96. Ventajas.13.

IMG_2009

 

13 y último.

 

 

Y la cruzas.

Atraviesas la puerta, los portazos y los ruidos.

Siguen volando aviones de papel. Los niños, y no tan niños, corren detrás de ellos.

 

Cuentan que los deshabitados desaparecieron como si fueran una nube de polvo de tanto acumular invisibles. Líquidos, monetarios y contagios.

También las palabras de los aviones vacíos que escondieron en sus despensas.

En ellos, mágicamente, se escribieron sus legados, cediéndolo todo a quienes llenaron sus cazuelas cuando tuvieron hambre. Quienes sí pudieron leer los mensajes secretos a escondidas.

Hubo de todo.

Desde paciencias hasta breves declaraciones de amor -finito-.

 

Dijeron que la magia podía ser tramposa.

Como los hechizos, como la envidia.

Recetas, hubo muchas.

Y el mundo no dejó de girar.

Aunque aún no supieras cuál era el secreto mejor guardado que seguía volando.

Que tomaría el cielo -y tu cuello- por asalto.

 

– Y ahí lo tienes, a tus pies. –

 

El avión que, como la mejor casualidad, quizás, te estaba esperando.

Miras hacia los lados. No hay nadie.

Te ha caído a ti, piensas.

Lo recoges y lo abres.

Lees.

Vuelves a leer.

Miras de nuevo a ambos lados.

Vuelves a leer esas tres palabras que se te atraviesan como un mal chiste.

Ése, que, sin embargo, acaba con todo:

Fin del simulacro.

 

The end.

¿Qué haríais con lo aprehendido y lo aprendido?

 

“[…] toda verdad tiene una estructura de ficción. Lacan.”

 

Imagen: Autor desconocido.

BSO. Laura, Charlie Parker.

 

 

96. Ventajas.10.

 

10.

 

Exterior día.

– Ya falta menos, piensas. –

 

Mayo se agota hinchado de contradicciones.

Tanto ruido, y también, tanto silencio.

El viaje sigue.

 

Las palabras perdidas y las cacerolas huidas.

En busca de quien las llene de futuro.

Y el futuro pasa por la conciliación, por las diferencias y el respeto.

El resto, se convierte en veneno, y del veneno, el polvo. Polvo como el que se acumula en el alféizar. Que es una de las palabras que ya casi nadie usa.

Es un lugar frontera. Como las ventanas, los balcones. También como las puertas que volveremos a cruzar sin miedo. Puertas que abrir.

Mes de mayo sin flores.

Las pinto en mi imaginación, serán azulejos que pisar para que regresemos a una primavera que ya no será nuestra. Pero florecerán, antes o después, como la memoria. Contra el contagio masivo de odio.

 

– Hoy no tendrías que estar donde estás. –

 

Hay mucha añoranza, no sabías que pesaría tanto.

Piensas en ideas, las escribes para que se cumplan. Como un hechizo.

Lo haces en un trozo de papel. Después en otro. Así vas escribiendo deseos que no vas a quemar, no.

Van a volar. Como hiciste tú. Como volverás a hacer y como hubieras hecho ayer en otro mundo que ya ves lejano.

 

– Volverás a volar con todas esas palabras. –

 

 

Mayo de flores sin flores.

Para qué coño sin vida, queremos un mes de mayo.

Es mayo, Imanol.

 

(Continuará).

 

BSO. Es Mayo, Imanol.

Imágenes: Matteo Massagrande.

 

 

96. Ventajas. 8.

IMG_1562

8.

 

Exterior día.

 

– Bebes, sí, pero también sigues escribiendo. –

 

Escribes.

Escribes como un hechizo; porque te bebes las palabras, las saboreas.

Mientras, los deshabitados chocan unos con otros.

Siguen haciendo ruido, tanto, que se infectan de aquello que niegan.

Tú asesinas a la tortura, con el eco de sus voces.

 

Fuera, crece el caos.

Se inmolan apelando a una libertad que significa privilegio, a una patria que se traduce en beneficios.

No muy lejos, el silencio tomas las calles. Es el hambre.

El hambre no grita. No escupe.

El hambre, sin voz, sin rostro, lo engulle todo.

 

– Y el hambre te da miedo. –

 

Tanto, que tendrás que seguir escribiendo para devorarlo.

 

(Continuará).

 

Imagen: Matteo Massagrande.

96. Ventajas.7.

7.

 

Exterior día.

 

– No te gusta el ruido, tampoco los gritos. –

 

Y hacen mucho. Como el eco que suena y resuena en ese vacío que se llena de pájaros. Pájaros que, con el aleteo, diseminan veneno, igual que hay mentiras que, si se cuentan mucho y bien, acaban por convertirse en -media- verdad. O eso dicen.

 

Los deshabitados siempre creyeron que el mundo es suyo.

Quizás porque nacieron bebiendo impunidad. La que no se les atraganta cuando apelan a la libertad, tatuándola de privilegios. O viceversa. Siempre ha habido clases, claro.

 

– Pero respira, no te aceleres. –

 

También los hay que vuelan en la sombra de los árboles con sólo mirarlos.

Ahí, se escucha un mundo no apto para todos.

Mientras, los deshabitados, arañan a una patria que ponen en peligro.

El tiempo de todos, también el tuyo.

 

– Vuestro tiempo, piensas. Ése que aún, no puedes compartir. –

 

Y escribes, más aún. Muy alto, muy fuerte.

¿Cómo sería el mundo sin que nadie quisiera ser por encima de nadie?

Para la vidia, contra la envidia, se necesitan:

  • Un extra de conciencia y coherencia.
  • Nieve de finales de abril, a falta de las flores de mayo.
  • Ocho respiraciones profundas.
  • El recuerdo del último beso que se dio sin miedo.

 

Se lleva a ebullición.

Se reserva, dejando enfriar.

Se recomienda no mirar con exceso de inquina las bajas pasiones que se acumulan en un bote de cristal junto al desagüe.

Y así, se bebe el caldo de a poquito, cuando pesen las ausencias y falten las primaveras.

Pero, sobre todo, cuando sobren los odios de los deshabitados.

Advertencia: no hacerlo nunca a medianoche; se congela el tiempo que no es de nadie, pero seguirá siendo de todos.

 

– Bébeme. Dices. Y bebes. –

 

(Continuará).

 

(Nos despedimos en invierno y nos encontraremos en verano. ¿Qué habrá sido de nuestra primavera?).

Feliz día das letras galegas.

 

 

BSO. O Maio. Luis Emilio Batallán, C. Enríquez.

 

96. Ventajas. 6.

Matteo Massagrande 10 roja

6.

 

Exterior día.

 

– Sigues ahí, en dos lugares a la vez. –

 

Eres esa carta que llega mojada al buzón. Llueve, pero la tinta no se emborrona.

Ésa que, casi nadie, mira.

También eres quien ve el vuelo de los aviones de papel.

Ésos que cruzan calles que hace poco estaban vacías.

Mientras, despiertan los habitantes deshabitados.

Y esperas en silencio. Pero, el ruido lo llena todo.

 

– Está al caer, aunque dudes. –

 

Son ellos, los deshabitados.

Aún no saben que despertaron con la garantía vencida.

Pronto se quedarían sin batería, a pesar de sus desesperados intentos para reiniciar.

Pero no aprendieron. Todos firmaron el contrato. Eran apenas unas líneas.

 

Yo, X, me comprometo a alimentar y aprender a usarlo.

Es material delicado y sólo se asignará uno por habitante.

En caso de desuso, falta de sentido común y de riego, se secará hasta dejar de funcionar.

 

– Ahí lo tienes. La habitación vacía. La habitación roja. –

 

Hubo quienes buscaron instrucciones. Pero no había. Cada uno era único.

Otros, los tiraron pensando que ya comprarían otro nuevo.

Olvidaron la premisa fundamental: uno para cada individuo.

La renovación sólo se asignaría en un fallo del sistema ajeno al individuo.

Y, claro, no fue así.

 

– No dejes de mirar. Te dices. –

 

Y ahí estás, con los ojos muy abiertos, tomando notas de quienes cuanto más ruido hacen, más eco suena en el lugar donde, el vacío se hace más y más grande. En la inteligencia. O, lo que es lo mismo, en su ausencia. Porque no todos los cerebros, agotan su garantía de buen uso. Ya se sabe, no es lo mismo tener razón que llenarse de razones, por ruido que hagan.

 

(Continuará).

 

(Hoy, para mi padre. Contra los deshabitados).

Imagen: Matteo Massagrande.

BSO. Maio Longo, Pepe Evangelista cuarteto.

96. Ventajas. 5.

matteo-massagrande-8211-scene-d8217ungheria

5.

Exterior día.

 

– Vuelas, como si no existiera nada más. –

 

Planeas, dejándote mecer por al aire de la mañana.

Lejos de puertas cerradas, también de la piel ausente, pero también, más cerca.

La primavera sigue ahí, aunque, aún, no puedas oler las flores.

Y de recordar, te crecen como las historias, como habichuelas mágicas.

 

– ¿Todo es silencio? Te preguntas. –

 

Nunca estuvo tan lleno de verbo, de nostalgias y de raíces, piensas en pleno vuelo.

La luz se empapa de él, quizás, viceversa.

Tu piel se la bebe. Despacio, no te ahogues.

Piensas en la música que no suena, en la primera canción que bailar cuando esto acabe.

Porque sí, vais a bailar. Lo vais a hacer igual que ahora vuelas, aunque sea en silencio.

No importa.

La luz lo va llenando todo mientras sigues volando.

 

– ­Entonces, lo sabes. Sí, no mires a otro lado. –

 

Eres una carta que vuela, un avión de papel que lanzaste al aire.

Tú, tú sigues en casa, pero dejaste volar las palabras.

Así funciona tu imaginación, crece, y crece, como la planta de habichuelas mágicas.

Porque el avión de papel, que cae al suelo, echará raíces.

 

(Continuará).

Imagen. Matteo Massagrande.

 

96. Ventajas. 3.

3.

Interior día.

– Muy bien, sigue. –

 

Estás descansando, por fin, y además tienes tiempo. O quizás, lo uno por lo otro.

Como sea.

Abres la ventana cada mañana. Ya huele a calor.

Y escribes, escribes porque ahí tienes tus ventanas abiertas al Mediterráneo, al Atlántico.

Viajas lejos del encierro, palabra a palabra.

Regresas a esa novela que nunca estuvo acabada. Lo sabes.

Vuelves a ella como lo hiciste con Barcelona, para sanar heridas.

Pero también, para abrir nuevos caminos, nuevas miradas, sin las que, no hubieras podido escribirla.

Y ahí está.

Mientras, escribiste con apetito voraz: una novela en cuarenta días.

 

Como si no existiera nada más.

Como un enamoramiento.

 

– No podía ser de otra forma, lo sabes. –

 

Así, cerraste en un mes de abril que -casi- no existió, ese pasado.

Escribiste esa historia que te gritaba que regresaras a ella.

Que, quizás, sin descanso, ni tiempo, ni quien eres ahora, no hubieras escrito.

Esa historia que, quién sabe, quizás sea una enorme ventana abierta.

La que te hizo viajar, una vez más, allí donde los rincones se llenaron de palabras y tú los llenaste de memoria.

(Continuará).

BSO. Maio maduro Maio, Madredeus.

Imágenes. Matteo Massagrande.

 

95. Cómo es un árbol.

IMG_1357

árbol

Del lat. arbor, -ŏris.

 

  1. m. Planta perenne, de tronco leñoso y elevado, que se ramifica a cierta altura del suelo.
  2. m. Pieza de hierro en la parte superior del husillo de la prensa de imprimir.
  3. m. Punzón con cabo de madera y punta de acero, que usan los relojeros para horadar el metal.
  4. m. Cuerpo de la camisa, sin las mangas.
  5. m. Impr. Altura de la letra desde la base hasta el hombro.

árbol de la ciencia del bien y del mal

  1. m. árbol de la vida (‖ árbol que tiene la virtud de prolongar la existencia).

árbol de la seda

  1. m. mata de la seda.

árbol de la vida

  1. m. árbol que, según la Biblia, puso Dios en medio del paraíso con virtud natural o sobrenatural de prolongar la existencia.
  2. m. tuya.
  3. m. Anat. Conjunto de ramificaciones formadas en el cerebelo por la sustancia gris sobre la blanca.

árbol genealógico

  1. m. Cuadro descriptivo de los parentescos de una familia dispuesto gráficamente en forma de árbol.

árbol respiratorio

  1. m. Anat. Sistema orgánico formado por la ramificación de los bronquios que parten del tronco de la laringe y de la tráquea.

 

Real Academia Española © Todos los derechos reservados

 

No, no me digas cómo es un árbol,

asoma el parque y la primavera desde tu ventana.

Cuéntame las noches, los viajes y las lunas

que dibujas en tu imaginación;

al atardecer, cuando el estruendo nos acerca,

al amanecer, cuando todo está por comenzar.

 

No, no me digas cómo se mecen las nubes,

sueñan los colores que tocamos.

Cuéntame de la piel que nos falta,

la que inventamos entre algodones y viscosas,

cuando tomamos el aperitivo y aún no brindamos,

cuando cenamos recetas que están por regresar-nos.

 

No, no me digas qué son las horas, encierro,

aún se beben las vanidades, el fulgor:

atardecer y amanecer.

No, no me digas pronto,

así se dibujan las ramas secas del árbol,

que, ya, nadie quiere mirar.

 

Tu verbo y el mío conversan,

se enredan jugando,

entre familia, amistad y amor.

Siempre el deseo:

soñemos todos los viajes que no alcanzan.

 

Cierra los ojos:

ilumina inspiraciones, la luna llena en París.

Y tiramos del hilo, ven, vamos a volar.

Deshagamos la ruta de la seda,

de ciudades imaginarias de Marco Polo.

Y mira, ¿lo hueles?

El sándalo y el almizcle,

vístete de noche, primavera,

que son sólo unos cuantos más amaneceres.

Aspira, aspira el rastro que deja

la ruta de las especias.

Son el laurel, la pimienta y el azafrán,

la sal, el pimentón y la canela,

son nuestros apetitos despiertos.

Nuez moscada, clavo y cardamomo.

Cúrcuma, vainilla y comino,

alimentan secando distancias.

 

No, no me digas cómo es un árbol,

entre Oriente y Occidente.

Ven, dibújalo con todas las palabras que llenan ausencias.

 

A mi madre.

No puedo llevarte de viaje por tu cumpleaños, pero aquí tienes este viaje sólo para ti, para nosotras.

Ven, vamos a volar despiertas.

Lunes 20 de abril 2020.

 

BSO.

Jordi Savall: Lachrimae Caravaggio (Hespèrion XXI)

92. Sea autónoma, no sea usted original.

autónomo, ma

Del gr. αὐτόνομος autónomos.

 

  1. adj. Que tiene autonomía.
  2. adj. Que trabaja por cuenta propia. U. t. c. s.

 

IMG_7099

 

Sea.

Sea ese lugar donde se tejen historias, o donde se narran tejidos.

Terreno de pago, peaje que no garantiza ingresos, que exige cuotas.

Y así, se alimenta el mito: trabajar por cuenta propia no necesariamente implica autonomía. La realidad se impone. Se convive con muchos rostros. Con muchas miradas. Empresas que producen réplicas, que no replicantes. Tener voz se paga con cuota propia. La que la censura negó, borrando sus nombres, su palabra. Lo que ocurre en el oficio textil, ocurrió también en el textual. Convergen en ese lugar común. Aún hoy sucede que la autoridad profesional varía en función del género. Escribo, claro, desde lo que conozco.

Ser hija de, esposa de, amiga de… en de vez de ayudar, eleva el listón. Las expectativas crecen porque se convierten en un tratado donde las contradicciones hacen reino: de la profesionalidad, de estereotipos, y también de impertinencias que, con otro nombre o apellido, no serían ni cuestionadas.

Aún pesa la firma masculina sobre la femenina en muchos ámbitos. Y no se trata de darle la vuelta, se trata que el nombre o no cuente, o lo haga en la misma dirección.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-46293652

No está tan lejos como cabría suponer. Y reivindicar un nombre puede continuar siendo revolucionario. Que nuestro trabajo no dependa de ponernos guapas o sonreír más.

El trabajo bien hecho, poco tiene que ver con adornos. Con agradar a la mirada del otro. No somos complementos, aunque podamos ser complementarios.

La autonomía no es una falsa conciliación, como tampoco muchas otras trampas que, sin querer, nos atrapan.

Pero también, forman parte de esa construcción que no debe satisfacerse nunca del todo, del mismo modo que una actitud crítica y de resistencia. De reclamar que se valore un sueldo, un trabajo, dejando a un lado las sonrisas y las minifaldas. Del mismo modo que, se suceden actitudes que perpetúan luchas de poder, rivalidades, y nos alejan, quizás de esa sororidad que también resulta utópica.

No, no necesitamos que nos salven. Necesitamos que no nos ensucien el camino.

No necesitamos que nos protejan. Necesitamos que el mundo no sea un lugar hostil del que cuidarse.

No necesito que me lleven las maletas. Necesito que no me hagan de menos por hacerlo yo, sola.

No necesito que me empujen por ser mujer y escribir. Necesito que no importe que lo sea.

BSO. Will the circle be unbroken. sufragistas.

Gracias a mis padres, y en especial a mi madre, que me hicieron el mejor regalo que podían hacerle a una niña como yo: no poner techo a mi imaginación.

Así se rompe la rueda.

88. Viajante.

abuelo A 1

viajante

De viajar y -nte.

 

  1. adj. Que viaja. Apl. a pers., u. t. c. s.
  2. m. y f. Dependiente comercial que hace viajes para negociar ventas o compras.

 

Real Academia Española © Todos los derechos reservados

 

Somos viaje. Y también, venimos de un viajante. Uno que a veces me gusta imaginar con sombrero y bastón. Con sus gafas y su bigote. Uno que hubiera disfrutado de las nuevas tecnologías. Así es, hoy estamos donde estamos porque muchos años atrás, hubo un viajante que se dedicó al textil en la familia. Pero no sólo.

También sembró parte de quienes fuimos, de quienes somos. Entre bocado y bocado o con el recuerdo de las dos gardenias. Se escribieron cartas desde la distancia que hoy nos habita, cartas que imagino con letra pulcra, papel amarillento. Y mientras, los tejidos pesaban en maletas sin ruedas. Aquellas olvidadas que anunciaban despedidas. Viajes en carreteras secundarias. Y la lluvia, y la nieve: el frío.

Las ausencias escribieron muchas biografías de viajantes, aquellos que regresaban con recuerdos de sus viajes que, una y otra vez, emprendían. Los que no anticiparon el presente.

A veces me pregunto ¿cuánto dura la extinción de un oficio?

Ser efímero no sólo se combate a mordiscos, también queda la música, respuestas urgentes, modelajes. ¿Acaso existe el tiempo?

El tiempo de cerezas pasó y con él, se anudaron utopías.

Hoy son cargamento pesado. Como los afectos, como los recuerdos.

 

En memoria de mi abuelo, viajante y bon vivant en el día de la música.

BSO. Oscar Peterson. The Bach Suite. Allegro/ Andante/ Bach’s Blues.