59. Tocada y fuga.

 

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Fotografía de Chema Madoz.

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De la onomat. toc.

  1. tr. Ejercitar el sentido del tacto.
  2. tr. Llegar a algo con la mano, sin asirlo.
  3. tr. Hacer sonar según arte cualquier instrumento.
  4. tr. Interpretar una pieza musical.

 

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Del part. de tocar1.

  1. adj. Dicho de la fruta: Que ha empezado a dañarse.
  2. adj. coloq. Medio loco, algo perturbado.
  3. adj. Dep. Afectado por alguna indisposición o lesión.

 

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A mi madre.

Porque me enseñó del tacto y a volar.

 

Cuentan que en Abril llovía.

Que hace años robaron las nubes y que las escondieron en el almacén de los libros rechazados, allí donde nadie miraba, junto a un campo de cultivo, lugar del olvido.

Sin embargo, apenas pareció importar: los días de sol llenaban las calles mientras se perdió la lluvia y nadie la encontró.

Abril sonrojada y tocada como fruta madura, se vistió de lilas, se perfumó de anhelo y de tanto soñar las nubes, las dibujó en el aire tejiendo historias de cúmulos y estratos.

Lejos quedaban: el olor de la lluvia y arrumacos con el repiqueteo en el cristal.

Los días de sol pasaban y se olvidaban tempestades, aguas que regaban primaveras y jazmines que ya no daban flores. Así como se abandonaron jardines, se borraron noches húmedas de inspiración y nostalgias; los poetas se alzaron con versos volátiles que fueron fértiles en otro tiempo. Así como músicos que antes sembraron melodías, se dedicaron al cultivo de secano del manzano.

Y el viento soplaba sin que nadie se tocara siquiera con la mirada en fuga -en mi bemol- mientras otros tocaban a Bach derretido como mantequilla caliente en cada atardecer.

Cuentan que hubo un océano capaz de poner el mundo del revés por recuperar a la luna, pero pasaron primaveras, veranos, otoños e inviernos y nadie volvió a saber de las nubes encadenadas que buscaban ventanas, que soñaban distancias eléctricas.

Y fuera, al otro lado del encierro, regaban un enorme campo blanco de algodón que flotaba con la ligereza que perdieron las nubes.

Cuentan que aquel fue el mejor algodón que nunca existió fruto de aquellos días despejados, de nubes cautivas.

Tanto fue así que se dijo que secuestraron a las nubes para que el algodón tuviera con qué jugar, así como tiempo después las vacas beberían cerveza mientras escuchaban a Mozart.

Fuera cierto o no, las máquinas no paraban de hilar kilómetros y kilómetros del mejor algodón habido y por haber hasta que se enredó una nube juguetona en la trama.

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Fotografía de Chema Madoz

Aquella osada se atrevió a colarse por la jaula y las demás la siguieron rompiendo su cautiverio y enredándose en aquella historia.

Cuentan que se ventilaron primaveras aquel atardecer de tormenta mientras otros, altos y bajos, mujeres y hombres, jóvenes y ancianos vistieron suaves nubes que, a ratos, asaltaron los cielos, volátiles peludas, trenzadas, tejidas, entramadas, hiladas, tocadas por tormentas que desordenaban historias en fuga.

 

 

55. Bolitas de invierno.

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Bola.

Del occit. bola, y este del lat. bulla ‘burbuja, bola’.

  1. f. Cuerpo esférico de cualquier materia.

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Habrá quienes pensarán en la nieve, pero no. Cuando vuelve el frío, y aunque no sea 22 de diciembre y no nos toque el gordo, no sólo los árboles navideños se llenan de bolitas. Hay quienes, como yo, que nos colmamos de obsesiones por las que adornan la lana, el cashmere, el acrílico y demás sucedáneos de invierno.

Y así, comienza el asalto a las prendas de abrigo; arrancando una a una, la raíz del mal que cubren abrigos y jerséis.

La profesión me descubrió que mi obsesión tiene nombre, Pilling. Definido como efecto no deseado, conglomerado de fibras adheridas a la superficie de un tejido, que lo castigan por el rozamiento del mismo.

Y hasta ahí llega el acuerdo de las fuentes, porque unas defienden que sale más en fibras sintéticas de menor calidad, y largas; otras todo lo contrario, que cuanto mejor es, más corta, más fácil será que se desprenda y el roce genere esas bolitas odiosas.

Me llevan los demonios: son el cashmere, la alpaca y el mohair esos objetos de deseo que sin embargo me vuelven loca como si los despiojara. Sin dramatizar, pero así es.

Entonces quise aprovechar los conocimientos laborales (ja) y preguntar, pero la controversia salpica por todas partes. Por su parte, los laneros me aclaran lo que el oficio demuestra: artículos con pelo, acabado loden, rizados, boucles y cardados son carne de cañón.

Descubro con curiosidad los parámetros de pilling y a veces hay tejidos que nos sorprenden, ni las mejores calidades son garantía ni los más extremos acabados una derrota anticipada, y sorpresa, sorpresa, resulta que el mismo artículo en distintos laboratorios puede variar sus parámetros.

 

Rango Descripción Puntos a considerar
5 No hay pilling Buena resistencia
4 Pilling Reduce la resistencia
3 Formación de pilling Formación completa de pilling
2 Cambio considerable Cantidad considerable de pilling
1 Cambio severo Demasiado pilling

 

¿Entonces? Nos queda creer en la magia, en Tamariz, y en el revival vintage de aquellos hipsters que recuperaron las coderas, los chalecos y ¿por qué no, las pelotillas?
No crean que el tejido es una ciencia exacta, la cuestión palpitante, mucho más mundana que la de Pardo Bazán, se presenta despertando pesadillas antes de Navidad, pero como no sólo de cashmere vive el hombre, rebusqué composiciones y remedios. Y me pregunto:

¿Existe la composición perfecta?

No sólo cuenta la leyenda que así es, sino mi abrigo rosa pantone 2016, que invierno a invierno resiste con la discreción que da la delicadeza lo confirma. Y sin embargo, con abrigos de la misma tienda y misma composición llegó el desastre. Dicen que nadie es perfecto.

¿Existe el remedio perfecto?

Lo crean o no, leo con estupor que hay páginas que recomiendan afeitar las prendas. Sin crema, claro, a contrapelo. Lo que no dicen son las irritaciones que sufre el tejido, los cortes y las posibles calvas de una mano siniestra, que no zurda.

Y el invierno se llena de bolas, bolitas y bolazas, parecen crecer y crecer en derredor.

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Pd. Si me ven arrancando bolitas a jerséis o abrigos, no se asusten, llegó el invierno y las confianzas, y así, tirando de ellas, como de una trama posible e improbable, se me desprende la banda sonora de un otoño salvajemente literario, «Hasta los andares«.

Feliz 2017, entramado, colorido y

lleno de historias por las que brindar.

30. A pelo (destramando)

Deshilar destramar

pelo.

(Del lat. pilus).

  1. m. Filamento cilíndrico –y su conjunto-, sutil, de naturaleza córnea, que nace y crece entre los poros de la piel de casi todos los mamíferos y de algunos otros animales de distinta clase.
  2. m. En los tejidos, parte que queda en su superficie y sobresale en el haz y cubre el hilo. Caérsele el pelo a un vestido.
  3. m. Hebra delgada de lana, seda u otra cosa semejante.

al ~.

  1. loc. adv. Según o hacia el lado a que se inclina el pelo; como en las pieles, en los paños, etc.
  2. loc. adv. coloq. A punto, con toda exactitud, a medida del deseo.

a ~.

  1. loc. adv. coloq. Con la cabeza descubierta.
  2. loc. adv. coloq. Sin ropa, completamente desnudo.
  3. loc. adv. coloq. Sin protección, ayuda o defensa de cualquier tipo. Se enfrentó a la situación a pelo.
  4. loc. adv. coloq. al pelo (‖ a punto, con exactitud).
  5. loc. adv. coloq. A tiempo, a propósito o a ocasión.

soltarse alguien el ~.

  1. verb. coloq. Decidirse a hablar u obrar sin miramiento.

contra ~.

  1. loc. adv. a contrapelo.
  2. loc. adv. coloq. Fuera de tiempo, fuera de propósito.

 

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Se nos acerca un invierno más.

Sinuoso y peludo, con los flecos al aire.

Así como un revival del peluche de nuestra infancia.

Más de una -y uno- se ha soltado el pelo con satisfacción, seguro. Como yo.

artículo Pouf de Intesa para catálogo OI 2014 TRUCCO

artículo Pouf de Intesa para catálogo OI 2014 TRUCCO

 

artículo Pouf de Intesa para catálogo OI 2014 TRUCCO

artículo Pouf de Intesa para catálogo OI 2014 TRUCCO

 

Tendencias a parte, desde mi niñez, los pelos* han sido siempre parte de cierta fascinación contradictoria.

*Véase, pelo, hebra, hilo o fleco, variantes de lo mismo en mi imaginación, tal vez.

Así como el azafrán engalana un arroz, y las palabras componen un texto.

Deshilachaba aquel pequeño fetiche infantil -toalla reducida a una reliquia- hilo a hilo, como una historia deconstruida, trama a trama y se me quedaron las urdimbres desnudas.

A pelo…

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Desflecadas,

¿o debería ser flecadas? Ya que sacar el fleco es precisamente la acción de dejar las urdimbres sin trama, o hacer de la ausencia -de trama-, el desenlace.

 

Máquina de desflecado

Máquina de desflecado

fleco.

(De flueco, y este del lat. flŏccu[m]).

  1. m. Adorno compuesto de una serie de hilos o cordoncillos colgantes de una tira de tela o de pasamanería.
  2. m. Borde deshilachado por el uso en una tela vieja.

desflecar.

  1. tr. Sacar flecos, destejiendo las orillas o extremos de una tela, cinta o algo semejante.

 

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Destramadas, quizá para desentrañar el mundo, como se deshilachan las historias en el olvido.

 

Y a contrapelo.

Así como hay amarres invisibles que marcan, tatúan a fuego, bien por ausencia o todo lo contrario.

Finalmente, acabé tramando universos a base de historias, de colores y aromas. Como un guiso, como un cuento, con el tacto como aliado desde mi infancia. Porque cuando no tenía en lápiz en la mano, deshilachaba mi pequeña reliquia pagana.

Y este otoño se imponen flecos y pelos.

Tejido de Batacchi Gori para poncho de Sfera

Tejido de Batacchi Gori para poncho de Sfera

Detalle de flecos de Batacchi Gori

Detalle de flecos de Batacchi Gori

No se sorprendan si me descubren en plena regresión desentramando historias, urdimbres y recuerdos…

¡Avisados quedan!

 

Pd: hoy 20 Noviembre, Día Internacional de la Infancia, Del revés cumple su primer año entre nosotros y en las librerías, y quienes quieran celebrarlo ¡os esperamos!

Estaremos el domingo 23 a las 12 en el cuentacuentos de la librería Topbooks de la calle Fuencarral.

¡Para quedarnos Del revés con l@s niñ@s que llevamos dentro!