vestir.
(Del lat. vestīre).
- tr. Cubrir o adornar el cuerpo con ropa. U. t. c. prnl.
- tr. Guarnecer o cubrir algo para su defensa o adorno.
- tr. Dar a alguien lo necesario para que se haga vestidos.
- tr. Exornar una idea con galas retóricas o conceptos secundarios o complementarios.
- tr. Disfrazar o disimular artificiosamente la realidad de algo añadiéndole adornos.
- tr. Dicho de la hierba: Cubrir los campos.
- tr. Dicho de la hoja: Cubrir los árboles.
- tr. Dicho de la piel, el pelo o la pluma: Cubrir los animales, etc.
- tr. Hacer los vestidos para otro. Tal sastre me viste.
- intr. vestirse o ir vestido con un determinado gusto. Luis viste bien.
- intr. Dicho de una cosa: Ser elegante, estar de moda, o ser a propósito para el lucimiento y la elegancia. El color negro viste mucho.
- intr. Llevar un traje de color, forma o distintivo especial. Vestir de luto, de etiqueta, de uniforme, de paisano.
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Vísteme de magia; de poesía.
Desvísteme de máscaras; velo entramado de versiones diarias.
El lenguaje es el vestido de los pensamientos (Samuel Johnson).
Vísteme despacio de primavera; de hierba que tiñe los campos, de hoja que abriga los árboles. Vísteme de naturaleza, que yo me arropo desnudando la imaginación, pacto mudo de lo mostrado por lo que oculto, pero sobre todo, no me cubras los pudores de vergüenzas.
Un vestido carece totalmente de sentido, salvo el de despertar en los hombres el deseo de quitarlo. (Françoise Sagan).
Cúbrete, cúbrete esos descaros, que hay mujeres que se defienden desnudándose; mostrando sus anhelos como quien se cose ausencias en noches de luna llena.
Vístete del deseo del otro, disfrazándose de su piel, femme fatale o superviviente. Desvestida para vestirse y viceversa, poética erótica “que fuera adorable o por lo menos querible, besable, amable…”
(Canción del Elegido, Silvio Rodríguez)
La esperanza es un mal vestido de bien. Anónimo.
También hay quienes se visten de esperanza, de verde esperanza. Color muerte para el poeta, premonición cual cuchillo de un luto fusilado. Sí, quizás Lorca soñara su arresto y asesinato vestido de bien, arañando los recatos de una mirada inquisidora, quizás tan verde como aquella madrugada que mutiló su esperanza de ser, con la sinrazón del sin ser. Des-cubiertos, pasan los años teñidos de olvido y sigue habiendo huesos que visten cunetas…por los siglos de los siglos -¡Amén!-.
Cada mañana un dilema: vestir un drama o una comedia.
Poliédricos, recortables, para ser uno y diez mil. Dulce tragicomedia; ser señorita de pulidas enaguas, -y/o/también- esquimal heroica con sardinas a la brasa.
Sí, otro lenguaje, donde ni todo el fruto hace al ciruelo, ni el aceite al olvido… perdón, quise decir olivo. Sea el hábito al monje, la seda al simio… Sea.
Pero quizás sin que nos aborden pudores históricos, incluso histéricos, que sólo asalten los cielos e infiernos.
Vistámonos por los pies, por la cabeza o por la pasión por lo textil…
¡Canela en rama!
Pd: Artículo dedicado a mi madre, bella mujer por dentro y por fuera, que me enseñó la importancia de vestir sonrisas. Gracias y recuerda, que no nos quiten la sonrisa 😉