106. De cuentos, vuelos, alas y primavera.

cuentacuentos

1. m. y f. Persona que narra cuentos en público.

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Todos los cuentos de mi infancia tienen su voz.

Éranse muchas veces. Ni todas fueron un principio, ni un final.

Ella llegó a este mundo un día de tormenta. Al menos, eso cuentan. Sin embargo, desde muy pequeñita, ya era fuego.

Podría haber cruzado al otro lado del río o de la laguna sin Caronte, pero aún no lo sabía. Y, de no haber sido por ellos, hubiera tardado mucho más en aprenderlo, o quizás, no lo hubiera hecho nunca.

Quizás llenaron su infancia de flores, de buenos alimentos y de risas. Quizás, tan sólo le dieron algo tan pequeño y tan enorme como un lugar.

Y así fue creciendo, a los dos lados de la magia. Pero es cansado nadar contracorriente. Escondía sus alitas doradas de un mundo gris. El que la dibujaba en blanco y negro. El que la escribía con ideas que no eran las suyas. Pero el fuego no se apaga con cualquier tormenta. Eso también lo supo, aunque no dijera nada.

Los cuidados y afectos fueron revolucionarios en un mundo áspero. Cada una tuvimos nuestra propia suerte: hubo familias sin sangre y otras desmembradas, amistades incondicionales y amores improbables. También, todo lo contrario. Y como en un río, no dejó de resonar otra verdad verdadera: lo importante es la salud. Porque salud también fueron las elecciones. Las de aquellos vuelos necesarios, las que hicieron camino. Y la risa también alimenta. Aristóteles lo sabía, presuntamente dedicó su segundo libro de poética al humor, como instrumento de la verdad. La risa destruye al miedo, y sin él, la libertad está más cerca.

Y ella reía. Lo hacía con la supervivencia de un brote a destiempo. Trayendo siempre la primavera. Con cada carcajada le fueron creciendo sus alas de un oro tenue. Ésas que, algún día, la harían volar alto. Pero entonces, aún no lo sabía. Se le caían las plumas por no poder agitarlas. Por no darles el vuelo que necesitaban para no oxidarse. Y pintó en sus alas pequeños laberintos como si fueran un plan de huida. Igual que en las nubes, o las formas del agua. El mundo se llenó de patrones. Como si se tratara de un estampado gigante. Como si no se hubieran perdido los campos de amapolas, margaritas o girasoles.

Cuentan que incluso, le crecieron flores de un pasado que ya no existe. Otras, llenándose de silencio, se ahogaron en el olvido. Las que no pasaron a otro tiempo, quedaron a este lado y, es posible, que, a pesar de los pesares, aún la acompañen. Aún respiren con ella. Con cada uno de los cuentos que contó. Los que quedan por soñarse.

A mi madre.

pd. Estampados de la colección de LEV.

BSO. Birds On a Wire. Sur la place. 

75. Inflexión (de inflexionar).

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inflexión.

Del lat. inflexio, -ōnis.

 

  1. f. Torcimiento o comba de algo que estaba recto o plano.
  2. f. Elevación o atenuación que se hace con la voz, quebrándola o pasando de un tono a otro.
  3. f. Geom. Punto de una curva en que cambia de sentido su curvatura.
  4. f. Gram. flexión (‖ alteración de algunas voces).

 

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Siete años y medio.

Siete años y medio, y una semana.

Recordamos, quizás, con muchas más distancias aquella primera vez.

Vestía: camisa blanca de día, vestido rojo de noche.

Cenamos italiano en un parque parisino.

Las horas pasaron con un reloj muy distinto al que hoy marca mi ritmo, mi tic tac, tic tac.

Suelos púrpuras, paredes color vino: burdeos, pinot noir, côtes-du-rhône… y hoy, en los pasillos, más de una carrera.

Tantos encuentros y desencuentros en estos años.

Los mismos en el avispero que siempre imagino que es Première Vision.

Aprendí que el mañana rara vez existe, que existimos en un ahora plural, caleidoscópico, subjetivo y distorsionado, que es el nuestro.

El del desafío constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta, porque siempre hay un momento para cada canción, sea diferida o en persona, personalmente

Son, fueron y serán conversaciones de feria bajo los sofocantes focos los que alimentaron estos años; donde las que hoy son mujeres serpiente, quizás se conviertan en tigresas después de haber pasado años siendo leopardas; fieras en las ferias, seguirán devorando prints porque ya no digieren estampados, serán trendy porque las tendencias se agotan, flamencos rosas en las esquinas nos lo recuerdan, no así el constante devenir de la mancha animal, que dirán las revistas que vuelve, cuando no recuerdo que se hubieran alejado ni diez metros, ni en las ferias, ni en la calle… respirarán invierno según marquen los cánones, los desfiles y los gurús en este otoño que como ya ocurrió con la primavera, se está haciendo de rogar.

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Cuentan que el animal print es una tendencia que se inició en la New York Fashion Week, o lo que es lo mismo, la semana de la moda de Nueva York, presentados por Tom Ford. La presencia animal también destacó en la semana de la moda de Londres de la temporada que nos ocupa 2018/2019. Versace sigue las huellas de Tom Ford recoloreando de neón y Dolce & Gabbana alimenta una jungla con looks que van más allá del clásico leopardo virando hacia las cebras, jirafas y tigres.

 

Desfile Dolce Gabanna OI 2018/2019. Fuente Vogue.

Vivimos en un sector circular, dinámico y sin embargo, en constante digestión.

Han pasado cuatro años de aquel texto de transición, en este otoño de pura inflexión, seguimos soñando con serpientes, la mato y aparece una mayor / con mucho más infierno en digestión.

https://entramada.wordpress.com/2014/08/26/27-transicion/

 

Lo aprendido se convierte en música, lo compartido tiene el sabor de nuestra memoria, tirando a salado, a aperitivo, en este atardecer que nos alcanza de lo que fue este viaje juntos.

Allí donde el oficio creció, allí donde se sembraron amistades.

Allí, donde arrancaron los cambios, los suyos, los míos, los nuestros.

Donde comba la curvatura, donde se bifurcan caminos y se traman los años.

Donde siempre me empapa antes el otoño, donde París se vuelve música al anochecer; el piano, el vino y el queso; la lluvia, les feulles mortes, las serpientes de mar.

 

Siete años y medio.

Siete años y medio, y una semana, del verbo inflexionar, que no existe, pero quizás, existirá, inundado de palabras, de recuerdos, los nuestros.

 

A mi padre, compañero y cómplice.

Gracias.

33. Savoir faire marinero.

marinero, ra.

(De marina).

  1. adj. Dicho de una embarcación: Que posee las características necesarias para navegar con facilidad y seguridad en todas circunstancias.
  2. adj. Perteneciente o relativo a la marina o a los marineros.
  3. adj. Semejante a cualquier cosa de marina o de marinero.
  4. m. y f. Persona que presta servicio en una embarcación.
  5. m. y f. Persona que sirve en la Armada en el último escalón de la marinería.
  6. m. y f. Persona entendida en marinería.
  7. m. argonauta (‖ molusco).
  8. f. Prenda de vestir, a modo de blusa, abotonada por delante y ajustada a la cintura por medio de una jareta, que usan los marineros. nudo marinero

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Embarcados y al abordaje, como argonautas (dejemos a Jasón al margen) surcando los mares, atrapamos veranos futuros propuestos en París, allí donde todo comienza, donde se destapan las ideas.

Marineros en tierra rediseñan ecos de sirenas perdidas, a rayas azules y blancas.

Must de cada verano y tendencia convertida en clásico del chic de lo francés, tiene su discutido origen como jersey, o incluso atuendo íntimo en litografías de pescadores del Canal de la Mancha a principios de siglo XIX. Fue en 1858, durante el Segundo Imperio francés, cuando se estableció el uniforme oficial de los marineros: pantalón de pata ancha, camisa blanca con cuello azul, jersey de rayas (permitía localizar a los marineros a distancia o si caía por la borda; dicho diseño se visualizaba fácilmente entre las olas) y un abrigo corto de lana.

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Por su lado, las camisas marineras tejidas en algodón de color crudo teñido con añil o índigo cuyo número de rayas no quedaba al azar; 21 rayas blancas de 20mm (se cree que significan el número de victorias de Napoleón en el campo de batalla) y 20/21 azules de 10mm para el cuerpo y 15 blancas y 14/15 azules para las mangas. Igualmente simbólicos son los colores; el azul representa el mar y el cielo; el blanco el lugar donde ambos se tocan en el horizonte o la espuma de las olas. Así, casi sin querer, se dibuja el salitre en mi piel… como se despierta el olor a mar, saltando entre las rocas, recordando incluso la bandera de Bretaña, Gwenn ha du en bretón, datada de 1923 diseño de rayas negras y blancas que representan las provincias del este y del oeste respectivamente, ciertamente distante de la épica napoleónica.

Apenas unos años antes, en 1917, Gabrielle Chanel viajó a la costa de Deauville (en la Baja Normandía, región donde la empresa Saint-James comercializó el diseño mantenido hasta la actualidad) y revolucionó el uniforme marinero vistiéndolo y fraguando lo que se convertiría en el básico chic, conquistando a mujeres gracias a su estilo innovador, fundamentado en la comodidad y facilidad de movimiento.

Villa La Pausa Roquebrune 1930 con perro Gigot Foto Cordon press

Sin embargo, fue Yves Saint Laurent el responsable de introducir las rayas marineras en la alta costura con su colección de 1966 “Matelot” (Marinero) de vestidos de rayas a base de paillettes/lentejuelas.

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Vestido de coctel Yves Saint Laurent.

Progresivamente se convirtió casi en seña de identidad de inspiradoras figuras culturales, como Picasso, Andy Warhol, Brigitte Bardot, Jean Cocteau, Ernest Hemingway, James Dean, Audrey Hepburn, Marilyn Monroe o Kurt Cobain.

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Jean Paul Gaultier tomó el relevo en varios de sus desfiles, desde 1978. En 1983 desarrolló la colección masculina Boy Toy y haciendo de las rayas el gran rasgo distinto de la maison Jean Paul Gaultier frente a las demás.

carolina_de_monaco_jean_paul_gaultier__ PV2007 Foto Cordon Press Giovanni Giannoni

Diseño de Jean Paul Gaultier 2007que vistió Carolina de Mónaco. Foto Cordon Press Giovanni Giannoni.

Así van pasando los años y las rayas (más o menos marineras) formando parte de ese deseado verano imaginario.

Algo así como un arroz junto al mar que soñamos en tierra adentro, como un guiso que nos transporte a esa orilla tan intensa, a la sombra del estado semi consciente, mientras suenan las chicharras de las tardes del estío.

A ese recuerdo fantástico que acaricia el imaginario y la realidad a partes iguales.

Así como se entrelazan las rayas, como aquel verano que soñamos en alguna tardes de largas y sabrosas digestiones.

«Gimiendo por ver el mar,

un marinerito en tierra

iza al aire este lamento:

«!Ay mi blusa marinera!

Siempre me la inflaba el viento

al divisar la escollera».

 

Rafael Alberti, Marinero en tierra, 1924.

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8. Copia

ImageCopia.

(Del lat. copĭa).

1. f. Acción de copiar. La copia de obras de arte está legislada.

2. f. Muchedumbre o abundancia de algo.

3. f. Reproducción literal de un escrito o de una partitura.

5. f. Obra de arte que reproduce fielmente un original.

6. f. Reproducción exacta de un objeto por medios mecánicos. La copia de una llave.

7. f. Imitación de una obra ajena, con la pretensión de que parezca original.

10. f. Cada uno de los ejemplares que resultan de reproducir una fotografía, una película, una cinta magnética, un programa informático, etc.

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Todo es mentira. Excepto una copia.

Una copia resume la verdad de una mirada, que por el contrario, puede no ser cierta.

“No es el objeto lo que importa, sino la percepción que tenemos de él” podemos incluso dotar al objeto copiado de una naturaleza propia, exclusiva, y descubrir cómo cambia su valor implícito en la mirada subjetiva de quien viste la copia, o quien la ejecuta/desarrolla.

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Se confían ciertos atributos en un original: auténtico, verdadero, confiable, genuino, dotado de un valor intrínseco.

Sin embargo, una copia se construye a partir de la reproducción de una suerte de verdad subjetiva. Y así es como se atribuye valor a ambos, al original desde la copia y a ésta a partir del primero.

Convivimos a diario rodeados de copias, y es entonces cuando se inscribe en ésta parte de su propia entidad, la seguridad, la uniformidad y la reproducción frente al temor de la mirada del otro.

La copia consiste en la traducción de un original a un código comercial.

Encuentra las 7 diferencias

La reproducción en un sentido neo literal, neo liberal de las ¿7? Diferencias en el sector –textil-.

Como si de un juego se tratara, se modifican tamaños, cambian perfiles, direcciones, se eliminan elementos, se incluyen otros… et voilà! Ya tenemos una versión “legal” de un estampado original y registrado.

/Ejemplo de la «legislación» en el textil de las copias:

http://www.rtve.es/noticias/20080721/custo-barcelona-denuncia-desigual-por-imitacion-sus-productos/119052.shtml

Así pues, asistimos a una «Reproducción desistida» o cómo hacer de la copia de la copia un original en la planta cuarta.

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3. Estampados 1

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Estampado, da.

(Del part. de estampar).

1. adj. Dicho de un tejido: Que tiene estampados a fuego o en frío, con colores o sin ellos, diferentes labores o dibujos. U. t. c. s.

2. adj. Dicho de un objeto: Que por presión o percusión se fabrica con matriz o molde apropiado. U. t. c. s.

3. m. Acción y efecto de estampar. No me gusta el estampado de esta lámina.

estampar.

(Del fr. estamper, y este del franco *stampôn, machacar; cf. a. al. ant. stampfôn, al. stampfen).

1. tr. Imprimir, sacar en estampas algo; como las letras, las imágenes o dibujos contenidos en un molde. U. t. c. intr.

2. tr. Dar forma a una plancha metálica por percusión entre dos matrices, una fija al yunque y la otra al martinete, de modo que forme relieve por un lado y quede hundida por otro.

3. tr. Señalar o imprimir algo en otra cosa. Estampar el pie en la arena.

4. tr. Imprimir algo en el ánimo.

5. tr. coloq. Arrojar a alguien o algo haciéndolo chocar contra algo. Estampó una botella contra la pared. U. t. c. prnl.

(RAE.)

“Los colores están muy bien tocados” ha sido una de las frases favoritas que he escuchado desde que empecé en esto.

No puedo evitar imaginar entonces al dibujante, un pequeño Vincent – a modo de Van Gogh, por aquello del impresionismo, la impresión y la estampa- con sus delirios y extravagancias, acercarse al diseño, aún en blanco y negro y rozar cada figura, cada silueta, y entre suspiros, colorear como un niño chapotea jugando en los charcos, sentir un éxtasis con cada mezcla de matices, de tonos y de intensidades. Y entonces, con una satisfacción que orbita en su gesto, escucharle decir, “touché”. (Pero nunca hundido, sino todo lo contrario).

Después, regreso de mis fantasías, de mi abstracción, para seguir mostrando estampados, unos más elegantes, otros más … ¿cómo decirlo con sutileza y elegancia?… Más… ¡ya está! ¡Más alemanes! Y aquí siempre encuentro unanimidad. Nunca imaginé que un estampado pudiera tener una nacionalidad tan definida y que ésta fuera, además un conjunto de sinónimos que nadie dice abiertamente, bueno, corrijo, están quienes sí dicen abiertamente, es “feíto”… Pero valoraciones al margen, es sorprendente, incluso divertido conjeturar la vida propia de un estampado muy alemán. Imaginando robustas mujeres en un crucero, luciéndolos con su impronta germánica y todas las demás visiones que aparecen a continuación en mi imaginación.

Pero cuando a un estampado tan marcado además se le suma una base de punto… Ahí ya tenemos un mercado aparte. (Sí, los mercados mandan incluso de una forma tan silenciosa y latente como una prenda).

Pero volvamos al otro lado, al del diseñador “tocando” colores y formas.

Impregnándose de desfiles e ideas, soñando formas y recuperando otras, sumergiéndose en archivos para renovar flores y geométricos, reabrir puertas del pasado e investigar vanguardias futuras.

Cambiar matices en los colores, renovar intensidades, impregnarse de pasteles y flúor, empaparse de delicadezas o atreverse con las junglas más salvajes.

Ser uno y mil paisajes para encontrar la línea perfecta.

Disponer de las varias técnicas de estampación para conseguir el mejor resultado posible, el más atractivo.

Descubrir e imaginar un mundo de tinturas, colores y procesos históricos hasta llegar a los estampados de hoy y de mañana.

Desde el pasado, cuando el diseño se grababa en un bloque de madera y se imprimía directamente sobre el tejido como hacíamos de niños, en el colegio, sellando dibujos con una patata cortada en dos e impregnada de pintura, hasta lo que dicen será el futuro con el print digital y nuevas técnicas que aún me quedan por aprender y conocer. Pasando por la tradicional estampación por rodillos, desarrollada desde el siglo XVIII con la mecanización de la industria textil, o el transfer que transmite el diseño por calor, o por urdimbre, antes de tejer la pieza, sólo en éstos hilos, para crear un diseño más suave y difuminado.

Posibilidades para tejer y dibujar nuevas historias, para describirlas con colores, como una novela antes de ser impresa, en el proceso de la estampación de sus protagonistas, justo en el momento de ser tocados por esa especie de gracia divina que les da vida, a las texturas, las formas y colorea cada personaje.

Como una fotografía, como una estampa, impresa en un marco y en un contexto especial para cada historia.

Impresas palabras, colores y ánimos creando historias eternas.

Como el proceso final de la impresión –doblemente impresionante e impresionable- de la grabación de una historia, ya sea en páginas,  viscosa, papel, algodón… o cualquier lugar dónde escribir y dibujar belleza, como una estampa, grabada, sellada e impresa (y ésta, ya es otra historia.)