52. Charada (serie cine y moda.1)

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Del fr. charade.

  1. f. Pasatiempo consistente en adivinar una palabra a partir de alguna pista sobre su significado y sobre el de otras que se forman con sílabas de la palabra buscada.

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Voz onomat.

  1. f. Ar. llamarada.

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Como en un juego de sombras, el otoño pareció asomarse antes a Madrid que a la feria parisina como acostumbra cada septiembre. París ardió, quemó, sofocó y se inundó en una llamarada, charada.

París dentro y fuera del cine, de la mano de Regina Lambert (Audrey Hepburn) y el hombre de los mil nombres (Cary Grant): repóquer ¡hagan juego!

Si la música de Henry Mancini no se despega del paladar, el vestuario de aquella amistad que duró años entre Givenchy y Hepburn no se queda atrás. La moda se hizo abrigo, por aquello del frío invierno de la capital gala, pero también, por lo que ocultan, en una historia donde lo que no se muestra, como suele ocurrir, siempre supera a lo que se enseña. Es ese chic que tienen tan bien aprehendido y que ahora parece desvanecerse en el empeño constante de desnudarse y de romper los misterios, y sí, para variar, hablando simbólicamente.

 

 

¿Qué esconde la señorita Lambert al otro lado de su fantástica colección de abrigos después que le hayan robado hasta el último libro de su casa? ¿Qué será lo que oculte su compañero para dejarse empapar bajo la ducha y la mirada mágica de Reggie?

Así como hay trajes waterproof, también enredos para aquello que se anhela.

¿Acaso no nos vestimos de artificio cada mañana?

Ya lo decía Gabrielle Chanel, que la moda pasa y el estilo permanece, y ahí, queridos, Francia nos sacará siempre una deliciosa ventaja, algo así como ver colas un día cualquiera en librerías varias, casi en cada esquina… Pero retomo, que me pierdo.

 

Charada es seductora, elegante y divertida y ¿por qué no un poco peligrosa? como sus protagonistas, combinan a la perfección el uno con el otro en ese juego de sencillez y sofisticación, madurez e ingenuidad,  así como diálogos que los visten con la misma profundidad que las resultonas caricaturas que los envuelven, de lo que grandes abrigos ocultan, sin dejar de ser pura esencia de una lección de estilo que a pesar de los 53 años que nos separan de entonces, sigan siendo sofisticados, de cortes limpios y favorecedores, de colores vivos y leves como las calles que habitan y enormes botones que salvaguardan los misterios, verdades disimuladas junto con guantes extra largos. Objetivo a la caza de miradas donde no se sabe hasta dónde llega la verdad ¡¿y qué verdad?!

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Charada es también un poco París, ese encuentro que ver con la mirada de la primera vez (envidio a quien pueda tener ese privilegio que ya perdimos quienes la vimos una y tantas veces), que recorrer por las mismas calles y el recuerdo siempre palpitante…

Así como hay trajes waterproof, hay recuerdos que son y serán siempre París, porque no sólo queda Première Vision, ni mucho menos…

 

Y así, haciendo de los engaños ese delicioso objeto de deseo, se redibuja Charada, y la culpa, perdónenme la expresión, la tuvieron Stanley Donen y Givenchy, expertos en ilusiones…

  • “¿Por qué la gente tiene que mentir?” preguntaba Regina Lambert/Hepburn.
  • “Normalmente, porque desea algo y teme que con la verdad no lo consiga.” Respondía lacónicamente Grant.

Y así las ferias se visten de charadas.

¿Por qué habrá quienes pregunten lo que no quieren saber?

Y así comienza la charada, otra feria más.

yo no muerdo, ¿sabes? A menos que sea necesario

 

 

Agradezco la labor de recopilación de fotogramas de https://theblondeatthefilm.com/2014/10/21/charade-1963/

 

45. Espionnage (o el arte de feriar).

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Del fr. espionnage.

  1. m. Acción de espiar ( acechar).
  2. m. Actividad secreta encaminada a obtener información sobre un país, especialmente en lo referente a su capacidad defensiva y ofensiva.

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Première Vision, Paris.

Parc des expositions, Villepinte/ Interior día.

Una edición más, PV arranca sin sobresaltos, pero con la evidente ausencia de un público que prefirió no ser testigo de mayores medidas de seguridad: abrigos y maletas abiertas que conforman una realidad tranquilizadoramente inocua. Sin embargo, los cuerpos policiales tienen la sospecha inscrita en sus gestos, labor que habita las calles del viejo París.

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Parc des expositions, Villepinte/ Interior tarde.

La agitación inicial se va diluyendo y recolocando como las oportunidades comparten perchero con muestras que caerán en el olvido.

Las tendencias las dirige ese poder que nos sobrevuela, miradas disimuladas toman nota de una emoción más alta que otra, en una observación distante, así como se encienden o se apagan vanidades más o menos textiles, más o menos textuales.

Quartier Latin, Exterior/interior noche.

La lluvia ha cesado, y en los charcos  picotean y chapotean parajillos. Los alumbra el ventanal de un restaurante que desprende una luz amarilla que recuerda a otra época, y ahí, al otro lado de la cristalera, el humo en su eterna escala de grises consume las horas como se extingue sombra de lo que fue una fiesta, París en blanco y negro.

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Dentro, los comentarios alimentan a grupos algo abigarrados, mientras se dan cita arrullos de competencias eventuales, de amistades entramadas en esa torre de Babel que distrae e hipnotiza al aprendiz de un gurú de la moda extraviando sus chaiers du cinema. Porque acaso una colección ¿no es una película sin fin?

Y lo que unos pierden, otros encuentran. Copiador copiado, se sabe el cazador cazado que riega su desolación con champagne barato del mismo tono que la luz que los ocupa al saberse tan perdido como sus tendencias.

Fundido a dorado/amarillo.

 Parc des expositions, Villepinte/ Interior día.

Agentes, diseñadoras y comerciales negocian plazos y precios de lo que convertir en ilusión. A-pasionados se reescriben historias, así como se desatan las histerias del caso del cuaderno extraviado en una resaca de colores y dibujos que delatan secuencias cromáticas, así como se aflojan y aprietan contornos femeninos temporada a temporada, intentando convertir a la mujer una vez más en aquel oscuro objeto del deseo que se escapó como el jabón salta de las manos que pretenden apresarlo.

Les cahiers du cinema rompen puntadas para aquel pobre diablo que llora su pérdida cual penicilina para los medios, hambrientos de ese palpitante escándalo que acentúe el sofoco del rey de la copia que se deshace en un rincón, entre encajes, jacquards y viscosas, convirtiéndose en paisaje donde desnudar los tropiezos con tinta invisible, reescribir el último parpadeo del amour fou que va y viene como las mareas; tendencias devoradas una y otra vez entre cortes, a la caza de la reinante, reineta, como se sueltan las costuras.

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Aeropuerto Charles de Gaulle/Interior/Exterior tarde.

Fuera, una lluvia fina disfraza el escenario de niebla ligera que se ve tras la cristalera junto a la que viajeros esperan, cansados, el momento de subir al avión y volver a una realidad menos intensa y ya sin la luz amarilla de París. Acumulan anécdotas, así como el agotamiento y la distancia universalizan a las personas.

Maletas pesadas y mercancías en las tripas del avión a punto de despegar, y ahí, rodeado del anonimato de la multitud en la bodega, un paquete de papel de estraza con apartado de correos sin más nombre que el de Rick Blaine, que viaja como turista y sonríe ya acomodado junto a la ventanilla, rumbo al regreso y evidencia una leve y muda victoria de un pasado que les arrebataron, y así, se aprieta junto a su gastado equipaje de mano que guarda fotos de ese tesoro recién descubierto, que alimenta cierta avaricia hasta entonces inimaginable.

Envuelto en un silencio cómplice dibuja con su imaginación el nombre de la que será la colección que lo lance: Ilsa.

Así, con el sabor de un espía* que no fue, sin micrófonos en los zapatos, se dibujaría la magia de una noche de invierno para que siempre tuvieran París.

Espía* Del gót. *spaíha: Persona que con disimulo y secreto observa o escucha lo que pasa, para comunicarlo a quien tiene interés en saberlo.

 

¿FIN? Hasta aquí este guión sin ton ni son. Libre de encorsetamientos propios de su naturaleza, ajenos a mi pluma, para celebrar el primer lustro en el sector y casi, casi el aniversario de Django Reinhardt y sus ecos y los nuestros.

44. Pastelosos.

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pastel

Del fr. ant. pastel.

1/ 2. adj. Dicho de un color: De tono suave. Colores pastel. / adj. De color pastel.

3/4. m. Masa de harina y manteca, cocida al horno, en que ordinariamente se envuelve crema o dulce, y a veces carne, fruta o pescado. / m. Pastelillo de dulce.

  1. m. pintura al pastel.
  2. m. coloq. Convenio secreto entre varias personas, con malos fines o con excesiva transigencia.
  3. m. coloq. Beneficios, económicos o de poder, especialmente cuando son susceptibles de reparto.

descubrirse el pastel. loc. verb. coloq. Hacerse público y manifiesto algo que se procuraba ocultar o disimular.

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¿De qué color son los recuerdos?

Cerremos los ojos un segundo, lo justo para recordar el vaho rosa del algodón de azúcar con el que volar hasta algún rincón de la infancia, a una primavera que se levanta como florecen los cerezos y peonias, y ahí, donde se roza ese lugar invisible, imposible, de una seducción muda, ciega e intocable y sin embargo, llena de aromas.

Ahí, en ese rinconcito de la memoria, todo despierta, y así arranca este año de los colores de un atardecer de invierno, con los que Pantone ofrece una tregua gracias a este dúo naif, pura dulzura, y quizás toma el relevo de lo que ya llevaban tiempo anunciando grandes casas como Elie Saab, Dior, Chloè…

 

 

PANTONE-Color-of-the-Year-2016La elección del rosa ha sido acordada tras el análisis de colecciones de desfiles del último trimestre que tendrá presencia para el público la próxima primavera, todo ello en informes ya existentes de Pantone. Esta realidad difiere del habitual método de elección, así como ocurría en el último periodo del siglo XIX: se debía a la limitada oferta de proveedores de tintes textiles que reflejaban las próximas tendencias en función de la moda, matemáticamente hablando, cromática.

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Veremos, una vez más, como les maisons se rinden a la ternura, poniéndose pastelosas (no se me malinterprete) con su particular homenaje a la ingenuidad resistente, tan maltratada en un mundo de inmediatez y de presiones impertinentes, haciéndoles frente con este delicado binomio, recomponiendo un lugar para los afectos en versión soft y sin duda, edulcorado.

sun and moon 2A veces tan necesario como el vaivén del mar, con su lucha constante, amando a ese cielo que nunca roza, siquiera al amanecer, para convertirlo en fetiche de sus sueños, y en esa ilusión acuarelada, se amasa esta pareja con el frescor de la infancia para regresar al lugar donde los recuerdos se forman como leve nube de azúcar y se pulen como piedras en el océano, y también, porqué no, de una deliciosa y eterna dualidad, donde lo femenino y lo masculino se relacionan y funden a colores que sin embargo, crean un maravilloso misterio, aún por resolver en esta paradoja de la naturaleza; si el sol-fuego y la luna-agua tuvieran que elegir, se decantarían por los contrarios al ser humano.

Así como la vida y la mujer engendran.

Así como el rosa femenino se funde en una nebulosa que todo lo transforma, y lo convierte en agua, ahora, cuando el año está por llegar, aún todo es posible. Bleu. Madame Bleu.

 

Pd. Dedico este primer texto de 2016 a Lyona, presente desde hace tiempo en cada palabra rosa y azul, a la búsqueda de en un encuentro que amadrine con sus trazos y su imaginación.

 

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40. L’amour fou (dícese “amor loco”).

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enamoramiento.

  1. m. Acción y efecto de enamorar o enamorarse.

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Nota: No creo que se pueda explicar el amor; esta vez, prescindo de la definición de la RAE, porque hay tantos amores como momentos, aprendizajes y personas.

El otoño siempre llega antes a París, quizá sea otro de los motivos por los que enamora un poquito más. Aterrizar en un verano tardío y regresar de un prefall -que llaman las revistas- en estado puro; caída libre de las primeras hojas con cierto e inevitable grado de embriaguez que da el vino, los dulces placeres mundanos y una nueva edición feriante. Aquel juego de seducción a contrarreloj, apenas tres días para mostrar lo mejor de cada casa, colección tras colección: flechazos locos entre muestrarios que lo descolocan todo, tanto como fugaces, que pasada la emoción del momento, de regreso a la realidad, habrá quienes reciban muestras con una idea inevitable ¿y por qué pediría yo esto?.

No se alarmen, es un delirio habitual que dura lo que un suspiro, pero a veces, sin aparente motivo, se produce el milagro: del enamoramiento se pasa al compromiso, a la elección de quedarse, de la lucha por la supervivencia de un amor, más allá de una ilusión. Y ahí es cuando comienza el reto.

Sí, el reto, de no dejarlo caer día a día, de construirlo. De atreverse contra todo pronóstico, confiando en el temido mano a mano (no sean malpensados, o bueno, sí, cada cual es libre de sus pensamientos) de las responsabilidades de cada uno y del otro, desactivando resistencias, de inscribir ese amor en la piel para sobrevivir a la muerte.

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En definitiva; hacerse un poco el loco en el vértigo y los riesgos que asaltan, hacerlo que funcione desanudando -y desnudando- conflictos, porque, seamos sinceros, realmente ¿hemos aprendido a amar?

Los enamoramientos locos y urgentes se extinguen como la piel muerta del pasado, y ¿después?

Después hay quienes descubren el aturdimiento de una carrera sin horizonte más allá de la pasión inicial y descartan la posibilidad de quedarse, del amor.

Efectivamente el enamoramiento cae, así como no llevamos la misma prenda a diario, tanto roce la destrozaría, pero sí aprendemos a elegir los momentos que dedicarle, y en qué circunstancias querer tener cerca lo que se ama.

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«Encuentra lo que amas y deja que te mate» Bukowski. (Me genera una nueva cuestión ¿debemos revisar lo que entendemos por amor? ¿Hasta dónde se instala la idea de amor trágico para descartar los que no incluyen fantasmas?)

Pequeñas decisiones que diferencian el amor con el enamoramiento, para no confundirlos y así quemarlo y desgastarlo.

Sin embargo, a diario vivimos rodeados de baratijas con fecha de caducidad que no se miman porque su vida limitada aguantará como mucho una temporada para ir encadenando enamoramientos, pocos son los que aprenden a amar comprometiéndose con el deseo que nos habita, cambiando el rumbo incluso hasta del mejor patrón, porque queridos amigos, dejar morir lo que sentimos, también es estar loco -corazón loco-.

Dedico este texto a quienes me ayudaron a partirme en dos y mirar dentro, a aprender a amar, a luchar por el deseo que me habita y a no rendirme en cada decisión.

Gracias a mi madre, a Gustavo y a mis amigas valientes que aman incluso cuando se nos abren las tripas. Gracias por vuestro compromiso.

39. La maleta perfecta.

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Eduardo Úrculo.

maleta1.

(Del dim. de mala1).

  1. f. Especie de caja o cofre pequeño de cuero, lona u otras materias, que sirve para guardar en viajes o traslados ropa u otras cosas y se puede llevar a mano.
  2. f. Chile y Ven. maletero (‖ en los vehículos).
  3. f. germ. Mujer pública a quien trae alguien consigo, ganando con ella.

andar como ~ de loco.

  1. loc. verb. Arg. y Ur. No tener objetivo claro, no saber bien qué se quiere o se pretende.

hacer la ~.

  1. loc. verb. coloq. Prepararse para irse de alguna parte, o para dejar algún cargo o empleo.

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  1. com. Persona que practica con torpeza o desacierto la profesión que ejerce.

valija.

(Del it. valigia, de or. desc.).

  1. f. maleta (‖ caja o cofre).
  2. f. Saco de cuero, cerrado con llave, donde llevan la correspondencia los correos.
  3. f. Este correo.
  4. f. irón. coloq. eufem. Ur. Trasero notorio por su volumen, especialmente el de la mujer.

~ diplomática.

  1. f. Cartera cerrada y precintada que contiene la correspondencia oficial entre un Gobierno y sus agentes diplomáticos en el extranjero.
  2. f. Esta misma correspondencia.

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Traigo arena atlántica y mediterránea en mi maleta, que se hinchó de tanto viento, del soplar de las mareas y de carreteras hasta el fin del mundo, una y otra vez; descubrí que Finisterres hay más de uno.

Y todo cabe en mi equipaje perfecto; aquel vivido que acumula destinos y comparte recuerdos.

Porque en realidad, hay tantas maletas como personas y circunstancias.

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La maleta de Paul Klee

Leo cada verano artículos en revistas del sector (de moda, claro) “la maleta perfecta” o una pequeña guía de autoayuda para hacerla cómodamente en 10 sencillos pasos. Pienso que olvidan incluir el teléfono de un terapeuta a pie de página junto a la firma del autor para quien necesite 10 pasos para dicha labor, palabra de obsesiva en proceso de histerizarse.

La cuestión fundamental; ¿este mundo se ha llenado tanto de apps y gadgets que un adulto necesita ayuda para la toma de decisiones tan triviales como de qué llenar su equipaje?

Me gusta hacer la maleta como preparo el viaje, poco a poco, con calma. Imaginando posibles situaciones, tejiendo pequeñas historias, como quien llena Italia en una falda que vuela, o Bretaña de rayas navy en cada puerto de mar. Y en esa duda prolongada, alimento los viajes por la imaginación. Tengo el gusto y el placer de volar antes de poner un pie en el avión.

Las revistas nos devuelven a la tierra, desvalijándonos de imposibles, no vayamos a volar demasiado, e imponen el destierro a los “por sí acaso” pero ¿cuántos imprevistos han salvado?

Existen los por sí acaso llueve, alguien enferma, la compañía ronca, o nos olvidamos el mundo.

De la prevención, otro universo del que aprender, claro, para enfrentar el viaje como la aventura que es, un entramado desconocido de carreteras y destinos con el compromiso mano a mano con el placer.

Olvidemos por unos días cargas y modelitos, baúles del tesoro donde no nunca se ven tacones de aguja, pero sí complementos fetiche viajados, como un, dos, tres: mi primer ejemplar de Del revés fotografiado recorriendo mundo cual gnomo de jardín en Amèlie. Un, dos, tres: responda otra vez. (Os animo a compartir vuestro must viajero).

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Pongo fin a este artículo lleno de viajes con la banda sonora de este texto, con el deseo que nos queden muchas maletas por hacer, destinos por conocer, y encuentros por tener al otro lado de un equipaje o de una historia. Quizás sea por eso que las maletas antiguas, algo rotas y viajadas tienen ese no sé qué, qué se yo.

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El descubrimiento, de Eduardo Úrculo.

1. Bouclé

Bouclé, término del francés que explica la forma del hilo, rizado, que hace un pequeño loop (en inglés) o bucle.

El bouclé fue popularizado por los tejidos Chanel, vanguardia que como en muchos casos, no se acaba de comprender ni casi un siglo después.

Efectivamente la forma rizada del hilo hace del tejido, un artículo más especial y delicado, que comúnmente se descarta porque “se engancha”.

Así es.

De igual manera que un soufflé se deshincha y no por ello deja de ser especial. Son parte del charme de lo francés.

Pero qué decir…

Sí, se engancha. También lo hace nuestra sociedad en excusas y culpas para dejarse llevar en un bucle que nos retrae e otras décadas, a otros “gobiernos”, a otras hegemonías…- ¿a otras?-

Game Over, nosotros no tuvimos 1789.

En ese caso, si se trata de dejarnos llevar por un bucle que nos enganche…  ¿por qué no hacerlo en una nueva trama a lo 1789?