Cuento.
Del lat. compŭtus ‘cuenta1’.
- m. Narración breve de ficción.
- m. Relato, generalmente indiscreto, de un suceso.
- m. Relación, de palabra o por escrito, de un suceso falso o de pura invención.
- m. coloq. Embuste, engaño. Tener mucho cuento. Vivir del cuento.
- m. coloq. Chisme o enredo que se cuenta a una persona para ponerla mal con otra.
- m. coloq. Quimera, desazón. Ana tiene cuentos con María.
dejarse de cuentos
- loc. verb. coloq. Omitir los rodeos e ir a lo sustancial de algo.
despachurrar, o destripar, a alguien el cuento
- locs. verbs. coloqs. Interrumpirlo adelantando el desenlace.
- locs. verbs. coloqs. Frustrarle un intento.
echarle a algo mucho cuento
- loc. verb. Adornar exageradamente lo que se hace o dice.
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Hubo una vez un final de primavera encendida, secó las fuentes y apagó la suavidad de noches ligeras.
Imelda Meyer se vestía cada mañana de imaginación. Después de una noche en la que nunca ganaba la derrota, dibujaba las flores que alimentaría cada paso, cada hora del día.
Y en aquel lugar en el no sólo tenía que sobrevivir, sino aprender a conjugar una realidad dispar, a veces ajena, otras deliciosa, comprendió que se inventaba un mundo habitado por quienes en realidad, no existían.
Así el verano comenzó a inflamarse, a punto de prenderse con cualquier chispa y como ocurren los contratiempos, se levantaron los gigantes que soplaban muy, muy fuerte. Tanto que su aliento pudría y arrancaba los brotes frescos. Soplaban lo fuerte que fábricas y árboles permitieran antes de quebrarse, y sin embargo, un día, Imelda encontró una florecilla delicada, que parecía doblarse con mirarla, que sin embargo, resistió.
Los gigantes siguieron soplando, incluso gritando, alto, tan alto, que querían derribar las puertas de los castillos. Y patalearon, patalearon tanto que Imelda temió por aquella flor púrpura, roja, rosa y todas las que no se vencieron a la ventisca de gigantes.Ni así consiguieron abatirla. Entonces se revolcaron sobre la hierba dejándola estampada sobre su sombra, de la que nació un verso y enmudeció a los gigantes caprichosos.
Imelda que sabía que en realidad, las flores se secan de no regarlas, de no mimarlas, quiso bordarse la memoria del cuero * de aquella resistente y tantas otras sin nombre.
Dibujó una salida de cuento en una mañana más de gigantes embrutecidos que a falta de moraleja y final feliz, ella se imaginó, porque no sólo se inventaba a personas, sino también la magia necesaria para cambiar, un poquito, el mundo.
Hoy un cuentito de verano para mí. Porque se cumplen años de textos, porque me visto cada mañana de palabras, flores y un poquito de magia, y porque a veces hace falta tener algo de cuento en la recámara para apaciguar el temporal, y estas pequeñas historias me brotan de la música y la imaginación que hoy celebro llevar años sembrando.
*Canción Jorge Drexler.
*Imágenes Ana Teresa Barboza: http://anateresabarboza.blogspot.com.es/
Feliz verano y que se nos sigan derramando la imaginación, los textos y los encuentros.