50. Cuentitos de verano.

ana teresa barboza 7

Cuento.

Del lat. compŭtus ‘cuenta1’.

  1. m. Narración breve de ficción.
  2. m. Relato, generalmente indiscreto, de un suceso.
  3. m. Relación, de palabra o por escrito, de un suceso falso o de pura invención.
  4. m. coloq. Embuste, engaño. Tener mucho cuento. Vivir del cuento.
  5. m. coloq. Chisme o enredo que se cuenta a una persona para ponerla mal con otra.
  6. m. coloq. Quimera, desazón. Ana tiene cuentos con María.

 

dejarse de cuentos

  1. loc. verb. coloq. Omitir los rodeos e ir a lo sustancial de algo.

despachurrar, o destripar, a alguien el cuento

  1. locs. verbs. coloqs. Interrumpirlo adelantando el desenlace.
  2. locs. verbs. coloqs. Frustrarle un intento.

echarle a algo mucho cuento

  1. loc. verb. Adornar exageradamente lo que se hace o dice.

 

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Hubo una vez un final de primavera encendida, secó las fuentes y apagó la suavidad de noches ligeras.

Imelda Meyer se vestía cada mañana de imaginación. Después de una noche en la que nunca ganaba la derrota, dibujaba las flores que alimentaría cada paso, cada hora del día.

Y en aquel lugar en el no sólo tenía que sobrevivir, sino aprender a conjugar una realidad dispar, a veces ajena, otras deliciosa, comprendió que se inventaba un mundo habitado por quienes en realidad, no existían.

Así el verano comenzó a inflamarse, a punto de prenderse con cualquier chispa y como ocurren los contratiempos, se levantaron los gigantes que soplaban muy, muy fuerte. Tanto que su aliento pudría y arrancaba los brotes frescos. Soplaban lo fuerte que fábricas y árboles permitieran antes de quebrarse, y sin embargo, un día, Imelda encontró una florecilla delicada, que parecía doblarse con mirarla, que sin embargo, resistió.

Los gigantes siguieron soplando, incluso gritando, alto, tan alto, que querían derribar las puertas de los castillos. Y patalearon, patalearon tanto que Imelda temió por aquella flor púrpura, roja, rosa y todas las que no se vencieron a la ventisca de gigantes.Ni así consiguieron abatirla. Entonces se revolcaron sobre la hierba dejándola estampada sobre su sombra, de la que nació un verso y enmudeció a los gigantes caprichosos.

Imelda que sabía que en realidad, las flores se secan de no regarlas, de no mimarlas, quiso bordarse la memoria del cuero * de aquella resistente y tantas otras sin nombre.

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Dibujó una salida de cuento en una mañana más de gigantes embrutecidos que a falta de moraleja y final feliz, ella se imaginó, porque no sólo se inventaba a personas, sino también la magia necesaria para cambiar, un poquito, el mundo.

 

Hoy un cuentito de verano para mí. Porque se cumplen años de textos, porque me visto cada mañana de palabras, flores y un poquito de magia, y porque a veces hace falta tener algo de cuento en la recámara para apaciguar el temporal, y estas pequeñas historias me brotan de la música y la imaginación que hoy celebro llevar años sembrando.

 

*Canción Jorge Drexler.

*Imágenes Ana Teresa Barboza: http://anateresabarboza.blogspot.com.es/

 

Feliz verano y que se nos sigan derramando la imaginación, los textos y los encuentros.

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41. Contra las “it girls”.

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Natalie Portman en un fotograma de la película Closer.

It.

Pronombre de 3º persona del singular para designar ELLO; para animales u objetos.

No traducible como tal ni como sujeto al castellano.

It girls.

La primera en emplear el término británico IT GIRL fue la novelista y guionista Elinor Glyn en 1927 dirigiéndose a Clara Bow, la protagonista de la película IT.

IT, Clara Bow, 1927

IT, Clara Bow, 1927

Según VOGUE: “La definición exacta de ‘it’ (podría traducirse como “eso”) puntualizada por Glyn rezaba así: “La cualidad que poseen algunos de atraer a los demás con su fuerza magnética. Con ese “it” te ganas a todos los hombres si eres una mujer y a todas las mujeres si eres un hombre. Ese “it” puede ser una cualidad de la mente así como una atracción física”. Algunos atribuyen el origen de “it” al escritor Rudyard Kipling, que hizo la siguiente afirmación en un relato corto en 1904: “Ese “it” no es belleza, ni buena conversación. Es simplemente “it”.

It. (¿La cosa?). Detalles que marcan la diferencia, expresiones irreconciliables, o no trasladables perdidas en interpretaciones, ahí, en ese lugar mudo, en el que lo que no se nombra es lo que verdaderamente importa, lo que dirige apetitos, fantasías y demás intimidades irresistibles.

Así nos encontramos revistas que decoran la profesión de it girl, que “mujer objeto” ha quedado obsoleto, empapándolas de ese glamour a golpe de talonario que tanto vende, y haciendo lo posible por borrar el rastro de su origen, que poco tiene que ver con el desfile de uniformes sonrientes, en el mejor de los casos, que hasta a las malas caras se acostumbra una, y así nos pasa, que se hace de la ficción de revista, realidad, y ya tenemos el problema.

Me declaro contra las it girls producto de consumo, cómplices de la cosificación de la mujer (ya ni sujeto de deseo), convirtiéndonos en “ello” como si hubiera que estar orgullosa de un estilo de vida lleno, muy lleno sí, de cuentas corrientes, modelitos de marca y una voz dormida, muda y paradójicamente, generadora de tendencia.

Contra las it girls que no usan uso a su voz para la réplica, para cambiar el rumbo de este estado de perfecto maquillaje sin grietas; con un look de atractivo irresistible.

Contra las it girls que se olvidan de las palabras de George Steiner “lo que no se nombra, no existe” y nos hacen desaparecer un poquito a todas con su silencio.

Pero si a pesar de todo, hacemos lo posible por entender y convalidar el término IT, no hablemos sólo de it girls, hablemos de personas; hombres y mujeres, sin importar género y edad en este mundo de sobrevalorada juventud, cuyo atractivo sea capaz de descolocar fronteras y muros. Aprendiendo, por fin, a valorar la diferencia, a convivir con ella, dejando de fabricar clones que vistan y decidan cuál es la prenda estrella de la temporada para el gran público hambriento de mímesis.

(A continuación lo que yo entiendo por mujeres que tienen algo magnético e interesante, un atractivo personal al margen de cánones y productos de consumo).
Ellas sí tienen «it»…

Nina Simone 1969

Nina Simone 1969

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Simone de Beauvoir

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Diane Keaton

Concluyo con una mujer que demostró que no todo es traducible ni clasificable, sino que son esas interpretaciones –más o menos acertadas- en este mundo de equívocos convulsos, las que nos dirigen una y otra vez, nuestros apetitos más íntimos. Culpemos a quien culpemos.

PD. Hoy dedico este artículo a todas las luchadoras contra el cáncer, con todo mi cariño, así como al recuerdo de MVM del que ayer se cumplieron ya 12 años sin su verbo que me ha inspirado el título gracias a su «Contra los gourmets».

3. Estampados 1

Imagen

Estampado, da.

(Del part. de estampar).

1. adj. Dicho de un tejido: Que tiene estampados a fuego o en frío, con colores o sin ellos, diferentes labores o dibujos. U. t. c. s.

2. adj. Dicho de un objeto: Que por presión o percusión se fabrica con matriz o molde apropiado. U. t. c. s.

3. m. Acción y efecto de estampar. No me gusta el estampado de esta lámina.

estampar.

(Del fr. estamper, y este del franco *stampôn, machacar; cf. a. al. ant. stampfôn, al. stampfen).

1. tr. Imprimir, sacar en estampas algo; como las letras, las imágenes o dibujos contenidos en un molde. U. t. c. intr.

2. tr. Dar forma a una plancha metálica por percusión entre dos matrices, una fija al yunque y la otra al martinete, de modo que forme relieve por un lado y quede hundida por otro.

3. tr. Señalar o imprimir algo en otra cosa. Estampar el pie en la arena.

4. tr. Imprimir algo en el ánimo.

5. tr. coloq. Arrojar a alguien o algo haciéndolo chocar contra algo. Estampó una botella contra la pared. U. t. c. prnl.

(RAE.)

“Los colores están muy bien tocados” ha sido una de las frases favoritas que he escuchado desde que empecé en esto.

No puedo evitar imaginar entonces al dibujante, un pequeño Vincent – a modo de Van Gogh, por aquello del impresionismo, la impresión y la estampa- con sus delirios y extravagancias, acercarse al diseño, aún en blanco y negro y rozar cada figura, cada silueta, y entre suspiros, colorear como un niño chapotea jugando en los charcos, sentir un éxtasis con cada mezcla de matices, de tonos y de intensidades. Y entonces, con una satisfacción que orbita en su gesto, escucharle decir, “touché”. (Pero nunca hundido, sino todo lo contrario).

Después, regreso de mis fantasías, de mi abstracción, para seguir mostrando estampados, unos más elegantes, otros más … ¿cómo decirlo con sutileza y elegancia?… Más… ¡ya está! ¡Más alemanes! Y aquí siempre encuentro unanimidad. Nunca imaginé que un estampado pudiera tener una nacionalidad tan definida y que ésta fuera, además un conjunto de sinónimos que nadie dice abiertamente, bueno, corrijo, están quienes sí dicen abiertamente, es “feíto”… Pero valoraciones al margen, es sorprendente, incluso divertido conjeturar la vida propia de un estampado muy alemán. Imaginando robustas mujeres en un crucero, luciéndolos con su impronta germánica y todas las demás visiones que aparecen a continuación en mi imaginación.

Pero cuando a un estampado tan marcado además se le suma una base de punto… Ahí ya tenemos un mercado aparte. (Sí, los mercados mandan incluso de una forma tan silenciosa y latente como una prenda).

Pero volvamos al otro lado, al del diseñador “tocando” colores y formas.

Impregnándose de desfiles e ideas, soñando formas y recuperando otras, sumergiéndose en archivos para renovar flores y geométricos, reabrir puertas del pasado e investigar vanguardias futuras.

Cambiar matices en los colores, renovar intensidades, impregnarse de pasteles y flúor, empaparse de delicadezas o atreverse con las junglas más salvajes.

Ser uno y mil paisajes para encontrar la línea perfecta.

Disponer de las varias técnicas de estampación para conseguir el mejor resultado posible, el más atractivo.

Descubrir e imaginar un mundo de tinturas, colores y procesos históricos hasta llegar a los estampados de hoy y de mañana.

Desde el pasado, cuando el diseño se grababa en un bloque de madera y se imprimía directamente sobre el tejido como hacíamos de niños, en el colegio, sellando dibujos con una patata cortada en dos e impregnada de pintura, hasta lo que dicen será el futuro con el print digital y nuevas técnicas que aún me quedan por aprender y conocer. Pasando por la tradicional estampación por rodillos, desarrollada desde el siglo XVIII con la mecanización de la industria textil, o el transfer que transmite el diseño por calor, o por urdimbre, antes de tejer la pieza, sólo en éstos hilos, para crear un diseño más suave y difuminado.

Posibilidades para tejer y dibujar nuevas historias, para describirlas con colores, como una novela antes de ser impresa, en el proceso de la estampación de sus protagonistas, justo en el momento de ser tocados por esa especie de gracia divina que les da vida, a las texturas, las formas y colorea cada personaje.

Como una fotografía, como una estampa, impresa en un marco y en un contexto especial para cada historia.

Impresas palabras, colores y ánimos creando historias eternas.

Como el proceso final de la impresión –doblemente impresionante e impresionable- de la grabación de una historia, ya sea en páginas,  viscosa, papel, algodón… o cualquier lugar dónde escribir y dibujar belleza, como una estampa, grabada, sellada e impresa (y ésta, ya es otra historia.)