105. Polemiza, que algo queda.

¿Existe la sororidad?

polemizar

Del gr. πολεμίζειν polemízein ‘luchar’, ‘combatir’.

intr. Sostener o entablar una polémica.

polémico, ca

Del gr. πολεμικός polemikós; la forma f., de πολεμική polemikḗ ‘arte de la guerra’.

1. adj. Perteneciente o relativo a la polémica.

2. adj. Que provoca polémica (‖ controversia).

3. f. controversia (‖ discusión).

4. f. Arte que enseña los ardides con que se debe ofender y defender cualquier plaza.

5. f. teología dogmática.

zona polémica

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Vivimos en un presente que, cada vez, resulta más polémico.

La controversia muchas veces se genera porque un discurso no coincide o encaja con sujetos que creíamos eran de una forma determinada. O incluso, con lo que nos devuelve el espejo en un momento tan delicado.

Se idealizan: la familia, la amistad, la pareja… pero ¿dónde sobreviven solos?

En todas suele fallar lo mismo: la falta de cuidado. Y, claro, es extrapolable a la sociedad. Se exige constantemente lo que rara vez se ofrece. Y lo peligroso, es la falta de autocrítica o de autoconciencia.

¿Por qué resulta polémico desvincularse de los lazos familiares tradicionales? Por lo mismo que reivindicar la amistad en este momento de desamparo y abandono. Todo atravesado por lo mismo: el ego.

¿Existe la sororidad? La experiencia se me revuelve para desviar siglos de rivalidad femenina. Porque ahí está, con su larga sombra inconsciente. Ésa que se invisibiliza proyectando las inseguridades en otras. Sean o no compañeras, sean o no amigas o aliadas. Porque, a veces, parece que existe la amistad, otras, ni eso. Podría decir que me han roto el corazón más mujeres que hombres. Aquellas que creía amigas.

Sin embargo, hablar de los conflictos parece significar desde un muro a una grieta por la que no muchas quieren atravesar. Todo funciona mientras no se reivindique un malestar. Ese lugar del cuidado y el afecto que se presupone incondicional. Y, tal vez, ese sea el caldo de cultivo perfecto para romantizar la precariedad. De todos los ámbitos, humana, emocional, y claro, económica. Así, se convierten en tendencia.

Las desigualdades o injusticias tienen consecuencias. De ahí bebe la indignación, la frustración y el desasosiego. ¿Nos suena?

Sin embargo, así fue como caló el bronceado en las clases pudientes cuando antes era sinónimo de trabajo. Y caímos, claro que lo hicimos, porque, ¿quién quiere parecer enfermo?

Pues… quizás esta sea una premisa demasiado atrevida. Los hay, por supuesto. El ser humano no dejará de sorprenderme. Capaz de un espíritu de lucha increíble pero también del propio abandono a una pulsión de muerte peligrosa.

Y así sucede, vivimos rodeados de impactos que invierten la inspiración en este viaje hacia lo lumpen, y no, no me refiero a la estética. Más bien a la ética.

En el fondo, caímos en la trampa, aquella que muchos exprimen hasta dejar seca, polemiza, que algo queda.

Pero profundizar más allá, hablar de las heridas o hacerlas visibles, sigue siendo terreno abonado para los prejuicios y demás improperios por tratar de vivir coherentemente.

BSO. Who will comfort me? Melody Gardot.

A mi madre y a vosotros tres que demostráis aquello que decís; J, I, C.

102. Feeling blue, 2020.

azul

Quizá alterac. del ár. hisp. lazawárd, este del ár. lāzaward, este del persa laǧvard o lažvard, y este del sánscr. rājāvarta ‘rizo del rey’.

1. adj. Dicho de un color: Semejante al del cielo sin nubes y el mar en un día soleado, y que ocupa el quinto lugar en el espectro luminoso. U. t. c. s. m.

2. adj. De color azul.

3. m. poét. cielo (‖ esfera aparente que rodea la Tierra).

azul de ultramar, azul ultramarino, o azul ultramaro

1. m. Lapislázuli pulverizado que se usa mucho como color.

2. m. Materia colorante que se fabrica para sustituir al azul de ultramar.

azul celeste

1. loc. adj. azul claro. Apl. a color, u. t. c. loc. sust. m.

azul de mar

1. loc. adj. azul de matiz más oscuro parecido al que suelen tener las aguas del mar. Apl. a color, u. t. c. loc. sust. m.

ceniza azul

príncipe azul

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Azul.

Año azul.

Color coronado como pocos, Pantone acertó con el color, aunque errara el tono.

Nunca la moda había sido tan intrusiva. La moda, según la estadística, es el valor de mayor frecuencia en la distribución de datos. Es decir, lo que estamos viviendo con el azul quirúrgico. Qué lejos parece el tono Atlántico.

Estos meses se han llenado de tantas esperanzas como esperas, de ilusiones y desilusiones. Hemos bebido de una nueva versión de la soledad. Hemos aprendido del silencio como del ruido, y, sin embargo, ¿por qué sigue sabiendo amarga tanta incertidumbre?

Póngame otra ronda, Deep blue sea.

Y las canciones se vuelven azules, los besos se enfrían casi tanto como los abrazos que no nos damos. Vidas congeladas mientras el mundo gira en dos tiempos.

El azul quirúrgico se empaña: tapándonos la boca, lo que decimos, pero, sobre todo, lo que se nos atraganta. El vaho nos humedece los labios y lo que callamos -por aquello de un respeto- empieza a diluirse como la leche fría en el té. Como serán muchas relaciones después, después de tanto ego.

Porque el ego se empacha, llena las ciudades, se beba a sí mismo o se emborrache de justificaciones.

Las emociones que no se expresan, no mueren: son enterradas vivas y emergen después de las peores formas.”

Sigmund Freud.

Suyo, del azul quirúrgico -y alguna excusa de más- ha sido el año. Sin duda.

Lo que no sabíamos, cuando enero se tiñó de blues -de azul- Atlántico, era la fiereza de lo que era feeling blue.

BSO. Feeling Blue. Paul Desmond, 1996.

Feliz, sano y próspero 2021, entramados.