58. La dama de las camelias.

(la revolución Chanel, o el derecho de lo efímero).

COCO CHANEL APPARTEMENT

dama

Del fr. dame, y este del lat. domĭna.

  1. f. Mujer noble o distinguida.
  2. f. Mujer, señora, en tratamiento de respeto. Servir primero a las damas.
  3. f. irón. concubina.
  4. f. poét. Mujer galanteada o amada por un hombre.
  5. f. pl. Juego que se ejecuta en un tablero de 64 escaques, con dos conjuntos de fichas distinguidos por el color.

dama de noche. f. Planta de la familia de las solanáceas, de flores blancas, muy olorosas durante la noche.

dama secreta. f. p. us. En el juego de damas, autorización que se concede al otro jugador para que convierta en dama uno de sus peones cuando lo crea conveniente.

primera dama. f. En algunos países, esposa del presidente de la nación.

 

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Érase una vez una mujer que convirtió, puntada a puntada, un improbable en revolución.

La pequeña Gabrielle Chanel, quedó huérfana de madre a los seis años por una tuberculosis. Su padre, vendedor ambulante, de quien recibió el nombre Coco que después el cabaret consagraría -o tal vez viceversa-, la envió a un hospicio, donde aprendió el que sería su oficio; la costura.

Mademoiselle Chanel fue una mujer valiente no por querer lo que nadie se imaginaba, sino por llevarlo a cabo.

Empezó por la cabeza, sombrerera visionaria, se cortó el pelo y los bajos de los vestidos y no necesariamente en ese orden, y como a tantas otras mujeres libres, se le acusó de orgullosa.

Coco_Chanel,_1920

Lo que para muchos fue falta de clase y dinero, ella lo tradujo en sencillez, en estilo, y así fue generando el germen de su lucha, de las claves del armario de la mujer de hoy: la comodidad.

Y puntada a puntada, se consagró confirmó sus palabras:

«Para ser irremplazable, uno debe buscar siempre ser diferente.»

Y diferente fue todo lo que sus manos tocaron, el derecho de ser distinta, encabezaría el decálogo Chanel.

  1. Cambio de silueta y figura. Cansada arrastrar vestidos por suelos, adoquinados o no, y de la rigidez de corsés, frufrús… los arrancó y no dejó ni las plumas, recortó las faldas mostrando los tobillos hasta llegar a las rodillas, largo que se convirtió en emblema de la casa. Mademoiselle declaró en 1968 que las rodillas le parecían la parte más fea del cuerpo y no le parecía necesario descubrirlas.
  1. Afición por lo masculino y la funcionalidad. Así fue como creó el estilo deportivo o sportswear, con claras influencias del ropero deportivo masculino al cuerpo de la mujer. También incluyó prendas de punto y las emblemáticas camisetas marineras
  2. Pantalones. Durante su convivencia con Étienne Balsan, heredero textil francés con quien se aficionó a la equitación, comenzó a usar su guardarropa saltándose convencionalismos y omitiendo juicios a su femineidad. Los pantalones se convirtieron gracias a Chanel en el gran básico de hoy.
  3. Chaquetas. De nuevo, reinventó una prenda del vestuario masculino para adaptarla a su obsesión: la libertad de movimiento de la mujer. Así nació la chaqueta de líneas rectas, hacia el minimalismo que la convirtieron en el clásico que es. Su estructura se ha reinterpretado en la maison a lo largo de los años sin renunciar a su perfecta caída gracias a una cadenita que rematan el dobladillo en el interior.
  1. El traje sastre de tweed. El origen de este emblemático dos piezas también debe su origen al ropero masculino, el de Boy Capel y del duque de Westminster. Chanel se inspiró en su sencillez y la elegancia británicas.
  2. Bolso 2.55. El bolso emblemático de la maison nació para liberar las manos de la mujer frente a los bolsos de mano, incluyó una cadena para colgarlo del hombro el mes de febrero de 1955, de ahí su nombre.
  3. La bisutería. Quizá quede para siempre en el imaginario la imagen de Chanel engalanada con sus collares de perlas, lo que no muchos saben es que muchas eran falsas, y así convirtió en aceptable que se luciera bisutería para y sugirió la máxima que para estar elegante no hace falta ser rica.

«No es la apariencia, es la esencia. No es el dinero, es la educación. No es la ropa, es la clase

«Viste vulgar y solo verán el vestido. Viste elegante y verán a la mujer

  1. Binomio blanco y negro. Gabrielle Chanel imaginó sus diseños en sus colores básicos, beige, rojo y por supuesto el binomio blanco y negro, juntos y por separado. El blanco porque al captar la luz realza la belleza y sencillez natural, que combinó con el negro, porque uno no existe sin el otro, así como la noche y el día. El negro resalta lo esencial e hizo de él, el color de la elegancia en 1926 gracias a le petit robe noir hasta entonces vinculado a lo monacal, el servicio doméstico y el luto, y de su estilo bicolor nacieron los zapatos míticos de Chanel.
  2. Petite robe noir. De las versiones (dan para otro texto entramado) que cuentan cómo nació el pequeño vestido negro -hasta la rodilla-, destaca la aportación de Chanel en convertirlo en clásico tanto para el día como para la noche, haciendo de su elegancia uno de los básicos más reinterpretados actualmente.
  3. Camelia. Que la joven Chanel se prendara de La dama de las camelias de A. Dumas (hijo) no fue sino, otra bonita casualidad más que la convirtió en leyenda, así como dicha flor se convirtió en símbolo de refinamiento, habitual en las solapas de dandies. También la tomó prestada de la moda masculina adaptándola a los adornos y a detalles con diversos materiales como el tweed, piel, fieltro, tul, satén, plumas y organza. Flor de aroma sutil para que cada mujer elija su perfume, su esencia.

La llamaron rebelde, yo la pienso revolucionaria, valiente de no perderse entre tanto ruido, cuya aspiración era la radicalidad -que dirían hoy algunos- de dar libertad a la mujer, que se sintiera cómoda en su propia piel, sin convertirnos en musas intocables, sino abrir caminos, posibles e improbables, hacer que la mujer no existiera, sino como decía Lacan, fuéramos una por una.

Chanel fue una mujer que se atrevió a soñar, que quiso trabajar para ganar su libertad, no como esposa, no ser una más, no ser la expectativa de nada ni de nadie y así, diseñó su vida, con la osadía del deseo escrito en su piel.

Logró recomponerse una y tantas veces después de romper las costuras de convencionalismos y de revolucionar no sólo la moda, sino el estilo, que como ella dijo, permanece.

Cuentan que al morir pronunció sus últimas palabras “y así se muere” lo que no sabemos es si con su socarrona sonrisa también pensó “y así se vive, como un soplo efímero”.

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Para todas las mujeres que no se conforman con ser musas intocables, para aquellas que día a día luchan para seguir emborrachándose de primavera.

Para quienes a veces dentro y fuera del oficio sienten cierta soledad, pero no se rinden, enormes diseñadoras que hacéis magia.

Para vosotras.

 

 

33. Savoir faire marinero.

marinero, ra.

(De marina).

  1. adj. Dicho de una embarcación: Que posee las características necesarias para navegar con facilidad y seguridad en todas circunstancias.
  2. adj. Perteneciente o relativo a la marina o a los marineros.
  3. adj. Semejante a cualquier cosa de marina o de marinero.
  4. m. y f. Persona que presta servicio en una embarcación.
  5. m. y f. Persona que sirve en la Armada en el último escalón de la marinería.
  6. m. y f. Persona entendida en marinería.
  7. m. argonauta (‖ molusco).
  8. f. Prenda de vestir, a modo de blusa, abotonada por delante y ajustada a la cintura por medio de una jareta, que usan los marineros. nudo marinero

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Embarcados y al abordaje, como argonautas (dejemos a Jasón al margen) surcando los mares, atrapamos veranos futuros propuestos en París, allí donde todo comienza, donde se destapan las ideas.

Marineros en tierra rediseñan ecos de sirenas perdidas, a rayas azules y blancas.

Must de cada verano y tendencia convertida en clásico del chic de lo francés, tiene su discutido origen como jersey, o incluso atuendo íntimo en litografías de pescadores del Canal de la Mancha a principios de siglo XIX. Fue en 1858, durante el Segundo Imperio francés, cuando se estableció el uniforme oficial de los marineros: pantalón de pata ancha, camisa blanca con cuello azul, jersey de rayas (permitía localizar a los marineros a distancia o si caía por la borda; dicho diseño se visualizaba fácilmente entre las olas) y un abrigo corto de lana.

raya2

Por su lado, las camisas marineras tejidas en algodón de color crudo teñido con añil o índigo cuyo número de rayas no quedaba al azar; 21 rayas blancas de 20mm (se cree que significan el número de victorias de Napoleón en el campo de batalla) y 20/21 azules de 10mm para el cuerpo y 15 blancas y 14/15 azules para las mangas. Igualmente simbólicos son los colores; el azul representa el mar y el cielo; el blanco el lugar donde ambos se tocan en el horizonte o la espuma de las olas. Así, casi sin querer, se dibuja el salitre en mi piel… como se despierta el olor a mar, saltando entre las rocas, recordando incluso la bandera de Bretaña, Gwenn ha du en bretón, datada de 1923 diseño de rayas negras y blancas que representan las provincias del este y del oeste respectivamente, ciertamente distante de la épica napoleónica.

Apenas unos años antes, en 1917, Gabrielle Chanel viajó a la costa de Deauville (en la Baja Normandía, región donde la empresa Saint-James comercializó el diseño mantenido hasta la actualidad) y revolucionó el uniforme marinero vistiéndolo y fraguando lo que se convertiría en el básico chic, conquistando a mujeres gracias a su estilo innovador, fundamentado en la comodidad y facilidad de movimiento.

Villa La Pausa Roquebrune 1930 con perro Gigot Foto Cordon press

Sin embargo, fue Yves Saint Laurent el responsable de introducir las rayas marineras en la alta costura con su colección de 1966 “Matelot” (Marinero) de vestidos de rayas a base de paillettes/lentejuelas.

ysl 1966 sequined stripped cocktail dress

Vestido de coctel Yves Saint Laurent.

Progresivamente se convirtió casi en seña de identidad de inspiradoras figuras culturales, como Picasso, Andy Warhol, Brigitte Bardot, Jean Cocteau, Ernest Hemingway, James Dean, Audrey Hepburn, Marilyn Monroe o Kurt Cobain.

andy_warhol-in-breton-Stripes

prep_jerks_bretonicons

Jean Paul Gaultier tomó el relevo en varios de sus desfiles, desde 1978. En 1983 desarrolló la colección masculina Boy Toy y haciendo de las rayas el gran rasgo distinto de la maison Jean Paul Gaultier frente a las demás.

carolina_de_monaco_jean_paul_gaultier__ PV2007 Foto Cordon Press Giovanni Giannoni

Diseño de Jean Paul Gaultier 2007que vistió Carolina de Mónaco. Foto Cordon Press Giovanni Giannoni.

Así van pasando los años y las rayas (más o menos marineras) formando parte de ese deseado verano imaginario.

Algo así como un arroz junto al mar que soñamos en tierra adentro, como un guiso que nos transporte a esa orilla tan intensa, a la sombra del estado semi consciente, mientras suenan las chicharras de las tardes del estío.

A ese recuerdo fantástico que acaricia el imaginario y la realidad a partes iguales.

Así como se entrelazan las rayas, como aquel verano que soñamos en alguna tardes de largas y sabrosas digestiones.

«Gimiendo por ver el mar,

un marinerito en tierra

iza al aire este lamento:

«!Ay mi blusa marinera!

Siempre me la inflaba el viento

al divisar la escollera».

 

Rafael Alberti, Marinero en tierra, 1924.

alberti

20. Feria (de BABEL).

ferial

Fair (Inglés).

Fuar (Turco).

Fiera (Italiano).

Salon/ foire (Francés).

 

Babélica feria.

Lenguajes varios.

Incluso sobre la piel.

La moda como clave de expresión, y en una feria en París, más, mucho más.

Tendencias de colores frescos, más encajes, recuperando dentelles brodées francais, colores jugosos, círtricos y refrescantes en Dior y Dolce Gabbana, que apuesta además por jacquards estampados, y el clásico Blanco y Negro de Chanel con apuntes plateados y cierto aire futurista en contraste con su corte tradicional.

 

Dior PV 2014

Chanel PV 2014

Chanel PV 2014

Dolce & Gabbana PV 2014

Porque cada uno hace la feria como se viste cada mañana, con su esencia a flor de piel.

Los hay quienes se visten de comercial incluso antes de meterse el croissant en la boca, o las que se desperezan envueltas en su pelo rosa en busca de sus gafas apuntaladas.

También están quienes aman lo que hacen y disfrutan del tacto de las tendencias, y quienes juegan a esa pose del amor impostado en cada rincón de pasillos eternos.

Hay ferias para todos, como hay lenguas para todos.

Y en ese pequeño, enorme y maravilloso mundo, se dan todas a la vez, en apenas los metros cuadrados de cada stand se juntan oriente y occidente, norte y sur, rivalidades y competencias; incluso amistades y acuerdos.

Allí, donde buscar la inspiración, o tomarla prestada, donde se venden exclusivas y se compran tendencias.

Donde el único lenguaje que no entra, sin embargo, es el de la piel, de la desnudez, allí, donde los focos saturan la temperatura, donde nos empapamos de fibras y colores, donde adelantamos estaciones y temporadas para vestirnos de verano en pleno invierno, en un frío Febrero en París que por una vez, ha dado una tregua y ha regalado fantásticas tardes y puestas de sol.

Allí, en la peri-feria de la exhibición dónde se compite por el mejor stand, como por el mejor tejido, como por estadio de los estados paralelos.

Mejor Stand PV 15

Mejor Stand PV 15, una playa en PV

Prato, un lugar

Stand Intesa PV 15

Allí donde todo es posible e imposible, a la vez.

En la magia de quienes aún la sienten, o de quienes siguen disfrazándose de ella.

 

Allí.

There (Inglés).

Orada (Turco).

Ci (Italiano).

Là (Francés).

Allí

13. Feriada

vistas del pabellón 6

vistas del pabellón 6

Feriada

(participio del verbo feriar)

Feriar.

(De feria).

1. tr. Comprar en la feria.

2. tr. Vender, comprar o permutar algo por otra cosa.

3. tr. Col. y Ec. Vender muy barato por necesidad urgente de dinero o por otra causa.

4. tr. Cuba, Ec. y Guat. Dilapidar los bienes, especialmente el dinero.

5. tr. p. us. Dar ferias (‖ agasajos). U. t. c. prnl.

6. intr. p. us. Suspender el trabajo por uno o varios días, haciéndolos como feriados o de fiesta.

MORF. conjug. c. anunciar.

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Es cierto que el mundo necesita personas que amen lo que hacen. Y más aún si lo que hacen es su oficio. Si lo tocan con sus manos, dándole forma, haciendo de él, algo más que un producto.

Es cierto, porque es una manera de convertir una feria en un día feriado, o como dice la RAE, de fiesta.

Feriada irresistiblemente.

Moda y mucho rouge en los labios.

Savoir-faire a la italiana en los stands más divertidos y creativos, notable calidad turca al aroma de frutos secos, y pasillos inagotables, llenos de tendencias tendenciosas.

feriada 3

Kilómetros de moqueta imposible de sortear, zona wifi y fieras del charme.

Fieras en la feria. Sin duda. Sin pausa. Sin límites.

Cazadores desatados, agentes de cambio, bailando entre malabarismos y texturas para encontrar la idea intocable, inalcanzable, la idea del éxito.

Lanas, algodones, viscosas, sedas, poliésteres, linos… permutados y convertidos en palabras para ser lo que el otro desee, lo que su mirada o su tacto transforme, lo que se le permita ser.

Todos en un gigantesco avispero, tramando y deshilachando, saltando y deshaciendo, volando en esta feria de vanidades, y desamores, y sin embargo, tanto amor por este oficio. El amor por ser (L’amour d’être) en la imaginación o en la mirada del otro, o en ese pequeño rincón lleno de estaciones, de cambios, de aplicaciones brillantes como paillettes.

En la calle, las realidades parecen ser otras. Madrid no es ni será nunca París, a la que se mira con cierto desdén, envidia y desprecio, ese cúmulo de contradicciones tan humanas, tan nuestras. París es un foco al que ir a alimentarse de ideas, para digerirlas y traducirlas. Reinterpretar el estilo francés, donde parisinas visten lentejuelas para trabajar, que por algo viven en la ciudad de la luz, aunque no deje de llover –o tal vez, precisamente por eso-.

Y mientras, de la mano de los grandes, podemos seguir soñando otros mundos que nos envuelvan.

chanel acolchados

detalle de Lagerfeld en su tienda en Le MaraisDior rojo

Chanel de la mano de Karl Lagerfeld lo acolcha todo como si se tratara de un síndrome de Estocolmo imaginario de un escapista de manicomio, de esos mulliditos. Los Dolce & Gabbana hacen del rojo y del mosaico un templo en el que envolver el cuerpo, en cueros, lo deja todo Isabel Marant, mientras que la casa Dior apuesta por toques de color – sobre todo en complementos- para un otoño más estimulante.

Allí quedan las tendencias, al otro lado de la feria, incluso al otro lado de los Pirineos.

París fue y será un faro –no sólo fashionable– lo quieran ver o no.

La realidad nos devuelve un Septiembre cálido, lejos de aquel otoño refrescante que las ferias anunciaban incluso con un año de adelanto. Y todo queda en una forma de participio atemporal.

FERIADA.

feriada 6