable que se luciera bisutería para y sugirió la máxima que para estar elegante no hace falta ser rica.

«No es la apariencia, es la esencia. No es el dinero, es la educación. No es la ropa, es la clase

«Viste vulgar y solo verán el vestido. Viste elegante y verán a la mujer

  1. Binomio blanco y negro. Gabrielle Chanel imaginó sus diseños en sus colores básicos, beige, rojo y por supuesto el binomio blanco y negro, juntos y por separado. El blanco porque al captar la luz realza la belleza y sencillez natural, que combinó con el negro, porque uno no existe sin el otro, así como la noche y el día. El negro resalta lo esencial e hizo de él, el color de la elegancia en 1926 gracias a le petit robe noir hasta entonces vinculado a lo monacal, el servicio doméstico y el luto, y de su estilo bicolor nacieron los zapatos míticos de Chanel.
  2. Petite robe noir. De las versiones (dan para otro texto entramado) que cuentan cómo nació el pequeño vestido negro -hasta la rodilla-, destaca la aportación de Chanel en convertirlo en clásico tanto para el día como para la noche, haciendo de su elegancia uno de los básicos más reinterpretados actualmente.
  3. Camelia. Que la joven Chanel se prendara de La dama de las camelias de A. Dumas (hijo) no fue sino, otra bonita casualidad más que la convirtió en leyenda, así como dicha flor se convirtió en símbolo de refinamiento, habitual en las solapas de dandies. También la tomó prestada de la moda masculina adaptándola a los adornos y a detalles con diversos materiales como el tweed, piel, fieltro, tul, satén, plumas y organza. Flor de aroma sutil para que cada mujer elija su perfume, su esencia.

La llamaron rebelde, yo la pienso revolucionaria, valiente de no perderse entre tanto ruido, cuya aspiración era la radicalidad -que dirían hoy algunos- de dar libertad a la mujer, que se sintiera cómoda en su propia piel, sin convertirnos en musas intocables, sino abrir caminos, posibles e improbables, hacer que la mujer no existiera, sino como decía Lacan, fuéramos una por una.

Chanel fue una mujer que se atrevió a soñar, que quiso trabajar para ganar su libertad, no como esposa, no ser una más, no ser la expectativa de nada ni de nadie y así, diseñó su vida, con la osadía del deseo escrito en su piel.

Logró recomponerse una y tantas veces después de romper las costuras de convencionalismos y de revolucionar no sólo la moda, sino el estilo, que como ella dijo, permanece.

Cuentan que al morir pronunció sus últimas palabras “y así se muere” lo que no sabemos es si con su socarrona sonrisa también pensó “y así se vive, como un soplo efímero”.

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Para todas las mujeres que no se conforman con ser musas intocables, para aquellas que día a día luchan para seguir emborrachándose de primavera.

Para quienes a veces dentro y fuera del oficio sienten cierta soledad, pero no se rinden, enormes diseñadoras que hacéis magia.

Para vosotras.