96. Ventajas. 5.

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5.

Exterior día.

 

– Vuelas, como si no existiera nada más. –

 

Planeas, dejándote mecer por al aire de la mañana.

Lejos de puertas cerradas, también de la piel ausente, pero también, más cerca.

La primavera sigue ahí, aunque, aún, no puedas oler las flores.

Y de recordar, te crecen como las historias, como habichuelas mágicas.

 

– ¿Todo es silencio? Te preguntas. –

 

Nunca estuvo tan lleno de verbo, de nostalgias y de raíces, piensas en pleno vuelo.

La luz se empapa de él, quizás, viceversa.

Tu piel se la bebe. Despacio, no te ahogues.

Piensas en la música que no suena, en la primera canción que bailar cuando esto acabe.

Porque sí, vais a bailar. Lo vais a hacer igual que ahora vuelas, aunque sea en silencio.

No importa.

La luz lo va llenando todo mientras sigues volando.

 

– ­Entonces, lo sabes. Sí, no mires a otro lado. –

 

Eres una carta que vuela, un avión de papel que lanzaste al aire.

Tú, tú sigues en casa, pero dejaste volar las palabras.

Así funciona tu imaginación, crece, y crece, como la planta de habichuelas mágicas.

Porque el avión de papel, que cae al suelo, echará raíces.

 

(Continuará).

Imagen. Matteo Massagrande.

 

61. Volantes volátiles.

OI 17 YSL

OI 17 YSL

Volantes. Del ant. part. act. de volar; lat. volans, -antis.

  1. adj. Que vuela.
  2. adj. Que va o se lleva de una parte a otra sin sitio o asiento fijo.
  3. adj. Mar. Dicho de ciertos elementos de un barco: Sueltos, que no están fijos.
  4. m. Guarnición rizada, plegada o fruncida con que se adornan prendas de vestir o de tapicería.
  5. m. Pieza, generalmente en forma de aro, con la que el conductor dirige un vehículo automóvil.
  6. m. Pequeña semiesfera de material muy liviano bordeada de plumas o tiritas de escaso peso que orientan su vuelo cuando es impulsada en juegos con raqueta.
  7. m. bádminton.
  8. m. Criado de librea que iba a pie delante del coche o caballo de su amo, aunque las más veces iba a la trasera.
  9. m. Adorno pendiente hecho de tela delicada, que usaban las mujeres para la cabeza.
  10. m. Am. Hoja impresa, de carácter político o publicitario, que se reparte en lugares públicos.

 

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De todos los volantes posibles, me quedo con los volátiles. Los que no son eternos.

En este mundo de contradicción en el que se valora y se desmiente la eternidad, aprendí de lo efímero.

No creo en el absolutismo del “para siempre” y quizás por eso, ni visto tatuajes y se me arremolinan los volantes que no tengo, los que me invento.

Que llegaran para quedarse o no es otra historia, pero nos acompañan esta primavera y este verano que nos arranca la piel a tiras y aún ni ha empezado.

Llegaron volando -¡cómo no!- de un otoño invernal o quizás viceversa, de la mano de grandes firmas como Saint Laurent, Alexis Mabille, Armani, Giambattista Valli, Givenchy…

 

No se hicieron de rogar para bajar al mundo de los mortales, más allá de pasarelas, y cayeron en gracia por quienes dicen marcar tendencia.

Y de la tendencia, el remolino.

También copias, claro.

Copias volantes.

Todo vuela.

Porque en realidad, “lo nuestro es pasar”, que decía el poeta Machado que amó “los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles, como pompas de jabón”.

Así como se arremolinan volantes en los hombros, en las piernas, en los brazos, en el pecho, en la cintura, en todas partes; se enredan las ideas como las tendencias bajo la sombra de un volante volátil, aéreo, enorme, que se deshace como las alas de Ícaro.

Y de este final de primavera en la semana del fuego, giremos con un baile circular; calipso caluroso, volátil, volante…

 

Dedicado a mis compañeras del textil y de la vida que saben volar, en particular a Barbarella Volante perché tu sei sempre lì, qui, volante… 😊