99. Peleas imaginarias.

Mario Benedetti / Agatha Christie.

14 de septiembre de 1920 / 15 de septiembre de 1890.

100 años / 130 años.

Suena el murmullo de celebración. Dos grandes de la literatura sobre el cuadrilátero.

La Reina del Crimen contra el autor de sensibilidades diversas. A un lado, a los ciento treinta años de su nacimiento, Agatha Christie; al otro, estrenando centenario, Mario Benedetti. Aún hay quien duda de quién fue peso pesado y quién peso pluma.

El primer golpe lo lanza la autora más vendida, poniendo un muerto sobre el ring.

“El cuerpo…, la jaula…, es de lo más respetable, pero el animal salvaje aparece detrás de los barrotes.”

Asesinato en el Orient Express. A.C.

El escritor uruguayo se acerca tratando de sobreponerse, también a la propia angustia. Disecciona, una a una, las pistas que Christie ha enredado en el cuerpo, ésas que Benedetti convertirá en crónica novelada o en poesía.

“Convencerse de que morir no es después de todo tan jodido si se muere bien, si se muere sin recelos contra uno mismo.”

Primavera con una esquina rota. M.B.

Cada uno carga con sus caídos, también con sus faltas, y con los que vendrán. Lo saben, igual que muertos, hay de muchas formas. Desde un texto inacabado, una idea sin final, o alguien sin rostro, que existe porque ambos lo miran, porque lo escriben.

“Lo imposible no puede haber sucedido; luego lo imposible tiene que ser posible, a pesar de las apariencias.”

Asesinato en el Orient Express. A.C.

Benedetti estudia a su oponente: Christie, lectora voraz desde su -muy feliz- infancia, rodeada de mujeres fuertes e independientes, se reflejaría en su propia vida. Estudió en París, y regresó a Inglaterra donde conoció al que se convirtió en su esposo, Archibald «Archie» Christie. Al estallar la Primera Guerra Mundial, fue enviado a Francia. Y ella, no desaprovechó su aprendizaje de enfermera acerca de los venenos que influyeron en su obra. No tardó en presentar a su famoso detective Hercule Poirot con la publicación de su primera novela, El misterioso caso de Styles.

Así, el uruguayo itinerante, responde al golpe de su contrincante con:

“Están en algún sitio/ concertados,

desconcertados/ sordos,

buscándose/ buscándonos.” 

Desaparecidos. M.B.

Christie se revuelve. No olvidó cuando, a finales de 1926, Archie le pidió el divorcio. Después de aquella discusión, él se fue a pasar el fin de semana con su amante a Surrey. Esa misma noche, ella desapareció. Encontraron su coche, un Morris Cowley, en Newlands Corner, con ropa y su permiso de conducir caducado. La prensa se hizo eco y se ofrecieron 100 libras de recompensa para encontrarla, secundado por las presiones del ministro del interior y sus seguidores. A pesar de los efectivos policiales y los recursos, no dieron con ella hasta once días después. La reconocieron como huésped del Swan Hydropathic Hotel donde estaba registrada con el apellido de la amante de Archie. Sin embargo, aunque pareciera una trama suya, no parecía reconocerlo ni recordar nada. No fue capaz de dar explicaciones al respecto. Se llevaría su verdad a la tumba.

El golpe de Benedetti fue directo a su memoria, a ese rincón que diagnosticaron como fuga psicogénica debida a una crisis nerviosa agravada por la muerte de su madre y la infidelidad marital.

“Las mujeres observan de un modo inconsciente mil detalles íntimos, sin saber lo que hacen. Sus subconscientes añaden esas cositas unas a las otras y a eso le llaman intuición.”

El asesinato de Roger Ackroyd. A.C.

Benedetti recibió el golpe con entereza. La misma que vertió en sus textos: poeta, dramaturgo y periodista uruguayo de la Generación del 45. Pensó en la intuición que, quizás, marcara su obra y su vida. Como su renuncia a su cargo en la universidad después del Golpe de Estado en Uruguay en 1973 o su exilio a Buenos Aires debido a sus posiciones políticas o después en Perú, donde fue detenido, deportado y amnistiado. Más tarde pasó por Cuba y Madrid. Así estuvo diez años alejado de su tierra, pero también, de su esposa, de sus intuiciones cotidianas que se quedaron con ella en Uruguay al cuidado de sus madres.

“Después de todo, yo también quedé fuera del país. Yo también añoro lo que vos añorás. El exilio (interior, exterior) será una palabra clave de este decenio.”

“¿Qué es este exilio sino otro nuevo comienzo? Todo comienzo es joven. Y yo, viejo recomenzante, rejuvenezco.”

 Primavera con una esquina rota. M.B.

Agatha Christie también viajó lejos de su hogar. Lo hizo con su nuevo marido, el arqueólogo Max Mallowan. Fueron a sus expediciones de Irak y Siria, donde se inspiró para nuevas novelas.

“Cásate con un arqueólogo. Cuanto más vieja te hagas, más encantadora te encontrará.” A.C.

“Te quiero como para leerte cada noche.” M.B.

Y entre reconocimientos y condecoraciones a páginas llenas, el duelo imaginario se va diluyendo, antes que asomen sus deterioros, antes que sus personajes los hagan hueco en algún lugar entre las letras y la imaginación.

Quizás, por ese motivo mudo, Agatha Christie nunca reuniera a Poirot y a Marple, al primero no le gustaría que una vieja le hiciera sugerencias, según su autora.

“¿Qué es el mal? ¿Qué es el bien? Las ideas sobre estos conceptos cambian de un siglo a otro.”

Telón.A.C.

“Aferrarse a la cordura puede ser una forma de delirio.”

“Ese desenlace natural, ese final obligatorio que es la muerte, tiene siempre algo de regreso. Vuelta a la tierra nutricia, a la matriz de barro… La muerte en el exilio es aparentemente la negación del regreso, y éste es quizás, su lado más oscuro.”

Primavera con una esquina rota. M.B.

Y con ese golpe, llegan al último asalto, y se declara el empate. Ambos regresan a sus textos, a las páginas que seguirán cumpliendo años, salvando su memoria.

Quizás su imaginación los hizo libres. O quizás, no tuvieran más remedio para estar vivos.

En recuerdo y homenaje a dos de las voces que me hicieron ver el mundo así, encontrar mi camino.

BSO. Leroy Anderson: Ritvélin (The Typewriter) Remington typemachine.