86. Ferias imposibles.

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imposible

Del lat. impossibĭlis.

 

  1. adj. No posible.
  2. adj. Sumamente difícil. U. t. c. s. m. Pedir eso es pedir un imposible.
  3. adj. Inaguantable, enfadoso, intratable. Luis está imposible hoy. Se ponen imposibles.
  4. m. Ret. Expresión de la seguridad de que antes de que suceda o deje de suceder algo ha de ocurrir otra cosa de las que no están en lo posible.

hacer los imposibles

  1. loc. verb. coloq. Apurar todos los medios para el logro de un fin.

 

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Imposibles.

También hubo ferias impensables, las que vivieron dentro de la última edición de Première Vision en París. Más de un encuentro. Los que años atrás parecían imposibles, hoy se han convertido en realidad. Porque a veces, suceden verdades tirando del hilo. Aquello que se llama intuición, va creciendo dentro de las miradas, las propias y las ajenas. Las que abren nuevos caminos. Aquellas que, por un sorprendente golpe de efecto, acaban convertidas en las tendencias de la temporada. Muchas estudiadas, pero otras, también, fruto del azar. Como el tejido que nos constituye.

“Poseen un vago instinto no ya de lo sagrado, pero sí de lo trascendente”

Amélie Nothomb, Golpéate el corazón.

Y es que se dota de trascendencia a las tendencias. La velocidad las habita. Las devora. Tanto y tan rápido que se convierten en algo así como relaciones suspiro. Que duran lo que una fugaz ilusión. Y las ilusiones también se rompen, aunque casi nadie dedique tiempo en zurcir las costuras, en remendar aquello que tampoco ha de ser eterno.

“Después de todo, ¿qué es la moda? Desde el punto de vista artístico una forma de fealdad tan intolerable que nos vemos obligados a cambiarla cada seis meses”

Oscar Wilde.

Sin embargo, el ritmo no para. Todo lo contrario. Aumenta las revoluciones. Las reales y las imaginarias. Las que podrían construir un relato de todo lo que queda en vía muerta, de lo que no sucede a la misma velocidad que ocurren las realidades. En ese enjambre de pasillos y stands que dibujan un mapa de una ciudad llena de lenguas, idiomas y aspiraciones. Babel horizontal que se cita dos veces al año, vísperas del otoño y de la primavera. Días de mucho, vísperas de na, decía la canción. Haciendo de ellas, ese rincón que ya no sea imposible: sean nuevos caminos, nuevos aprendizajes. Porque, en el fondo, lo nuestro es pasar, atravesar, incluso atraversarlas alimentando el verbo y la imaginación con mayor o mejor fortuna.

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Regreso a París con la tradición de devorar alguna novela de Amélie Nothomb que parece seguir escribiendo para mí. Nunca defrauda. En septiembre, también, se me acumulan homenajes. Benedetti, Agatha Christie, John Coltrane, B.B. King, Emilia Pardo Bazán y quien acompaña en la escritura de estas palabras, Miles Davis. Tanta inspiración de todos estos grandes en apenas dos líneas. So what!

BSO. So What. Miles Davis.

77. Romper. (O la atracción del feísmo).

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Romper. Del lat. rumpĕre. Part. irreg. roto.

  1. tr. Separar con más o menos violencia las partes de un todo, deshaciendo su unión.
  2. tr. Quebrar o hacer pedazos algo.
  3. tr. Dividir o separar por breve tiempo la unión o continuidad de un cuerpo fluido, al atravesarlo. Romper el aire, las aguas.
  4. tr. Interrumpir la continuidad de algo no material. Romper la monotonía, el hilo del discurso, el silencio, la tregua, las negociaciones, el noviazgo.
  5. intr. Dicho de las olas: Deshacerse en espuma.
  6. intr. Tener principio, empezar, comenzar. Romper el día. Romper a hablar. Romper la marcha.
  7. intr. Manifestar a alguien la queja o el disgusto que de él se tiene, separándose de su trato y amistad. Romper CON un amigo.
  8. intr. Prorrumpir o brotar.
  9. intr. Dicho de una flor: abrirse (‖ separarse los pétalos).

de rompe y rasga

  1. loc. adj. coloq. De ánimo resuelto y gran desenfado.

 

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“Dicho de las olas: Deshacerse en espuma”.

Ojalá nos rompiéramos como las olas, deshechos en espuma.

Pero lo cierto es que solemos rompernos en una ciénaga. La misma que muchos habitan.

Convirtiendo en recuerdos lugares que sobreviven pero apenas existen como los descubrimos. Así como se cierran puertas para no regresarlas, se construyen nuevos caminos.

Se desgarra la lana vieja, se rasga la seda más delicada, se mueren las gardenias y se desangran las modas como se zurcieron mensajes en las costuras.

La realidad tiene mucho de ruptura, con el pasado, dicen, con la clase establecida, tal vez. Así, de vuelta y media, el feísmo se sube a sus plataformas, dentro y fuera de las pasarelas y se deja el pelo sucio -sí, como lo leen- para reafirmarse.

Quizás, como paradojas hay muchas, sea la exhibición de la imperfección, no de su arreglo, ni de remiendos que caen en el olvido; tal vez, metáfora de convivencia con la desidia haciendo jirones ideologías, o incluso la burla del sistema de quienes consumen, consumen y consumen hasta que quemen los bolsillos que se sean lo único que no se rompa ni deshaga en las tendencias.

¿Todo llegará?

OI 2018-2019 de Gucci

OI 2018-2019 de Gucci

Michael Kors sostiene que el estilo es lo contrario a la moda: “no tiene que ver con el vestir, es el reflejo de cómo piensas y cómo vives”.

Entonces ¿quiénes son aquellos que alimentan dicho feísmo?

¿Acaso el mal gusto nace como reacción al gusto de lo que se ha llamado históricamente clase dominante?

En el fondo, esta ruptura me lleva irremediablemente a preguntarme ¿qué es la belleza? ¿responde ese instinto de degradarla al mismo rincón del inconsciente en el que un adolescente busca “matar al padre”?

 

Umberto Eco en Historia de la fealdad suscribe que lo feo no es el infierno de lo bello. Ambos pertenecen a distintos registros estéticos, construcciones sociales y culturales que varían según el entorno y sus circunstancias. Ahora que vivimos inmersos en la constante exhibición de cada entorno, a través del espejo, que diría Lewis Carroll, nos asomamos a un abismo inesperado que convive con una realidad que poco tiene que ver con los cánones clásicos de belleza, seguramente.

Y así ocurre, que el feísmo no sólo estético, se instala en nuestra mirada, en nuestra realidad. Se expone aquello roto sin intención ni intento de arreglo, incluso como triunfo del que enorgullecerse.

 

Oscar Wilde definía a la moda como una forma de fealdad tan intolerable que se debe alterar cada seis meses, y así lo confirma el propio Demna Gvasalia “Mi ropa es fea, por eso gusta tanto», comentaba orgulloso.

 

Este año la estructura de unos tejanos, por llamarlos de algún modo, se venden por 140€ en Carmar. Leo con asombro artículos en los que se preguntan si alguien se pondría algo roto cuando llevamos años viendo cómo el desgastado y las roturas alcanzan lo que para muchos, quizás en otra época, serían las más altas cotas de la miseria.

pantalones rotos

Pienso en quienes fueron sastres o costureras, en los milagros que hacían con zurcidos y costuras impecables para alargar a base de remiendos las vidas de prendas ajadas, incluso en la lucha contra polillas irreverentes (que parecen haberse dado un festín con dichos tejanos).

Pero no puedo evitar sonreír al imaginarme a un Banksy del textil detrás de esta gamberrada, a falta de performance, ya saben, que los convierta en El traje nuevo del emperador versión 2018.

 

¿Qué pensarían si regresaran y vieran el espectáculo en el que se ha convertido el oficio?

 

Prendas que ahora viven en esta vorágine de vida líquida, tan efímero como amores sin lucha que se deshacen sin la belleza de la espuma de las olas, donde habitar, a veces en los márgenes, donde el brillo no consiste en el efecto sorpresa, sino en el estilo del que hablaba Michael Kors, ahí donde una lentejuela a plena luz del día ilumine más que todas las noches de fiesta empapadas en feísmo, ahí donde se romperse en espuma.

 

 

Hoy una recomendación y un recuerdo.

La primera es contra el feísmo que nos rodea, alimentando una belleza natural, sostenible y respetuosa con los animales y el planeta. http://naib.es/

(Podría decir que siento cierta nostalgia del poso que los gnomos dejaron).

 

22 de noviembre es y será una fecha de un pasado que nos trajo hasta aquí.

Hubiera sido el cumpleaños del Botella original en el mundo del textil al que tanto mi padre como yo le debemos un oficio. Dos gardenias para él.

37. Sos tan fashion *

(O la paradoja antimoda de estar de moda).

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Microcuento e ilustración de La vida es corta y luego te mueres de Enric Pardo y Lyona.

Moda.

«La moda es la pugna entre el instinto natural de vestirse y el instinto natural de desnudarse» Pitigrilli.

moda.

(Del fr. mode).

  1. f. Uso, modo o costumbre que está en boga durante algún tiempo, o en determinado país, con especialidad en los trajes, telas y adornos, principalmente los recién introducidos.

entrar en las ~s.

  1. loc. verb. Seguir la que se estila, o adoptar los usos y costumbres del país o pueblo donde se reside.

estar algo de ~.

  1. loc. verb. Usarse o estilarse.

pasar, o pasarse, algo de ~.

  1. locs. verbs. Perder actualidad o vigencia.

salir una ~.

  1. loc. verb. Empezar a usarse.

ser ~, o de ~.

  1. locs. verbs. estar de moda.

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¿Ser o no ser -moda-?

Cápsula de éxito garantizado, obscenidades asumibles, libres de escándalo en plena digestión aceptada en realidades más o menos soeces.

Ni todo el porno es codificado ni el buen gusto, cotidiano.

Pero realmente…

“¿Qué es -la- moda? Un frenesí, una ilusión, una sombra, una ficción…

Sueña el trendy que es moderno, y vive con este engaño mandado.”

(Calderón me perdone).

Ser moda, estar de moda, y la esencia de la contradicción; de lo exclusivo a lo masivo convertido en moda, matemáticamente hablando; el valor con una mayor frecuencia en una distribución de datos, y en estatus de lo llevado.

Paradoja trendy de la pertenencia al grupo donde se reinterpretan códigos con más pasión que se lee a Proust para convertirse en las nuevas it girls, estudiosas de Vogue con una fe casi religiosa. Óscar de la Renta, visionario indiscutible, llamó fashion victims a sujetos incapaces de identificar “los límites generalmente reconocidos de estilo”.

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Microcuento e ilustración de La vida es corta y luego te mueres de Enric Pardo y Lyona.

«Después de todo, ¿qué es la moda? Desde el punto de vista artístico una forma de fealdad tan intolerable que nos vemos obligados a cambiarla cada seis meses» Oscar Wilde.

Y sin embargo, ése quizás sea un punto fuerte, el charme de lo efímero frente a lo colectivo, que ya según las palabras de Buñuel; «La moda es la manada; lo interesante es hacer lo que a uno le de la gana». 

La cuestión sigue siendo la identidad.

¿Existe la moda más allá de un imaginario común?

¿Qué queda después?

Postureo retro-alimentado, de la exclusividad a la uniformidad.

Finalmente, si la moda no es sinónimo de belleza, ni de gusto, ni de estilo, ni de identidad.

¿Qué es?

Un ejercicio de recuperación de la nostalgia reconvertida en objeto de consumo con cierto aire de personalidad de duración limitada.

Microcuento e ilustración de La vida es corta y luego te mueres de Enric Pardo y Lyona.

Algo así como la evolución que hemos compartido en lo que al refrigerio se refiere:

Primero llegó el nuevo Gin tonic, después la atracción de las cervezas artesanas, luego se redescubrió el encanto del Vermut. ¿Qué será lo próximo?

Una apuesta por una bebida sin alcohol: the new MOSTO.

Ahí lo dejo.

Con un poco de humor, sabor y demás, no nos tomemos tan en serio que acabemos convirtiéndonos en self victims.

¡Salud y… meigas fora!
Pd. No os perdáis más microcuentos e ilustraciones tan inspiradoras y estimulantes como éstos de Lyona y Enric Pardo en «La vida es corta y luego te mueres» de Reservoir dogs.