108. Vergel

Diseños de Isabel Marant para verano 2021.

vergel

Del occit. vergier.

1. m. Huerto con variedad de flores y árboles frutales.

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Flores, árboles y plantas. Frutos y bulbos. Raíces aéreas y subterráneas. Lisonjeras. Coquetas. Engalanan primaveras. Selvas, bosques y jardines. Sobre la piel, sobre estampados, sobre papel, pero, también, sobre suelos y paredes. Campo abonado y terrenos fértiles. Como los primeros días de verano. Los mismos que, en unos meses, levantarán cosechas.

Fascinación. Como un embrujo.

Embrujo: Pócimas y ungüentos. Recetas. Las de la nostalgia, anhelos que no fueron, los que vendrán. También mucho mortero donde macerar hierba fresca, aceites y emulsiones.

Se untan como mantequilla. Regados. Sin embargo, también los hay que ni con abono crecerán más. Se extinguen las máscaras. ¿Tisana verde de verdades incómodas? Dos tazas.

El desencanto ya no da más de sí, engordó durante la distancia, y, ¿después?

Después se hizo grande. Mayor aún. Se hinchó, se expandió y a puntito está de reventarse a sí mismo. Pero la vida sigue, a pesar o precisamente la desilusión. Porque hubo jardines que siguieron ahí. Resistieron, y también se hicieron enormes. Palmo a palmo de tierra, sin que nadie la esquilmara. No más. A pesar de las grietas y de la sequía. Hubo semillas que encontraron rendijas donde sobrevivir. Sólo necesitaron agua y luz. Algo de atención. O simplemente un pequeño cambio, de sustrato, ubicación o alimento. Y estallaron plantas, y quien dice plantas, dice afectos, incluso personas.

¿Cómo crece tu jardín? Eso mismo se preguntó Agatha Christie en boca de Poirot. Pregunta ingenua, casi inofensiva, acicalándose entre venenos ocultos y medias verdades.

Sin embargo, como sucedieron hechizos, también lo hizo el embrujo plantil, y para que se desarrolle un vergel se necesita:

  • Hacer una infusión de meteoritos y enfriar.
  • Arrancar decepciones muertas, así como cortar hojas secas y puntas abiertas.
  • Mimo. A raudales, pero sin destrozos.
  • Una pizca magenta que tiña algunas hojas de rosa, otras las diluya de esperanza.
  • Dejar caer la primera lluvia de verano y enfriar.
  • Después de un buen abonado a base de música bien machada en el mortero y algo de paciencia, ya está listo para servir.

Entonces, el vergel estalla, reventón. Embruja como si fuera una sonrisa limpia, sincera y sin dobleces. Igual que lo hacen algunos deseos, y muy pocas personas.

Pero también se dice que, cuando aparecen, se sabe. Porque tienen aliento fresco a libertad, ese saber y sabor de estar donde, cuando y con quien se quiere estar. Incluso, se florece, sin crisantemos.

El atardecer incluso parece desteñir, porque un vergel, también puede ser de color rosa. Palabra de Vogue:

https://www.vogue.mx/moda/articulo/estampado-de-flores-tendencia-primavera-verano-2021

Para J. Mi vergel favorito.

Bso. Baiuca, Embruxo.

66. Shine on… Brilli, brilli.

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humor

Del lat. humor, -ōris ‘líquido’, ‘humor del cuerpo humano’.

  1. m. Genio, índole, condición, especialmente cuando se manifiesta exteriormente.
  2. m. Jovialidad, agudeza. Hombre de humor.
  3. m. Disposición en que alguien se halla para hacer algo.
  4. m. Buena disposición para hacer algo. ¡Qué humor tiene!
  5. m. humorismo (‖ modo de presentar la realidad).
  6. m. Cada uno de los líquidos de un organismo vivo.
  7. m. Psicol. Estado afectivo que se mantiene por algún tiempo.

buen humor

  1. m. Propensión más o menos duradera a mostrarse alegre y complaciente.

humor negro

  1. m. Humorismo que se ejerce a propósito de cosas que suscitarían, contempladas desde otra perspectiva, piedad, terror, lástima o emociones parecidas.

mal humor

Tb. malhumor.

sentido del humor

 

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En los albores del año, permítanme la pedantería, me enfundé en lentejuelas y en un abrigo Yeti, peludo y azul. Meses después me supe cosiéndome unas plumas al bajo de una camiseta…

Sí, yo, que nunca he sido de llamar la atención, y menos en lo que a prendas se refiere.

¿Qué estaba pasando?

Pensé, apenas unos segundos, que era el efecto de una infancia en los años ochenta, del volátil peludo, el monstruo de las galletas y Papageno (juzguen lo que quieran, cada uno tiene los héroes que tiene).

Sin embargo, supe que la verdadera razón no era otra que el poso del humor que dejó aquella historia que convertí en ¿ficción? entonces recién terminada; con la que aprendí a reírme -incluso y sobre todo- de mí y de tantos momentos de pequeñas tragedias sin importancia que quedaron en aquellas páginas.

 

 

 

 

 

Que volvieran las oscuras golondrinas a nuestros balcones sus nidos a colgar sólo era cuestión de tiempo, el mismo en el que se digirieron y dirigieron tendencias que desayunamos como en la infancia devoraba galletas, y entonces, una noche triste de enero surgió la magia y ¡sorpresa! llegaron a mi armario y a mi vida unos leggins de terciopelo. Los mismos que cada día que visten mis piernas me recuerdan ese viaje inesperado que reconvertir. Y lo consigo, al final del día, me río de miedos que ya no están, que brillaron como un glitter ahora descolorido mientras me cosía las plumas me recordaron cómo volar lejos del glam que no viví. Sino el que me inventé.

Como todos, al fin y al cabo.

 

 

 

Y mientras, disfruto de lentejuelas diurnas y tardes de Yeti, de meriendas de terciopelo, de amaneceres emplumados y prejuicios relajados, siendo ésa mujer que fui, la niña que soñé, del derecho y Del revés (libro que, por cierto, cumple 4 años).

Come on! Shine on… BRILLI, BRILLI!

 

 

Y así, adivinen qué tendencia visto mientras escribo -y suscribo- de este otoño atonal, seco y musical, lleno de pájaros en la cabeza y hambre de recuerdos ‘aliñaos’ en este 22 de noviembre.

 

50. Cuentitos de verano.

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Cuento.

Del lat. compŭtus ‘cuenta1’.

  1. m. Narración breve de ficción.
  2. m. Relato, generalmente indiscreto, de un suceso.
  3. m. Relación, de palabra o por escrito, de un suceso falso o de pura invención.
  4. m. coloq. Embuste, engaño. Tener mucho cuento. Vivir del cuento.
  5. m. coloq. Chisme o enredo que se cuenta a una persona para ponerla mal con otra.
  6. m. coloq. Quimera, desazón. Ana tiene cuentos con María.

 

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  1. loc. verb. coloq. Omitir los rodeos e ir a lo sustancial de algo.

despachurrar, o destripar, a alguien el cuento

  1. locs. verbs. coloqs. Interrumpirlo adelantando el desenlace.
  2. locs. verbs. coloqs. Frustrarle un intento.

echarle a algo mucho cuento

  1. loc. verb. Adornar exageradamente lo que se hace o dice.

 

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Hubo una vez un final de primavera encendida, secó las fuentes y apagó la suavidad de noches ligeras.

Imelda Meyer se vestía cada mañana de imaginación. Después de una noche en la que nunca ganaba la derrota, dibujaba las flores que alimentaría cada paso, cada hora del día.

Y en aquel lugar en el no sólo tenía que sobrevivir, sino aprender a conjugar una realidad dispar, a veces ajena, otras deliciosa, comprendió que se inventaba un mundo habitado por quienes en realidad, no existían.

Así el verano comenzó a inflamarse, a punto de prenderse con cualquier chispa y como ocurren los contratiempos, se levantaron los gigantes que soplaban muy, muy fuerte. Tanto que su aliento pudría y arrancaba los brotes frescos. Soplaban lo fuerte que fábricas y árboles permitieran antes de quebrarse, y sin embargo, un día, Imelda encontró una florecilla delicada, que parecía doblarse con mirarla, que sin embargo, resistió.

Los gigantes siguieron soplando, incluso gritando, alto, tan alto, que querían derribar las puertas de los castillos. Y patalearon, patalearon tanto que Imelda temió por aquella flor púrpura, roja, rosa y todas las que no se vencieron a la ventisca de gigantes.Ni así consiguieron abatirla. Entonces se revolcaron sobre la hierba dejándola estampada sobre su sombra, de la que nació un verso y enmudeció a los gigantes caprichosos.

Imelda que sabía que en realidad, las flores se secan de no regarlas, de no mimarlas, quiso bordarse la memoria del cuero * de aquella resistente y tantas otras sin nombre.

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Dibujó una salida de cuento en una mañana más de gigantes embrutecidos que a falta de moraleja y final feliz, ella se imaginó, porque no sólo se inventaba a personas, sino también la magia necesaria para cambiar, un poquito, el mundo.

 

Hoy un cuentito de verano para mí. Porque se cumplen años de textos, porque me visto cada mañana de palabras, flores y un poquito de magia, y porque a veces hace falta tener algo de cuento en la recámara para apaciguar el temporal, y estas pequeñas historias me brotan de la música y la imaginación que hoy celebro llevar años sembrando.

 

*Canción Jorge Drexler.

*Imágenes Ana Teresa Barboza: http://anateresabarboza.blogspot.com.es/

 

Feliz verano y que se nos sigan derramando la imaginación, los textos y los encuentros.

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49. Apretando (que es gerundio).

10-2014

Apreturas y demás zarandajas.

Apretar.

Del lat. tardío appectorāre, der. del lat. pectus, -ŏris ‘pecho1’.

Conjug. c. acertar.

  1. tr. Estrechar algo contra el pecho o ceñir, de ordinario con la mano o los brazos.
  2. tr. Oprimir, ejercer presión sobre algo.
  3. tr. Dicho de un vestido u otra cosa semejante: Venir muy ajustado.
  4. tr. Estrechar algo o reducirlo a menor volumen.
  5. tr. Apiñar, juntar estrechamente cosas o personas, dar cabida. Apretar la colada en la lavadora. U. t. c. prnl. Apretarse la gente en el tren.
  6. tr. Acosar, estrechar a alguien persiguiéndole o atacándole.
  7. tr. Tratar con excesivo rigor, con estricto ajustamiento a ley o regla.
  8. intr. Dicho de una persona o de una cosa: Obrar con mayor esfuerzo o intensidad que de ordinario.
  9. intr. coloq. Embestir, cerrar con alguien. Apretar con el enemigo.
  10. intr. Pint. Dar apretones (‖ golpes de color oscuro).

 

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Junio empezó apretando, en gerundio, y no podíamos anticipar hasta qué punto. Apretó las costuras que se inflaron con el calor de aquella tarde en plena estampa costumbrista: mujer de edad avanzada, de un luto imperdonable que oprimía su pecho y recordaba a doña Rogelia acalorada, abanicándose y bamboleando levemente sus piernecitas a falta de mecedora en aquel portal sombrío, mientras, fuera, caía la tarde que inauguró el mes literario (Abril me perdone) que empezó como un viaje entre grandes maestros de las letras del país: paseo entre casetas que desembocó en las puertas de la Rae, callejeando entre Cervantes, Quevedo y Lope.

Y así llegó este mes con hambre de verano, y del verano: sus lecturas.

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A veces, en el parque de El Retiro se da un fenómeno maravilloso durante al menos dos semanas: la literatura invade la naturaleza y así se producen encuentro entre chaparrones o alergias primaverales. Hay autores que generan colas, sí, leen bien, esperar turno para comprar cultura, pero también para formar parte en la lista del postureo actual, aquí, permítanme haga un breve paréntesis: he observado últimamente que hay mucho público que acude a darse un baño de popularidad (no hay limitación de edad, no se crean) para compartirlo en redes. No negaré comunicar la ilusión que me hace este encuentro anual- por eso estas líneas- sin embargo la accesibilidad a las fotografías que tenemos actualmente, quizás se haya producido en detrimento de las maneras y la intimidad ¿no será excesiva la exposición ante cámaras anónimas?

Una vez compartido este desahogo, -sí, esto sí lo comparto- retomemos.

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Escribo estas palabras una mañana de domingo soleado (de ésos alérgicos que decía antes) mientras espero mi turno para mi nueva adquisición del autor del Orens que me subtitula, observo la invasión lo rápido que se asume el intrusismo, compartir una feria del libro por aquellos que están no necesariamente por el gran requisito: escribir.

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Será innegable que sean aquellos quienes alimenten estadísticas de mayorías, y sin embargo, esas pequeñas y mágicas historias tienden a pasar desapercibidas. Pero como son mi debilidad, me dejo llevar por una curiosa premisa ¿qué sucede en la imaginación del autor la noche antes de su firma? ¿qué espera? Y en consecuencia, ¿elegirán atuendo como una particular alfombra roja? ¿Vestirán bermudas bajo la mesa que nadie ve como cuenta la leyenda que ocurre en los informativos?

¿Qué hubiera pensado Cervantes y qué hubiera hecho su Quijote si la soledad de sus lectores se viera aumentada por la afluencia de un compañero de firma televisivo? ¿En qué se convertirían los exilios de Benedetti y la timidez de Manuel Vázquez Montaltán con quienes quisieran hacerse selfies con ellos?

 

El ser humano es plural, así como su respuesta ante el mismo estímulo, así pues habrá quienes sientan las apreturas del cinturón en la firma de la tarde si la comida fue copiosa y quienes se compriman por costuras reventonas después de tanto posado forzado, eso sí, sin perder nunca de vista los complementos que se convierten sin duda alguna en must: pluma o bolígrafo, al gusto, abanico y agua. Gafas de sol opcionales, así como el paraguas, según se quede la tarde.

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Gracias a quienes siguen haciendo posible la literatura a pesar de estadísticas e inversiones.

pd. Fotos de Chema Madoz.

Feliz día de la música.

Laura Orens.

 

 

 

45. Espionnage (o el arte de feriar).

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Del fr. espionnage.

  1. m. Acción de espiar ( acechar).
  2. m. Actividad secreta encaminada a obtener información sobre un país, especialmente en lo referente a su capacidad defensiva y ofensiva.

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Première Vision, Paris.

Parc des expositions, Villepinte/ Interior día.

Una edición más, PV arranca sin sobresaltos, pero con la evidente ausencia de un público que prefirió no ser testigo de mayores medidas de seguridad: abrigos y maletas abiertas que conforman una realidad tranquilizadoramente inocua. Sin embargo, los cuerpos policiales tienen la sospecha inscrita en sus gestos, labor que habita las calles del viejo París.

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Parc des expositions, Villepinte/ Interior tarde.

La agitación inicial se va diluyendo y recolocando como las oportunidades comparten perchero con muestras que caerán en el olvido.

Las tendencias las dirige ese poder que nos sobrevuela, miradas disimuladas toman nota de una emoción más alta que otra, en una observación distante, así como se encienden o se apagan vanidades más o menos textiles, más o menos textuales.

Quartier Latin, Exterior/interior noche.

La lluvia ha cesado, y en los charcos  picotean y chapotean parajillos. Los alumbra el ventanal de un restaurante que desprende una luz amarilla que recuerda a otra época, y ahí, al otro lado de la cristalera, el humo en su eterna escala de grises consume las horas como se extingue sombra de lo que fue una fiesta, París en blanco y negro.

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Dentro, los comentarios alimentan a grupos algo abigarrados, mientras se dan cita arrullos de competencias eventuales, de amistades entramadas en esa torre de Babel que distrae e hipnotiza al aprendiz de un gurú de la moda extraviando sus chaiers du cinema. Porque acaso una colección ¿no es una película sin fin?

Y lo que unos pierden, otros encuentran. Copiador copiado, se sabe el cazador cazado que riega su desolación con champagne barato del mismo tono que la luz que los ocupa al saberse tan perdido como sus tendencias.

Fundido a dorado/amarillo.

 Parc des expositions, Villepinte/ Interior día.

Agentes, diseñadoras y comerciales negocian plazos y precios de lo que convertir en ilusión. A-pasionados se reescriben historias, así como se desatan las histerias del caso del cuaderno extraviado en una resaca de colores y dibujos que delatan secuencias cromáticas, así como se aflojan y aprietan contornos femeninos temporada a temporada, intentando convertir a la mujer una vez más en aquel oscuro objeto del deseo que se escapó como el jabón salta de las manos que pretenden apresarlo.

Les cahiers du cinema rompen puntadas para aquel pobre diablo que llora su pérdida cual penicilina para los medios, hambrientos de ese palpitante escándalo que acentúe el sofoco del rey de la copia que se deshace en un rincón, entre encajes, jacquards y viscosas, convirtiéndose en paisaje donde desnudar los tropiezos con tinta invisible, reescribir el último parpadeo del amour fou que va y viene como las mareas; tendencias devoradas una y otra vez entre cortes, a la caza de la reinante, reineta, como se sueltan las costuras.

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Aeropuerto Charles de Gaulle/Interior/Exterior tarde.

Fuera, una lluvia fina disfraza el escenario de niebla ligera que se ve tras la cristalera junto a la que viajeros esperan, cansados, el momento de subir al avión y volver a una realidad menos intensa y ya sin la luz amarilla de París. Acumulan anécdotas, así como el agotamiento y la distancia universalizan a las personas.

Maletas pesadas y mercancías en las tripas del avión a punto de despegar, y ahí, rodeado del anonimato de la multitud en la bodega, un paquete de papel de estraza con apartado de correos sin más nombre que el de Rick Blaine, que viaja como turista y sonríe ya acomodado junto a la ventanilla, rumbo al regreso y evidencia una leve y muda victoria de un pasado que les arrebataron, y así, se aprieta junto a su gastado equipaje de mano que guarda fotos de ese tesoro recién descubierto, que alimenta cierta avaricia hasta entonces inimaginable.

Envuelto en un silencio cómplice dibuja con su imaginación el nombre de la que será la colección que lo lance: Ilsa.

Así, con el sabor de un espía* que no fue, sin micrófonos en los zapatos, se dibujaría la magia de una noche de invierno para que siempre tuvieran París.

Espía* Del gót. *spaíha: Persona que con disimulo y secreto observa o escucha lo que pasa, para comunicarlo a quien tiene interés en saberlo.

 

¿FIN? Hasta aquí este guión sin ton ni son. Libre de encorsetamientos propios de su naturaleza, ajenos a mi pluma, para celebrar el primer lustro en el sector y casi, casi el aniversario de Django Reinhardt y sus ecos y los nuestros.

39. La maleta perfecta.

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Eduardo Úrculo.

maleta1.

(Del dim. de mala1).

  1. f. Especie de caja o cofre pequeño de cuero, lona u otras materias, que sirve para guardar en viajes o traslados ropa u otras cosas y se puede llevar a mano.
  2. f. Chile y Ven. maletero (‖ en los vehículos).
  3. f. germ. Mujer pública a quien trae alguien consigo, ganando con ella.

andar como ~ de loco.

  1. loc. verb. Arg. y Ur. No tener objetivo claro, no saber bien qué se quiere o se pretende.

hacer la ~.

  1. loc. verb. coloq. Prepararse para irse de alguna parte, o para dejar algún cargo o empleo.

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  1. com. Persona que practica con torpeza o desacierto la profesión que ejerce.

valija.

(Del it. valigia, de or. desc.).

  1. f. maleta (‖ caja o cofre).
  2. f. Saco de cuero, cerrado con llave, donde llevan la correspondencia los correos.
  3. f. Este correo.
  4. f. irón. coloq. eufem. Ur. Trasero notorio por su volumen, especialmente el de la mujer.

~ diplomática.

  1. f. Cartera cerrada y precintada que contiene la correspondencia oficial entre un Gobierno y sus agentes diplomáticos en el extranjero.
  2. f. Esta misma correspondencia.

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Traigo arena atlántica y mediterránea en mi maleta, que se hinchó de tanto viento, del soplar de las mareas y de carreteras hasta el fin del mundo, una y otra vez; descubrí que Finisterres hay más de uno.

Y todo cabe en mi equipaje perfecto; aquel vivido que acumula destinos y comparte recuerdos.

Porque en realidad, hay tantas maletas como personas y circunstancias.

Escultura+La+maleta+de+Paul+Klee

La maleta de Paul Klee

Leo cada verano artículos en revistas del sector (de moda, claro) “la maleta perfecta” o una pequeña guía de autoayuda para hacerla cómodamente en 10 sencillos pasos. Pienso que olvidan incluir el teléfono de un terapeuta a pie de página junto a la firma del autor para quien necesite 10 pasos para dicha labor, palabra de obsesiva en proceso de histerizarse.

La cuestión fundamental; ¿este mundo se ha llenado tanto de apps y gadgets que un adulto necesita ayuda para la toma de decisiones tan triviales como de qué llenar su equipaje?

Me gusta hacer la maleta como preparo el viaje, poco a poco, con calma. Imaginando posibles situaciones, tejiendo pequeñas historias, como quien llena Italia en una falda que vuela, o Bretaña de rayas navy en cada puerto de mar. Y en esa duda prolongada, alimento los viajes por la imaginación. Tengo el gusto y el placer de volar antes de poner un pie en el avión.

Las revistas nos devuelven a la tierra, desvalijándonos de imposibles, no vayamos a volar demasiado, e imponen el destierro a los “por sí acaso” pero ¿cuántos imprevistos han salvado?

Existen los por sí acaso llueve, alguien enferma, la compañía ronca, o nos olvidamos el mundo.

De la prevención, otro universo del que aprender, claro, para enfrentar el viaje como la aventura que es, un entramado desconocido de carreteras y destinos con el compromiso mano a mano con el placer.

Olvidemos por unos días cargas y modelitos, baúles del tesoro donde no nunca se ven tacones de aguja, pero sí complementos fetiche viajados, como un, dos, tres: mi primer ejemplar de Del revés fotografiado recorriendo mundo cual gnomo de jardín en Amèlie. Un, dos, tres: responda otra vez. (Os animo a compartir vuestro must viajero).

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Pongo fin a este artículo lleno de viajes con la banda sonora de este texto, con el deseo que nos queden muchas maletas por hacer, destinos por conocer, y encuentros por tener al otro lado de un equipaje o de una historia. Quizás sea por eso que las maletas antiguas, algo rotas y viajadas tienen ese no sé qué, qué se yo.

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El descubrimiento, de Eduardo Úrculo.

9. Mundo Jacquard

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(Paréntesis inicial: En esta ocasión no hay definición de la RAE y la excepción no la marco yo, sino la propia institución. Confieso cierto estupor al comprobar que:

La palabra jacquard no está registrada en el Diccionario. La que se muestra a continuación tiene formas con una escritura cercana.

jacuaré.

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Pienso que la RAE más que nadie, debería saber que una forma de escritura cercana o palabra parecida ni tiene porqué tener ninguna relación con mi búsqueda infructuosa, pero ésa, es otra cuestión. Así pues, comentar que Jacquard fue el creador de este tipo de  telar, con técnicas diferentes; con dispositivo de tarjeta perforada, los hilos de la urdimbre se mueven independientemente y los tejidos resultantes reciben su nombre. De esta forma, reivindico la importancia de incluir léxico del sector, como se hace de  otros, para que se comprenda, o se intente, mediante el lenguaje y el formalismo de la RAE el –desconocido- mundo textil).

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=7E9G9QATIGg#!

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Introducciones aparte.

Llevábamos tiempo escuchando presagios.

Finalmente se cumplieron.

“Viene el Jacquard…” Decían. Como si de un apocalipsis anunciado se tratara. Pero a algunos, a pesar de pronósticos, de nuevo, los pilló en paños menores ( y más bien desangelados, debo decir), porque, el JACQUARD llegó para empapar de texturas y ondas este invierno tardío, esta “primavera que no llega”

Se instaló en mi vida, debo confesar,  con cierta fascinación. A modo de tapicería para cuerpos más o menos hambrientos de moda.

Me deslumbró como a una niña le deslumbra la capa de un mago.

Mundo Jacquard, mundo fantasía. De relieves y cunetas que forman paisajes textiles.

Creo que debió ser entonces cuando volví a creer en la magia.

Envolviéndome entre banderas de cada muestrario y recordando con cada una de ellas la magia de la primera vez de una mirada.

Sí, definitivamente era la fascinación de la mirada a través de artículos fantásticos y la ensoñación que despertaban, de la misma forma que bajo la capa de un mago todo es posible.

Tal vez ésa sea la esencia del Jacquard para mí. Un mundo de posibilidades.

Un mundo posible. Un Mundo Jacquard.

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Bak Ay es una de las casas turcas que representamos con una enorme y fantástica gama de Jacquards que podéis ver, comprar y disfrutar próximamente en TRUCCO, Sfera, Easywear y Fórmula Joven (El corte inglés).