5.
Exterior día.
– Vuelas, como si no existiera nada más. –
Planeas, dejándote mecer por al aire de la mañana.
Lejos de puertas cerradas, también de la piel ausente, pero también, más cerca.
La primavera sigue ahí, aunque, aún, no puedas oler las flores.
Y de recordar, te crecen como las historias, como habichuelas mágicas.
– ¿Todo es silencio? Te preguntas. –
Nunca estuvo tan lleno de verbo, de nostalgias y de raíces, piensas en pleno vuelo.
La luz se empapa de él, quizás, viceversa.
Tu piel se la bebe. Despacio, no te ahogues.
Piensas en la música que no suena, en la primera canción que bailar cuando esto acabe.
Porque sí, vais a bailar. Lo vais a hacer igual que ahora vuelas, aunque sea en silencio.
No importa.
La luz lo va llenando todo mientras sigues volando.
– Entonces, lo sabes. Sí, no mires a otro lado. –
Eres una carta que vuela, un avión de papel que lanzaste al aire.
Tú, tú sigues en casa, pero dejaste volar las palabras.
Así funciona tu imaginación, crece, y crece, como la planta de habichuelas mágicas.
Porque el avión de papel, que cae al suelo, echará raíces.
(Continuará).
Imagen. Matteo Massagrande.