68. Ultras -violet-.

2018

ultra

Del lat. ultra.

 

  1. adj. En política, extremista. Apl. a pers., u. t. c. s.
  2. adj. ultraderechista. Apl. a pers., u. t. c. s.
  3. adv. desus. además (‖ para introducir información que se añade).

ultra-

Del lat. ultra-.

  1. elem. compos. Significa ‘más allá de’, ‘al otro lado de’. Ultramar, ultrapuertos.
  2. elem. compos. Significa ‘en grado extremo’. Ultraligero, ultrasensible.

 

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Vivimos un presente en el que muchos definirían “ultra” como radical ajeno o contrario a los pensamientos propios. Pasen a las redes y vean: estás conmigo o en mi contra, el pan de cada día.

Sin embargo ¿acaso no estamos en dirección obstinada y contraria a todos en algún aspecto, al menos?

Los grandes conflictos de cada presente lo son por los caldos de cultivo de pasados más o menos lejanos, más o menos pesantes.

 

Y un poco más cerca de lo mundano, asalta Pantone y propone Ultra Violet, color del año 2018, para que cada uno elija su propia aventura, inspirada con los ojos de quien las mira, de quien las inventa.

¿Es acaso un mensaje subliminal?

¿Qué hay detrás de este color?

valensole1

Lavanda de una tarde de verano en la Provenza con los abejorros torpones chocándose contra turistas aromáticos; capirotes de un paso de Semana Santa abarrotada, sea en silencio o a lágrima viva; comentarios ácidos, anti flemáticos de la prima Violet de Downton Abbey (permítanme la licencia de una británica gran ficción) y cómo no, el color emblema del feminismo, cuya reivindicación nace quizás de varias historias; la primera y obvia es la fusión de los dos colores asociados a los géneros: el azul y el rosa como símbolo de equidad e igualdad de oportunidades.

 

 

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Éste fue uno de los colores adoptados por la lucha sufragista británica en 1908 junto con el verde y el blanco. Las banderas tricolores se convirtieron en símbolo de movimientos de liberación a raíz de la Revolución francesa, y se eligieron porque según las palabras de la activista Emmeline Pethick «El violeta, color de los soberanos, simboliza la sangre real que corre por las venas de cada luchadora por el derecho al voto, simboliza su conciencia de la libertad y la dignidad. El blanco simboliza la honradez en la vida privada y en la vida política. Y el verde simboliza la esperanza en un nuevo comienzo«.

 

 

Amén que estuvieran en los guardarropas femeninos y fueran cotidianos e identificativos, descartando el rojo porque así eran las banderas de las mujeres de la Internacional.

En esa misma época, las empleadas de una fábrica de confección neoyorquina hicieron huelga por las nefastas condiciones laborales que soportaban, y el dueño la sofocó encendiendo la mecha, literalmente, dejándolas encerradas dentro.

Se quemó a más de 100 trabajadoras.

Se dice que el -ultra- violeta se convirtió en símbolo porque cuentan que era el color de los tejidos con los que estaban trabajando y del humo que salió de aquel incendio.

 

¿Quizás quiere Pantone que aprendamos a mirar con rayos ultra violeta?

Que miremos con las gafas de la desigualdad, de los menosprecios, de los abusos, porque no olvidemos, que ya no es sólo una cuestión de género, sino de derechos humanos, aprovechando que este año 2018 se cumple el 70 aniversario de la declaración de los mismos.

Sirva de homenaje a Virginia Woolf, la escritora violeta que hoy hubiera cumplido años, una mujer que se atrevió a mirar y a tener voz más allá de los muros que encontró, a sumar pensamientos y palabras como las que abren este año ultra violet;

no hay barrera, cerradura ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente”.

BSO. Start Wearing Purple, de Gogol Bordello.

 

 

 

66. Shine on… Brilli, brilli.

glitter 1

humor

Del lat. humor, -ōris ‘líquido’, ‘humor del cuerpo humano’.

  1. m. Genio, índole, condición, especialmente cuando se manifiesta exteriormente.
  2. m. Jovialidad, agudeza. Hombre de humor.
  3. m. Disposición en que alguien se halla para hacer algo.
  4. m. Buena disposición para hacer algo. ¡Qué humor tiene!
  5. m. humorismo (‖ modo de presentar la realidad).
  6. m. Cada uno de los líquidos de un organismo vivo.
  7. m. Psicol. Estado afectivo que se mantiene por algún tiempo.

buen humor

  1. m. Propensión más o menos duradera a mostrarse alegre y complaciente.

humor negro

  1. m. Humorismo que se ejerce a propósito de cosas que suscitarían, contempladas desde otra perspectiva, piedad, terror, lástima o emociones parecidas.

mal humor

Tb. malhumor.

sentido del humor

 

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En los albores del año, permítanme la pedantería, me enfundé en lentejuelas y en un abrigo Yeti, peludo y azul. Meses después me supe cosiéndome unas plumas al bajo de una camiseta…

Sí, yo, que nunca he sido de llamar la atención, y menos en lo que a prendas se refiere.

¿Qué estaba pasando?

Pensé, apenas unos segundos, que era el efecto de una infancia en los años ochenta, del volátil peludo, el monstruo de las galletas y Papageno (juzguen lo que quieran, cada uno tiene los héroes que tiene).

Sin embargo, supe que la verdadera razón no era otra que el poso del humor que dejó aquella historia que convertí en ¿ficción? entonces recién terminada; con la que aprendí a reírme -incluso y sobre todo- de mí y de tantos momentos de pequeñas tragedias sin importancia que quedaron en aquellas páginas.

 

 

 

 

 

Que volvieran las oscuras golondrinas a nuestros balcones sus nidos a colgar sólo era cuestión de tiempo, el mismo en el que se digirieron y dirigieron tendencias que desayunamos como en la infancia devoraba galletas, y entonces, una noche triste de enero surgió la magia y ¡sorpresa! llegaron a mi armario y a mi vida unos leggins de terciopelo. Los mismos que cada día que visten mis piernas me recuerdan ese viaje inesperado que reconvertir. Y lo consigo, al final del día, me río de miedos que ya no están, que brillaron como un glitter ahora descolorido mientras me cosía las plumas me recordaron cómo volar lejos del glam que no viví. Sino el que me inventé.

Como todos, al fin y al cabo.

 

 

 

Y mientras, disfruto de lentejuelas diurnas y tardes de Yeti, de meriendas de terciopelo, de amaneceres emplumados y prejuicios relajados, siendo ésa mujer que fui, la niña que soñé, del derecho y Del revés (libro que, por cierto, cumple 4 años).

Come on! Shine on… BRILLI, BRILLI!

 

 

Y así, adivinen qué tendencia visto mientras escribo -y suscribo- de este otoño atonal, seco y musical, lleno de pájaros en la cabeza y hambre de recuerdos ‘aliñaos’ en este 22 de noviembre.

 

65. Ce n’est pas un automne (A cubierto)

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a cubierto

  1. loc. adv. En lugar resguardado, defendido, protegido.

 

encubierto, ta

Del part. de encubrir.

  1. adj. Oculto, no manifiesto. Apl. a pers., u. t. c. s.
  2. f. Fraude, ocultación dolosa.

estrada encubierta

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El -entre-tiempo no existe.

Tampoco son los padres, por mucho que no sean ni frío ni calor (no es el caso).

 

¿Qué fue del otoño?

 

Octubre era de color ocre y brillante, como la pana que vestía en mi primer día de colegio en septiembre cuando ya refrescaba, con la humedad de las primeras lluvias que anticipaban un cambio.

Entonces, hubo una época en la que todo parecía posible, en la que la pana se convirtió en símbolo.

Hoy sin embargo, afloran las nostalgias, no porque el pasado fuera mejor, sino porque la lluvia limpiaba los atardeceres naranjas, porque aún no pesaba la añoranza de los otoños y las primaveras que se fueron haciendo pequeñitos, casi invisibles como el tiempo robado.

Crecí vestida con pantalones de pana mientras los otoños rojos habitaban los bosques y el recuerdo.

Allí donde la pana era campo abonado de los gnomos, del que crecerían charcos que mojarían los bajos de los pantalones y salpicarían las botas de agua.

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Allí donde aprendimos de la espera, de la ansiedad, del frío, del calor.

Ahora que vuelve el tejido de mi infancia, llega cual intrusa al sur de los Pirineos, aquí donde no llueve, estado de alarmante ausencia, el otoño se refugia a cubierto de miradas polémicas donde muchos, incautos, no lo extrañan, mientras se vuelve rojo de vergüenza, quemado y asaltado con la impunidad que dan las sombras, encubiertas.

Y así, la pana se convierte en pena, perdida en este texto roto con el deseo que no asesinen ni un trozo más de nuestra tierra, que no se convierta en memoria seca, que no calcinen ni un solo recuerdo más como el de tantas escritoras a las que les negaron su voz, bosques y palabras sean y son patrimonio de todos que nos queman, porque son, un lugar donde quedarse, donde pensar.

Que llueva, tiene -mucho- que llover…

 

Hoy día de las escritoras, este texto es para Galicia, Asturias, Portugal; con todo mi cariño.

 

 

 

63. Tener tela -marinera-.

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tener tela.

  1. loc. verb. coloq. U. para expresar abundancia.

tela marinera.

  1. loc. adv. coloq. Esp. mucho. Tardó tela marinera.

tener tela marinera.

  1. loc. verb. coloq. Tener gran dificultad.

 

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Tiene tela, tela marinera lo que a veces cuesta regresar.

Regresar al origen, y saber de éste.

Cuentan que el de esta expresión “tiene tela” es marinero y andaluz.

Cuenta el pasado que entonces, cuando los navíos surcaban los mares, el número de mástiles era capital.

Y de éstos, sus velas, claro, cuantos más mástiles, más cantidad de tejido, y no uno cualquiera, no señor, sino de un material nada corriente, debía ser resistente; que soportara vientos violentos, el salitre y el sol.

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Y cuanto más fuerte el tejido, más difícil su confección, que entonces era manual y rondaba fácilmente los centenares de metros para una sola embarcación.

Por tanto, a más velas: más cantidad de trabajo, de gastos y de poder.

Siempre el poder asoma por dónde menos lo esperamos, y así, olvidando el origen, quedó la expresión que actualmente se usa de distintas formas; para expresar admiración, aprobación, importancia, dificultad, cantidad y economía, cerca y lejos del mar, donde el salitre no se aleje demasiado, como el recuerdo de este verano, un surco en el rostro como una especie de sonrisa.