104. Aniversarios sin feria.

aniversario, ria

Del lat. anniversarius ‘que se repite cada año’.

1. adj. p. us. anual.

2. m. Día en que se cumplen años de algún suceso.

3. m. Oficio y misa que se celebran en sufragio de un difunto el día en que se cumple el año de su fallecimiento.

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The moon is yellow silver.

Tom Waits.

Mes de aniversarios.

Irremediablemente nostálgica.

Sin embargo, resuena una pregunta ¿cuándo volveremos a vivir?

Ser moderadamente infeliz y otras formas de supervivencia. Desde hace tiempo, quien más, quien menos, dejamos pasar las horas, aprendiendo a sobrevivir en cierta soledad, distancia mediante. A estas alturas ya sabemos quiénes sí y quiénes no. También que el encuentro con el otro es más frágil de lo que hubiéramos querido.

La vida no era esto.

Sabíamos vivir bien. A pesar de las trampas y los disgustos, de los errores y los engaños. Ahí estábamos, tomando decisiones. Porque elegir también era vivir. O viceversa.

¿Cuándo los extremos se hicieron más lejanos?

Vivir como si no hubiera mañana, o sacrificar vida por responsabilidad. Los sacrificios también pesan. La imaginación va haciéndose pequeña, tomando la forma de las cuatro paredes que nos habitan. ¿O era al revés?

Diez años ya.

No hubiera podido imaginar hace un año que estaríamos así, sin poder celebrar los años de oficio textil de cerca. Todo tan lejos y con un paisaje herido.

Los lugares a los que regresar se siguen acumulando.

Me falta París como nunca. Como no imaginé que lo añoraría tanto sólo un año después. Porque no era sólo un lugar al que regresar, París siempre fue mucho más. Lo sigue siendo.

París volverá a anticipar la primavera y a colorear los otoños. Y mientras, podemos seguir soñando, imaginando sus rincones y escribiendo todas las historias que, quizás, podamos acabar rozando algún día.

La escritura cárcel arranca. Es la vida que dejamos en suspenso mientras seguimos arañándole días al calendario.

BSO. All the world is green. Versión Birds on a wire.

91. Feria capicúa 02.20.

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capicúa

Del cat. capicua, y este de cap i cua ‘cabeza y cola’.

 

  1. m. Número que es igual leído de izquierda a derecha que de derecha a izquierda; p. ej., el 1331. U. t. c. adj.
  2. m. Billete, boleto, etc., cuyo número es capicúa. U. t. c. adj.
  3. m. En el juego del dominó, modo de ganar con una ficha que puede colocarse en cualquiera de los dos extremos.

 

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No sería la primera vez que pisamos la moqueta de color gris en Première Vision, y, sin embargo, fue la primera vez que me fijé. Entré en como salí, mirando al suelo. Y así, descifré la incógnita que trazaría diseños de la ecuación matemática.

Existen las fieras y ferias capicúas. Aquellas que se escriben igual del derecho que del revés, las que dibujan patrones. Y lo hacen. Coordinándolos como los estampados, por familia de color, de ambiente, de motivos. Porque motivos, nunca faltan. Como ocurre con muchas preguntas sin respuestas.

Otras, arañan salvajemente, haciendo del animal print, una tendencia que ya es un clásico, dándose la vuelta como un calcetín. Porque, en el fondo, las ferias no dejaron nunca de ser espejismos, algunos de vanidades, otros de deseos que después, incluso se convierten en anhelos.

Y ya se sabe, lo que empieza, tiene un final.

Todo depende, claro, de los ciclos de las modas, del lugar, de las estaciones, pero también de la resistencia de las fibras, porque a veces, -oh, sorpresa- los mejores tejidos también se rompen. Pero schhh, guarden el secreto, que el espectáculo debe continuar. Y lo hace. Aunque no fuéramos los mismos quienes salimos de allí de quienes entramos.

Quizás porque a veces las direcciones acaban por dispersarse y no se vuelve a pisar por el mismo lugar que, ya se elige no transitar, tuviera o no que ver entrar por la trasera y salir por la entrada.

 

Así, se cierran puertas que nos hicieron crecer, descubriendo cómo, a veces, por mucho que guste un lugar, un tejido, o una idea, también puede tener final, por capicúa que sea.

Y así, se celebran aniversarios, también años en el textil, aventura que arrancó un 25 de febrero tiempo atrás.

 

BSO. The End. The DOORS.

86. Ferias imposibles.

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imposible

Del lat. impossibĭlis.

 

  1. adj. No posible.
  2. adj. Sumamente difícil. U. t. c. s. m. Pedir eso es pedir un imposible.
  3. adj. Inaguantable, enfadoso, intratable. Luis está imposible hoy. Se ponen imposibles.
  4. m. Ret. Expresión de la seguridad de que antes de que suceda o deje de suceder algo ha de ocurrir otra cosa de las que no están en lo posible.

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  1. loc. verb. coloq. Apurar todos los medios para el logro de un fin.

 

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Imposibles.

También hubo ferias impensables, las que vivieron dentro de la última edición de Première Vision en París. Más de un encuentro. Los que años atrás parecían imposibles, hoy se han convertido en realidad. Porque a veces, suceden verdades tirando del hilo. Aquello que se llama intuición, va creciendo dentro de las miradas, las propias y las ajenas. Las que abren nuevos caminos. Aquellas que, por un sorprendente golpe de efecto, acaban convertidas en las tendencias de la temporada. Muchas estudiadas, pero otras, también, fruto del azar. Como el tejido que nos constituye.

“Poseen un vago instinto no ya de lo sagrado, pero sí de lo trascendente”

Amélie Nothomb, Golpéate el corazón.

Y es que se dota de trascendencia a las tendencias. La velocidad las habita. Las devora. Tanto y tan rápido que se convierten en algo así como relaciones suspiro. Que duran lo que una fugaz ilusión. Y las ilusiones también se rompen, aunque casi nadie dedique tiempo en zurcir las costuras, en remendar aquello que tampoco ha de ser eterno.

“Después de todo, ¿qué es la moda? Desde el punto de vista artístico una forma de fealdad tan intolerable que nos vemos obligados a cambiarla cada seis meses”

Oscar Wilde.

Sin embargo, el ritmo no para. Todo lo contrario. Aumenta las revoluciones. Las reales y las imaginarias. Las que podrían construir un relato de todo lo que queda en vía muerta, de lo que no sucede a la misma velocidad que ocurren las realidades. En ese enjambre de pasillos y stands que dibujan un mapa de una ciudad llena de lenguas, idiomas y aspiraciones. Babel horizontal que se cita dos veces al año, vísperas del otoño y de la primavera. Días de mucho, vísperas de na, decía la canción. Haciendo de ellas, ese rincón que ya no sea imposible: sean nuevos caminos, nuevos aprendizajes. Porque, en el fondo, lo nuestro es pasar, atravesar, incluso atraversarlas alimentando el verbo y la imaginación con mayor o mejor fortuna.

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Regreso a París con la tradición de devorar alguna novela de Amélie Nothomb que parece seguir escribiendo para mí. Nunca defrauda. En septiembre, también, se me acumulan homenajes. Benedetti, Agatha Christie, John Coltrane, B.B. King, Emilia Pardo Bazán y quien acompaña en la escritura de estas palabras, Miles Davis. Tanta inspiración de todos estos grandes en apenas dos líneas. So what!

BSO. So What. Miles Davis.

75. Inflexión (de inflexionar).

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inflexión.

Del lat. inflexio, -ōnis.

 

  1. f. Torcimiento o comba de algo que estaba recto o plano.
  2. f. Elevación o atenuación que se hace con la voz, quebrándola o pasando de un tono a otro.
  3. f. Geom. Punto de una curva en que cambia de sentido su curvatura.
  4. f. Gram. flexión (‖ alteración de algunas voces).

 

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Siete años y medio.

Siete años y medio, y una semana.

Recordamos, quizás, con muchas más distancias aquella primera vez.

Vestía: camisa blanca de día, vestido rojo de noche.

Cenamos italiano en un parque parisino.

Las horas pasaron con un reloj muy distinto al que hoy marca mi ritmo, mi tic tac, tic tac.

Suelos púrpuras, paredes color vino: burdeos, pinot noir, côtes-du-rhône… y hoy, en los pasillos, más de una carrera.

Tantos encuentros y desencuentros en estos años.

Los mismos en el avispero que siempre imagino que es Première Vision.

Aprendí que el mañana rara vez existe, que existimos en un ahora plural, caleidoscópico, subjetivo y distorsionado, que es el nuestro.

El del desafío constante, la palabra precisa, la sonrisa perfecta, porque siempre hay un momento para cada canción, sea diferida o en persona, personalmente

Son, fueron y serán conversaciones de feria bajo los sofocantes focos los que alimentaron estos años; donde las que hoy son mujeres serpiente, quizás se conviertan en tigresas después de haber pasado años siendo leopardas; fieras en las ferias, seguirán devorando prints porque ya no digieren estampados, serán trendy porque las tendencias se agotan, flamencos rosas en las esquinas nos lo recuerdan, no así el constante devenir de la mancha animal, que dirán las revistas que vuelve, cuando no recuerdo que se hubieran alejado ni diez metros, ni en las ferias, ni en la calle… respirarán invierno según marquen los cánones, los desfiles y los gurús en este otoño que como ya ocurrió con la primavera, se está haciendo de rogar.

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Cuentan que el animal print es una tendencia que se inició en la New York Fashion Week, o lo que es lo mismo, la semana de la moda de Nueva York, presentados por Tom Ford. La presencia animal también destacó en la semana de la moda de Londres de la temporada que nos ocupa 2018/2019. Versace sigue las huellas de Tom Ford recoloreando de neón y Dolce & Gabbana alimenta una jungla con looks que van más allá del clásico leopardo virando hacia las cebras, jirafas y tigres.

 

Desfile Dolce Gabanna OI 2018/2019. Fuente Vogue.

Vivimos en un sector circular, dinámico y sin embargo, en constante digestión.

Han pasado cuatro años de aquel texto de transición, en este otoño de pura inflexión, seguimos soñando con serpientes, la mato y aparece una mayor / con mucho más infierno en digestión.

https://entramada.wordpress.com/2014/08/26/27-transicion/

 

Lo aprendido se convierte en música, lo compartido tiene el sabor de nuestra memoria, tirando a salado, a aperitivo, en este atardecer que nos alcanza de lo que fue este viaje juntos.

Allí donde el oficio creció, allí donde se sembraron amistades.

Allí, donde arrancaron los cambios, los suyos, los míos, los nuestros.

Donde comba la curvatura, donde se bifurcan caminos y se traman los años.

Donde siempre me empapa antes el otoño, donde París se vuelve música al anochecer; el piano, el vino y el queso; la lluvia, les feulles mortes, las serpientes de mar.

 

Siete años y medio.

Siete años y medio, y una semana, del verbo inflexionar, que no existe, pero quizás, existirá, inundado de palabras, de recuerdos, los nuestros.

 

A mi padre, compañero y cómplice.

Gracias.

58. La dama de las camelias.

(la revolución Chanel, o el derecho de lo efímero).

COCO CHANEL APPARTEMENT

dama

Del fr. dame, y este del lat. domĭna.

  1. f. Mujer noble o distinguida.
  2. f. Mujer, señora, en tratamiento de respeto. Servir primero a las damas.
  3. f. irón. concubina.
  4. f. poét. Mujer galanteada o amada por un hombre.
  5. f. pl. Juego que se ejecuta en un tablero de 64 escaques, con dos conjuntos de fichas distinguidos por el color.

dama de noche. f. Planta de la familia de las solanáceas, de flores blancas, muy olorosas durante la noche.

dama secreta. f. p. us. En el juego de damas, autorización que se concede al otro jugador para que convierta en dama uno de sus peones cuando lo crea conveniente.

primera dama. f. En algunos países, esposa del presidente de la nación.

 

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Érase una vez una mujer que convirtió, puntada a puntada, un improbable en revolución.

La pequeña Gabrielle Chanel, quedó huérfana de madre a los seis años por una tuberculosis. Su padre, vendedor ambulante, de quien recibió el nombre Coco que después el cabaret consagraría -o tal vez viceversa-, la envió a un hospicio, donde aprendió el que sería su oficio; la costura.

Mademoiselle Chanel fue una mujer valiente no por querer lo que nadie se imaginaba, sino por llevarlo a cabo.

Empezó por la cabeza, sombrerera visionaria, se cortó el pelo y los bajos de los vestidos y no necesariamente en ese orden, y como a tantas otras mujeres libres, se le acusó de orgullosa.

Coco_Chanel,_1920

Lo que para muchos fue falta de clase y dinero, ella lo tradujo en sencillez, en estilo, y así fue generando el germen de su lucha, de las claves del armario de la mujer de hoy: la comodidad.

Y puntada a puntada, se consagró confirmó sus palabras:

«Para ser irremplazable, uno debe buscar siempre ser diferente.»

Y diferente fue todo lo que sus manos tocaron, el derecho de ser distinta, encabezaría el decálogo Chanel.

  1. Cambio de silueta y figura. Cansada arrastrar vestidos por suelos, adoquinados o no, y de la rigidez de corsés, frufrús… los arrancó y no dejó ni las plumas, recortó las faldas mostrando los tobillos hasta llegar a las rodillas, largo que se convirtió en emblema de la casa. Mademoiselle declaró en 1968 que las rodillas le parecían la parte más fea del cuerpo y no le parecía necesario descubrirlas.
  1. Afición por lo masculino y la funcionalidad. Así fue como creó el estilo deportivo o sportswear, con claras influencias del ropero deportivo masculino al cuerpo de la mujer. También incluyó prendas de punto y las emblemáticas camisetas marineras
  2. Pantalones. Durante su convivencia con Étienne Balsan, heredero textil francés con quien se aficionó a la equitación, comenzó a usar su guardarropa saltándose convencionalismos y omitiendo juicios a su femineidad. Los pantalones se convirtieron gracias a Chanel en el gran básico de hoy.
  3. Chaquetas. De nuevo, reinventó una prenda del vestuario masculino para adaptarla a su obsesión: la libertad de movimiento de la mujer. Así nació la chaqueta de líneas rectas, hacia el minimalismo que la convirtieron en el clásico que es. Su estructura se ha reinterpretado en la maison a lo largo de los años sin renunciar a su perfecta caída gracias a una cadenita que rematan el dobladillo en el interior.

  1. El traje sastre de tweed. El origen de este emblemático dos piezas también debe su origen al ropero masculino, el de Boy Capel y del duque de Westminster. Chanel se inspiró en su sencillez y la elegancia británicas.
  2. Bolso 2.55. El bolso emblemático de la maison nació para liberar las manos de la mujer frente a los bolsos de mano, incluyó una cadena para colgarlo del hombro el mes de febrero de 1955, de ahí su nombre.
  3. La bisutería. Quizá quede para siempre en el imaginario la imagen de Chanel engalanada con sus collares de perlas, lo que no muchos saben es que muchas eran falsas, y así convirtió en aceptable que se luciera bisutería para y sugirió la máxima que para estar elegante no hace falta ser rica.

«No es la apariencia, es la esencia. No es el dinero, es la educación. No es la ropa, es la clase

«Viste vulgar y solo verán el vestido. Viste elegante y verán a la mujer

  1. Binomio blanco y negro. Gabrielle Chanel imaginó sus diseños en sus colores básicos, beige, rojo y por supuesto el binomio blanco y negro, juntos y por separado. El blanco porque al captar la luz realza la belleza y sencillez natural, que combinó con el negro, porque uno no existe sin el otro, así como la noche y el día. El negro resalta lo esencial e hizo de él, el color de la elegancia en 1926 gracias a le petit robe noir hasta entonces vinculado a lo monacal, el servicio doméstico y el luto, y de su estilo bicolor nacieron los zapatos míticos de Chanel.
  2. Petite robe noir. De las versiones (dan para otro texto entramado) que cuentan cómo nació el pequeño vestido negro -hasta la rodilla-, destaca la aportación de Chanel en convertirlo en clásico tanto para el día como para la noche, haciendo de su elegancia uno de los básicos más reinterpretados actualmente.
  3. Camelia. Que la joven Chanel se prendara de La dama de las camelias de A. Dumas (hijo) no fue sino, otra bonita casualidad más que la convirtió en leyenda, así como dicha flor se convirtió en símbolo de refinamiento, habitual en las solapas de dandies. También la tomó prestada de la moda masculina adaptándola a los adornos y a detalles con diversos materiales como el tweed, piel, fieltro, tul, satén, plumas y organza. Flor de aroma sutil para que cada mujer elija su perfume, su esencia.

La llamaron rebelde, yo la pienso revolucionaria, valiente de no perderse entre tanto ruido, cuya aspiración era la radicalidad -que dirían hoy algunos- de dar libertad a la mujer, que se sintiera cómoda en su propia piel, sin convertirnos en musas intocables, sino abrir caminos, posibles e improbables, hacer que la mujer no existiera, sino como decía Lacan, fuéramos una por una.

Chanel fue una mujer que se atrevió a soñar, que quiso trabajar para ganar su libertad, no como esposa, no ser una más, no ser la expectativa de nada ni de nadie y así, diseñó su vida, con la osadía del deseo escrito en su piel.

Logró recomponerse una y tantas veces después de romper las costuras de convencionalismos y de revolucionar no sólo la moda, sino el estilo, que como ella dijo, permanece.

Cuentan que al morir pronunció sus últimas palabras “y así se muere” lo que no sabemos es si con su socarrona sonrisa también pensó “y así se vive, como un soplo efímero”.

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Para todas las mujeres que no se conforman con ser musas intocables, para aquellas que día a día luchan para seguir emborrachándose de primavera.

Para quienes a veces dentro y fuera del oficio sienten cierta soledad, pero no se rinden, enormes diseñadoras que hacéis magia.

Para vosotras.

 

 

52. Charada (serie cine y moda.1)

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Del fr. charade.

  1. f. Pasatiempo consistente en adivinar una palabra a partir de alguna pista sobre su significado y sobre el de otras que se forman con sílabas de la palabra buscada.

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Voz onomat.

  1. f. Ar. llamarada.

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Como en un juego de sombras, el otoño pareció asomarse antes a Madrid que a la feria parisina como acostumbra cada septiembre. París ardió, quemó, sofocó y se inundó en una llamarada, charada.

París dentro y fuera del cine, de la mano de Regina Lambert (Audrey Hepburn) y el hombre de los mil nombres (Cary Grant): repóquer ¡hagan juego!

Si la música de Henry Mancini no se despega del paladar, el vestuario de aquella amistad que duró años entre Givenchy y Hepburn no se queda atrás. La moda se hizo abrigo, por aquello del frío invierno de la capital gala, pero también, por lo que ocultan, en una historia donde lo que no se muestra, como suele ocurrir, siempre supera a lo que se enseña. Es ese chic que tienen tan bien aprehendido y que ahora parece desvanecerse en el empeño constante de desnudarse y de romper los misterios, y sí, para variar, hablando simbólicamente.

 

 

¿Qué esconde la señorita Lambert al otro lado de su fantástica colección de abrigos después que le hayan robado hasta el último libro de su casa? ¿Qué será lo que oculte su compañero para dejarse empapar bajo la ducha y la mirada mágica de Reggie?

Así como hay trajes waterproof, también enredos para aquello que se anhela.

¿Acaso no nos vestimos de artificio cada mañana?

Ya lo decía Gabrielle Chanel, que la moda pasa y el estilo permanece, y ahí, queridos, Francia nos sacará siempre una deliciosa ventaja, algo así como ver colas un día cualquiera en librerías varias, casi en cada esquina… Pero retomo, que me pierdo.

 

Charada es seductora, elegante y divertida y ¿por qué no un poco peligrosa? como sus protagonistas, combinan a la perfección el uno con el otro en ese juego de sencillez y sofisticación, madurez e ingenuidad,  así como diálogos que los visten con la misma profundidad que las resultonas caricaturas que los envuelven, de lo que grandes abrigos ocultan, sin dejar de ser pura esencia de una lección de estilo que a pesar de los 53 años que nos separan de entonces, sigan siendo sofisticados, de cortes limpios y favorecedores, de colores vivos y leves como las calles que habitan y enormes botones que salvaguardan los misterios, verdades disimuladas junto con guantes extra largos. Objetivo a la caza de miradas donde no se sabe hasta dónde llega la verdad ¡¿y qué verdad?!

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Charada es también un poco París, ese encuentro que ver con la mirada de la primera vez (envidio a quien pueda tener ese privilegio que ya perdimos quienes la vimos una y tantas veces), que recorrer por las mismas calles y el recuerdo siempre palpitante…

Así como hay trajes waterproof, hay recuerdos que son y serán siempre París, porque no sólo queda Première Vision, ni mucho menos…

 

Y así, haciendo de los engaños ese delicioso objeto de deseo, se redibuja Charada, y la culpa, perdónenme la expresión, la tuvieron Stanley Donen y Givenchy, expertos en ilusiones…

  • “¿Por qué la gente tiene que mentir?” preguntaba Regina Lambert/Hepburn.
  • “Normalmente, porque desea algo y teme que con la verdad no lo consiga.” Respondía lacónicamente Grant.

Y así las ferias se visten de charadas.

¿Por qué habrá quienes pregunten lo que no quieren saber?

Y así comienza la charada, otra feria más.

yo no muerdo, ¿sabes? A menos que sea necesario

 

 

Agradezco la labor de recopilación de fotogramas de https://theblondeatthefilm.com/2014/10/21/charade-1963/

 

45. Espionnage (o el arte de feriar).

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Del fr. espionnage.

  1. m. Acción de espiar ( acechar).
  2. m. Actividad secreta encaminada a obtener información sobre un país, especialmente en lo referente a su capacidad defensiva y ofensiva.

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Première Vision, Paris.

Parc des expositions, Villepinte/ Interior día.

Una edición más, PV arranca sin sobresaltos, pero con la evidente ausencia de un público que prefirió no ser testigo de mayores medidas de seguridad: abrigos y maletas abiertas que conforman una realidad tranquilizadoramente inocua. Sin embargo, los cuerpos policiales tienen la sospecha inscrita en sus gestos, labor que habita las calles del viejo París.

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Parc des expositions, Villepinte/ Interior tarde.

La agitación inicial se va diluyendo y recolocando como las oportunidades comparten perchero con muestras que caerán en el olvido.

Las tendencias las dirige ese poder que nos sobrevuela, miradas disimuladas toman nota de una emoción más alta que otra, en una observación distante, así como se encienden o se apagan vanidades más o menos textiles, más o menos textuales.

Quartier Latin, Exterior/interior noche.

La lluvia ha cesado, y en los charcos  picotean y chapotean parajillos. Los alumbra el ventanal de un restaurante que desprende una luz amarilla que recuerda a otra época, y ahí, al otro lado de la cristalera, el humo en su eterna escala de grises consume las horas como se extingue sombra de lo que fue una fiesta, París en blanco y negro.

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Dentro, los comentarios alimentan a grupos algo abigarrados, mientras se dan cita arrullos de competencias eventuales, de amistades entramadas en esa torre de Babel que distrae e hipnotiza al aprendiz de un gurú de la moda extraviando sus chaiers du cinema. Porque acaso una colección ¿no es una película sin fin?

Y lo que unos pierden, otros encuentran. Copiador copiado, se sabe el cazador cazado que riega su desolación con champagne barato del mismo tono que la luz que los ocupa al saberse tan perdido como sus tendencias.

Fundido a dorado/amarillo.

 Parc des expositions, Villepinte/ Interior día.

Agentes, diseñadoras y comerciales negocian plazos y precios de lo que convertir en ilusión. A-pasionados se reescriben historias, así como se desatan las histerias del caso del cuaderno extraviado en una resaca de colores y dibujos que delatan secuencias cromáticas, así como se aflojan y aprietan contornos femeninos temporada a temporada, intentando convertir a la mujer una vez más en aquel oscuro objeto del deseo que se escapó como el jabón salta de las manos que pretenden apresarlo.

Les cahiers du cinema rompen puntadas para aquel pobre diablo que llora su pérdida cual penicilina para los medios, hambrientos de ese palpitante escándalo que acentúe el sofoco del rey de la copia que se deshace en un rincón, entre encajes, jacquards y viscosas, convirtiéndose en paisaje donde desnudar los tropiezos con tinta invisible, reescribir el último parpadeo del amour fou que va y viene como las mareas; tendencias devoradas una y otra vez entre cortes, a la caza de la reinante, reineta, como se sueltan las costuras.

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Aeropuerto Charles de Gaulle/Interior/Exterior tarde.

Fuera, una lluvia fina disfraza el escenario de niebla ligera que se ve tras la cristalera junto a la que viajeros esperan, cansados, el momento de subir al avión y volver a una realidad menos intensa y ya sin la luz amarilla de París. Acumulan anécdotas, así como el agotamiento y la distancia universalizan a las personas.

Maletas pesadas y mercancías en las tripas del avión a punto de despegar, y ahí, rodeado del anonimato de la multitud en la bodega, un paquete de papel de estraza con apartado de correos sin más nombre que el de Rick Blaine, que viaja como turista y sonríe ya acomodado junto a la ventanilla, rumbo al regreso y evidencia una leve y muda victoria de un pasado que les arrebataron, y así, se aprieta junto a su gastado equipaje de mano que guarda fotos de ese tesoro recién descubierto, que alimenta cierta avaricia hasta entonces inimaginable.

Envuelto en un silencio cómplice dibuja con su imaginación el nombre de la que será la colección que lo lance: Ilsa.

Así, con el sabor de un espía* que no fue, sin micrófonos en los zapatos, se dibujaría la magia de una noche de invierno para que siempre tuvieran París.

Espía* Del gót. *spaíha: Persona que con disimulo y secreto observa o escucha lo que pasa, para comunicarlo a quien tiene interés en saberlo.

 

¿FIN? Hasta aquí este guión sin ton ni son. Libre de encorsetamientos propios de su naturaleza, ajenos a mi pluma, para celebrar el primer lustro en el sector y casi, casi el aniversario de Django Reinhardt y sus ecos y los nuestros.

40. L’amour fou (dícese “amor loco”).

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enamoramiento.

  1. m. Acción y efecto de enamorar o enamorarse.

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Nota: No creo que se pueda explicar el amor; esta vez, prescindo de la definición de la RAE, porque hay tantos amores como momentos, aprendizajes y personas.

El otoño siempre llega antes a París, quizá sea otro de los motivos por los que enamora un poquito más. Aterrizar en un verano tardío y regresar de un prefall -que llaman las revistas- en estado puro; caída libre de las primeras hojas con cierto e inevitable grado de embriaguez que da el vino, los dulces placeres mundanos y una nueva edición feriante. Aquel juego de seducción a contrarreloj, apenas tres días para mostrar lo mejor de cada casa, colección tras colección: flechazos locos entre muestrarios que lo descolocan todo, tanto como fugaces, que pasada la emoción del momento, de regreso a la realidad, habrá quienes reciban muestras con una idea inevitable ¿y por qué pediría yo esto?.

No se alarmen, es un delirio habitual que dura lo que un suspiro, pero a veces, sin aparente motivo, se produce el milagro: del enamoramiento se pasa al compromiso, a la elección de quedarse, de la lucha por la supervivencia de un amor, más allá de una ilusión. Y ahí es cuando comienza el reto.

Sí, el reto, de no dejarlo caer día a día, de construirlo. De atreverse contra todo pronóstico, confiando en el temido mano a mano (no sean malpensados, o bueno, sí, cada cual es libre de sus pensamientos) de las responsabilidades de cada uno y del otro, desactivando resistencias, de inscribir ese amor en la piel para sobrevivir a la muerte.

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En definitiva; hacerse un poco el loco en el vértigo y los riesgos que asaltan, hacerlo que funcione desanudando -y desnudando- conflictos, porque, seamos sinceros, realmente ¿hemos aprendido a amar?

Los enamoramientos locos y urgentes se extinguen como la piel muerta del pasado, y ¿después?

Después hay quienes descubren el aturdimiento de una carrera sin horizonte más allá de la pasión inicial y descartan la posibilidad de quedarse, del amor.

Efectivamente el enamoramiento cae, así como no llevamos la misma prenda a diario, tanto roce la destrozaría, pero sí aprendemos a elegir los momentos que dedicarle, y en qué circunstancias querer tener cerca lo que se ama.

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«Encuentra lo que amas y deja que te mate» Bukowski. (Me genera una nueva cuestión ¿debemos revisar lo que entendemos por amor? ¿Hasta dónde se instala la idea de amor trágico para descartar los que no incluyen fantasmas?)

Pequeñas decisiones que diferencian el amor con el enamoramiento, para no confundirlos y así quemarlo y desgastarlo.

Sin embargo, a diario vivimos rodeados de baratijas con fecha de caducidad que no se miman porque su vida limitada aguantará como mucho una temporada para ir encadenando enamoramientos, pocos son los que aprenden a amar comprometiéndose con el deseo que nos habita, cambiando el rumbo incluso hasta del mejor patrón, porque queridos amigos, dejar morir lo que sentimos, también es estar loco -corazón loco-.

Dedico este texto a quienes me ayudaron a partirme en dos y mirar dentro, a aprender a amar, a luchar por el deseo que me habita y a no rendirme en cada decisión.

Gracias a mi madre, a Gustavo y a mis amigas valientes que aman incluso cuando se nos abren las tripas. Gracias por vuestro compromiso.

20. Feria (de BABEL).

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Fair (Inglés).

Fuar (Turco).

Fiera (Italiano).

Salon/ foire (Francés).

 

Babélica feria.

Lenguajes varios.

Incluso sobre la piel.

La moda como clave de expresión, y en una feria en París, más, mucho más.

Tendencias de colores frescos, más encajes, recuperando dentelles brodées francais, colores jugosos, círtricos y refrescantes en Dior y Dolce Gabbana, que apuesta además por jacquards estampados, y el clásico Blanco y Negro de Chanel con apuntes plateados y cierto aire futurista en contraste con su corte tradicional.

 

Dior PV 2014

Chanel PV 2014

Chanel PV 2014

Dolce & Gabbana PV 2014

Porque cada uno hace la feria como se viste cada mañana, con su esencia a flor de piel.

Los hay quienes se visten de comercial incluso antes de meterse el croissant en la boca, o las que se desperezan envueltas en su pelo rosa en busca de sus gafas apuntaladas.

También están quienes aman lo que hacen y disfrutan del tacto de las tendencias, y quienes juegan a esa pose del amor impostado en cada rincón de pasillos eternos.

Hay ferias para todos, como hay lenguas para todos.

Y en ese pequeño, enorme y maravilloso mundo, se dan todas a la vez, en apenas los metros cuadrados de cada stand se juntan oriente y occidente, norte y sur, rivalidades y competencias; incluso amistades y acuerdos.

Allí, donde buscar la inspiración, o tomarla prestada, donde se venden exclusivas y se compran tendencias.

Donde el único lenguaje que no entra, sin embargo, es el de la piel, de la desnudez, allí, donde los focos saturan la temperatura, donde nos empapamos de fibras y colores, donde adelantamos estaciones y temporadas para vestirnos de verano en pleno invierno, en un frío Febrero en París que por una vez, ha dado una tregua y ha regalado fantásticas tardes y puestas de sol.

Allí, en la peri-feria de la exhibición dónde se compite por el mejor stand, como por el mejor tejido, como por estadio de los estados paralelos.

Mejor Stand PV 15

Mejor Stand PV 15, una playa en PV

Prato, un lugar

Stand Intesa PV 15

Allí donde todo es posible e imposible, a la vez.

En la magia de quienes aún la sienten, o de quienes siguen disfrazándose de ella.

 

Allí.

There (Inglés).

Orada (Turco).

Ci (Italiano).

Là (Francés).

Allí

13. Feriada

vistas del pabellón 6

vistas del pabellón 6

Feriada

(participio del verbo feriar)

Feriar.

(De feria).

1. tr. Comprar en la feria.

2. tr. Vender, comprar o permutar algo por otra cosa.

3. tr. Col. y Ec. Vender muy barato por necesidad urgente de dinero o por otra causa.

4. tr. Cuba, Ec. y Guat. Dilapidar los bienes, especialmente el dinero.

5. tr. p. us. Dar ferias (‖ agasajos). U. t. c. prnl.

6. intr. p. us. Suspender el trabajo por uno o varios días, haciéndolos como feriados o de fiesta.

MORF. conjug. c. anunciar.

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Es cierto que el mundo necesita personas que amen lo que hacen. Y más aún si lo que hacen es su oficio. Si lo tocan con sus manos, dándole forma, haciendo de él, algo más que un producto.

Es cierto, porque es una manera de convertir una feria en un día feriado, o como dice la RAE, de fiesta.

Feriada irresistiblemente.

Moda y mucho rouge en los labios.

Savoir-faire a la italiana en los stands más divertidos y creativos, notable calidad turca al aroma de frutos secos, y pasillos inagotables, llenos de tendencias tendenciosas.

feriada 3

Kilómetros de moqueta imposible de sortear, zona wifi y fieras del charme.

Fieras en la feria. Sin duda. Sin pausa. Sin límites.

Cazadores desatados, agentes de cambio, bailando entre malabarismos y texturas para encontrar la idea intocable, inalcanzable, la idea del éxito.

Lanas, algodones, viscosas, sedas, poliésteres, linos… permutados y convertidos en palabras para ser lo que el otro desee, lo que su mirada o su tacto transforme, lo que se le permita ser.

Todos en un gigantesco avispero, tramando y deshilachando, saltando y deshaciendo, volando en esta feria de vanidades, y desamores, y sin embargo, tanto amor por este oficio. El amor por ser (L’amour d’être) en la imaginación o en la mirada del otro, o en ese pequeño rincón lleno de estaciones, de cambios, de aplicaciones brillantes como paillettes.

En la calle, las realidades parecen ser otras. Madrid no es ni será nunca París, a la que se mira con cierto desdén, envidia y desprecio, ese cúmulo de contradicciones tan humanas, tan nuestras. París es un foco al que ir a alimentarse de ideas, para digerirlas y traducirlas. Reinterpretar el estilo francés, donde parisinas visten lentejuelas para trabajar, que por algo viven en la ciudad de la luz, aunque no deje de llover –o tal vez, precisamente por eso-.

Y mientras, de la mano de los grandes, podemos seguir soñando otros mundos que nos envuelvan.

chanel acolchados

detalle de Lagerfeld en su tienda en Le MaraisDior rojo

Chanel de la mano de Karl Lagerfeld lo acolcha todo como si se tratara de un síndrome de Estocolmo imaginario de un escapista de manicomio, de esos mulliditos. Los Dolce & Gabbana hacen del rojo y del mosaico un templo en el que envolver el cuerpo, en cueros, lo deja todo Isabel Marant, mientras que la casa Dior apuesta por toques de color – sobre todo en complementos- para un otoño más estimulante.

Allí quedan las tendencias, al otro lado de la feria, incluso al otro lado de los Pirineos.

París fue y será un faro –no sólo fashionable– lo quieran ver o no.

La realidad nos devuelve un Septiembre cálido, lejos de aquel otoño refrescante que las ferias anunciaban incluso con un año de adelanto. Y todo queda en una forma de participio atemporal.

FERIADA.

feriada 6